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¿Quiere Disney abanderar la lucha LGTBI en Hollywood?

¿Quiere Disney abanderar la lucha LGTBI en Hollywood?

Álvaro Macías

Aunque parezca que se han puesto las pilas, a Disney aún le queda camino por recorrer. Y a todo Hollywood detrás. La mayor visibilización del colectivo LGTBI es lo que espolea su normalización en la sociedad. Y la industria del cine tiene un peso crucial en este aspecto: de ahí que el primer beso homosexual en una serie infantil, un personaje gay en un blockbuster o un rol sin identidad de género sean grandes pasos, pero con matices.

Hace unas semanas, Disney XD emitía en una de sus series de dibujos estrella, Star vs. the Forces of Evil, el primer beso homosexual en una ficción dirigida expresamente al público infantil. No era el primer beso, perdón: los primeros besos. Durante la escena de una actuación musical en un estadio, la protagonista abre los ojos y descubre que todos a su alrededor se están besando. En el plano que muestra los besos del público asistente aparecen parejas de gays y lesbianas. 

Ignacio Elpidio, dinamizador del grupo de Cultura de la FELGTB, explica a eldiario.es que “la incorporación de esa escena por parte de Disney es un paso importante, ya que permitirá que muchas y muchos jóvenes puedan cuestionarse, interrogarse y pensar en sus sentimientos e identidad”. Elpidio incide en la importancia de que estas primeras veces en la pantalla tengan una fecha de caducidad y “que estas decididas apuestas continúen hasta que no sean necesarias”. 

Pero aún hacen falta más balas como esta, aunque conlleven polémica. Con la inminente La Bella y la Bestia se avecina tormenta: LeFou, el secuaz del antagonista Gastón, será gay en esta nueva versión del clásico. Lo dijo el director, Bill Condon: “Unos días querrá ser como Gastón y otros días querrá besar a Gastón”. Y Josh Gad, que lo interpreta, dijo estar “más que orgulloso”.

Pero el cine es una industria. Políticos rusos amenazaron con prohibir la película por contener “propaganda gay” y en el mercado asiático un filme con una presencia destacada de un personaje homosexual es una losa gigante.

Y Disney se retractó... a medias. El realizador matizó sus palabras y dijo que todo se había “exagerado” en torno a la interpretación de la sexualidad del personaje, pero que LeFou tiene “una recompensa” al final. Esta astracanada ha tenido su propia recompensa: Rusia ha cedido y estrenará la cinta, aunque ahora, irónicamente, La Bella y la Bestia es una película “no apta para menores”. 

“La incorporación de detalles no heterosexuales en películas taquilleras es vital para que los diferentes públicos puedan sentirse identificados”, señala el portavoz de la FELGTB. “Sean explícitos o no, estos gestos han de ser celebrados como reconocimientos a la diversidad sexual y de género”, añade, aunque advierte de que “la importancia de mercados y de públicos visiblemente conservadores puede hacer que esto se quede en meros guiños”.

Además, Elpidio teme que todo sea “tan sutil” que no pueda ser leído “como un hito activista y cultural”.

...y ahora, Hollywood al completo

Nada que no hayamos visto ya. Cuando una campaña en las redes sociales reclamó una novia para Elsa en la secuela de Frozen, una de las pocas películas con calificación FFF en IMDb tras su nueva categoría de películas feministas, Disney se lavó las manos y aseguró que dejaría hacer a los guionistas.

De la reciente Vaiana, sin historia de amor de por medio, se desconoce la orientación sexual de la heroína. Pero Ron Clements, uno de los directores, ya piensa en la secuela y aseguró a The Huffington Post que “las posibilidades [sobre su sexualidad] están totalmente abiertas”.

Sobre estas películas, desde la FELGTB piden prudencia y el aplauso justo. “Puede suponer una oportunidad para reflejar la diversidad sexual y de género de manera implícita, de tal forma que nos sirva como un referente sin provocar el rechazo”, asegura Elpidio, quien añade que aunque “estas estrategias pueden ser vistas como cobardes y complacientes” podemos tomarlas “como tímidos avances”. La palabra clave es “tímidos”.

Si se amplía la mirilla a Hollywood como industria, nada cambia. O cambia muy lentamente. La serie Legión, de Noah Hawley, es una excepción buena. En concreto, el rol de Aubrey Plaza: no estaba escrito para ella, sino para un señor de 60 años. Cuando entró la actriz, Hawley le prometió que reescribiría el guión para que fuera ella y su respuesta fue un rotundo “no”, dando como resultado un personaje sin ningún tipo de identidad sexual. 

“El rol de Aubrey Plaza, Lenny, es un soplo de aire fresco por varios motivos”, responde Elpidio, “su interpretación de quien iba a ser un hombre puede hacernos pensar en las posibilidades de personajes no marcados por su género, si entendemos que su papel en la narrativa no cambia en función de su sexo”. Además, aclara que “puede servir para dejar de necesitar el test de Bechdel” o, quizá, “como inspiración” para la escritura de guiones y personajes futuros “que no dependan de binarismos”.

Se vio en los últimos Oscars, polémicas aparte. Moonlight es la primera cinta que muestra al colectivo LGTBI que gana la estatuilla a mejor película. Tal vez, porque este año el péndulo hollywoodiense, al igual que con la lucha contra el racismo, se posicionó 'a favor' de las minorías. Pero los académicos pueden no pensar siempre así. 

Moonlight o las críticas a Call me by your name [cinta sobre un amor gay adolescente estrenada en Sundance que tiene actualmente un 100% de críticas positivas en Rotten Tomatoes y que suena para la próxima temporada de premios] son hitos a recordar”, puntualiza el portavoz de la FELGTB.

“La diversidad sexual y de género está recibiendo una visibilidad sin precedentes y, lo que es más importante, un tratamiento que despierta cada vez mejores críticas”, agrega Elpidio, aunque, de igual forma, sospecha que “hemos de esperar para ver si es cuestión de una moda de cine LGTB o, por el contrario, un cambio estructural que nos lleve a una producción cinematográfica cada vez más respetuosa con la diversidad”.

¿Y España, para cuándo?

Uge Sangil, vocal de Educación de FELGTB, reflexiona. Y, para ella, falta látigo. “La realidad LGTBI es una más dentro de la diversidad humana y como tal debe estar reflejada en todos los espacios culturales”, proclama. “Desde el cine a los cómics, series o dibujos animados, ya que si no se coarta la información al resto de la sociedad, invisibilizando la realidad de las personas de este colectivo”, remata.

En España, al contrario: más que invisibilizar, se le da un tratamiento cómico. La FELGTB señala cómo en ocasiones los personajes homosexuales, aunque requeridos en muchas producciones, se han usado como alivios humorísticos en series y películas para toda la familia, excluyendo de la propia ecuación cualquier drama o problema referente a su sexualidad.

Elpidio apunta que la ficción española “lleva años incluyendo personajes LGTB en muy diversos géneros y formatos”, matizando que “habitualmente han sido personajes cómicos”. Cuenta, además, con el propio paso del tiempo. “Con los años podemos esperar películas cuyos personajes LGTB no dependan de su diversidad sexual y de género para aparecer en ellas o que aparezcan cintas específicamente destinadas a los y las menores LGTB”, señala.

La FELGTB está segura de que “los pasos a seguir o a esperar serían la incorporación de cada vez más personas LGTBI con un papel en la narrativa que no dependa de funciones limitadas”. Entre estas “personas LGTBI” vienen a la cabeza las chicas de Vis a vis o el rol de Cayetana Guillén Cuervo en El Ministerio del Tiempo.

Es un viraje de la realidad colectiva que no termina de verse en pantalla grande. Por poner un ejemplo: una película como Kiki, el amor se hace, que podía romper tabúes, mostró cinco de cinco parejas heterosexuales, con la excepción del poliamor en el segmento de Belén Cuesta, Paco León y Ana Katz.

Con todo, la esperanza tiene la mecha más encendida que nunca. Estamos como queremos,  la nueva película de Carlos Marques-Marcet (10.000 Km), pondrá de relieve una realidad LGTBI silenciada: el problema de dos lesbianas para ser madres y la necesidad de pedir ayuda (semen, mejor dicho) a un amigo. Protagonizada por Oona Chaplin, Natalia Tena y David Verdaguer, es otro impulso, más adulto, a lo que Disney ya comienza a guerrear: no hay cambio pequeño para quien quiere ver.

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