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CRÍTICA

'Have a Nice Day', un buen día para el cine de animación chino

Fotograma de la película 'Have a nice day'

Rubén Lardín

Hablamos mucho del thriller surcoreano, de su habilidad para cargar de belleza la violencia y sacudírsela a martillazos. Nos encandila el delirio japonés, su talento para la perversión y el estímulo adverso, sus temerarios coqueteos con la locura. Pero se habla poco de los chinos cuando nadie es tan sucio y avieso a la hora de pergeñar malicias, cuando se trata de entregar cine turbio y más que negro, negrísimo, incluso si hablamos de dibujos animados y de colores rotundos como Have a Nice Day.

En una pequeña población del sur de China, el chófer de una banda ha despistado una bolsa con un dinero que ha de servirle para llevarse a su novia a Corea del Sur, donde corregirán la operación fallida de cirugía estética que ahora la mantiene enclaustrada y demora la boda, la fundación de la familia y, en fin, el transcurso natural de las cosas. La noticia del robo corre como la pólvora y moviliza a propios y a extraños, cada uno movido por su Shangri-La particular, detrás del joven ladrón.

Firmados el guión, la dirección y un puñado de créditos más por Liu Jian, que en 2010 debutó con otro neonoir sobre lecho social titulado Piercing I, la película ha sido confeccionada a lo largo de tres años de trabajo prácticamente artesanal y se presenta con una animación limitada (la que se sirve de un reducido número de imágenes por segundo) donde lo inmutable es expresión.

Se trata de una decisión técnica que acerca la propuesta al lenguaje seductor del cómic, donde podría situarse entre la serenidad angustiada de Adrian Tomine y el estilo desapacible de un Geof Darrow. Y es ese estatismo decadente y fatigado lo que define a los personajes que habitan una película que se hace ágil en su sencillez y que sin duda atraerá a los amantes del dibujo, de la estampa compuesta, queda y ajena a esa ruidosa animación comercial pensada para aturdir tanto a niños como a progenitores.

Lluvia sobre mojado

Have a Nice Day transcurre en la otra punta del globo pero no deja de ser cine negro somero y de proximidad. Un relato de pringados e infelices que van tejiendo como ratas a la carrera una trama reconcentrada que podría darse en cualquier otra parte. Pero aunque el desencanto es global, fue el gobierno chino quien protagonizó la anécdota cuando pidió repetidas veces al festival especializado de Annecy que retirase la película de su programación de 2017, algo a lo que el festival se negó en rotundo hasta que fue el propio productor de la película, en una maniobra sospechosa, quien solicitó la retirada del filme.

La anécdota sumó popularidad a un título que previamente había formado parte de la sección oficial del festival de Berlín y de otros cuantos de todo el mundo. La censura no solo se ejecutaba tarde y mal sino que se limitaba a subrayar la vergüenza de un país con motivos para sentirse avergonzado. Que acusaba el mismo bochorno retratado en la película, el de una sociedad esclerótica donde donde nadie quiere ser quien es, donde nadie quiere estar y donde el único sinónimo de libertad es el dinero y la huida.

Have a Nice Day se abre con una cita de Leon Tolstoi que habla del predominio de la naturaleza y su curso sobre la capacidad aniquiladora del hombre. Tolstoi fue autor de El billete falso, el relato que Robert Bresson adaptó en El dinero. No es la comparación más precisa para hablar un noir posmoderno y contaminado de pulp que estaría más cerca del cine de los Coen o de las historietas de autores como Mezzo y Pirus, pero la película de Liu Jian rima en algo con el clásico francés en su gusto por el pormenor y la circunstancia de bolsillo, en su resumen del dinero como dios visible y sangre social, papel sucio que activa y pone en circulación a todos los integrantes del sistema. Y lo hace también en su hilván de pequeños imprevistos, mariposillas del caos que, sosegados, se van posando sobre una historia que se templa a fuego lento hasta lograrse mucho más violenta en lo que calla que en lo que muestra.

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