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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Cómo la peor película de la Historia puede convertirse en un clásico del cine

James Franco y Dave Franco en 'The Disaster Artist'

Álvaro Macías

Empecemos por el principio. Año 2003. Se estrena una cinta de bajo presupuesto producida, escrita, dirigida y protagonizada por un tal Tommy Wiseau. Se titula The Room. Y hay una realidad inobjetable: la película es mala. Indecente. Indigna del séptimo arte. Atroz. Esperpéntica. Un horror. Celuloide malgastado. La peor cinta de la Historia del cine... que se convierte en título de culto.

Tal cual. La película acaba triunfando gracias al boca-oreja de años y años. Ahora incluso se organizan tours mundiales para su proyección y tiene página web. Quienes asisten van con un runrún en la cabeza ('¿tan terrible es?') y se encuentran una hora y 39 minutos de esto.

Tommy Wiseau se dedica a ir festival por festival de cine cutre presentando The Room. Es un fenómeno clandestino, extrañísimo: la película recaudó solo 12.450 dólares su primer fin de semana. Se sabe que su presupuesto fue de seis millones, algo que nadie entiende. Ahora lleva en sus arcas más de 10.

Algunos rostros visibles han reconocido ser fans acérrimos de lo 'épico' de la propuesta: Alec Baldwin, Paul Rudd, Will Arnett, Jonah Hill, Kristen Bell, Michael Cera o Edgar Wright, entre otros. Y sus 'estrellas' son aclamadas por un público entregadísimo y sediento de anécdotas de, ante todo, Wiseau, el “Orson Welles de la mierda”, como le bautizó Entertainment Weekly.

Durante los seis meses que duró el rodaje, dos directores de fotografía (y sus equipos) renunciaron y tres actores fueron reemplazados por roles totalmente diferentes, hay escenas enteras que están desenfocadas y nadie se dio cuenta, el segundo acto completo de la cinta no interviene en la trama, se construyeron sets para secuencias que perfectamente se podían filmar al aire libre... Incluso se usó CGI y pantallas verdes en una producción mayoritariamente de interiores. 

Avanzamos catorce años. Marzo de 2017. Festival SXSW en Austin, Texas, uno de los más importantes del cine independiente de EEUU. Hay una enorme expectativa, porque James Franco, chico malo y mimado de la industria, presenta su nueva película como director y protagonista.

Lo que ha pergeñado tiene un título que no se corresponde con lo que enuncia su propio póster con un irreconocible y melenudo Franco: The Disaster Artist.

Es un éxito. En la web de Metacritic, que hace un compendio de las críticas de los especialistas del sector, ahora mismo posee un 82 sobre 100. La misma nota que obtienen películas como Sin perdónForrest Gump Chicago.

¿Alguien dijo 'Ed Wood'?

En ella también actúan su hermano Dave Franco, Alison Brie, Seth Rogen, Zac Efron, Sharon Stone o Bryan Cranston. Y un tal Tommy Wiseau en un cameo.  La trama: la narración de la desastrosa producción de una película de 2003 de bajo presupuesto considerada, a la vez, de culto y la peor de la historia. Sí, la mismísima The Room.

Retrocedemos de nuevo. Hasta 2013. Hasta la vida de Greg Sestero. Sestero interpretaba al coprotagonista de The Room, Mark. Aquel año, por el décimo aniversario, sacó un libro, The Disaster Artist. 

En él explicaba los pormenores de un rodaje calamitoso: tomas que repitieron 32 veces aunque eran cuatro frases –y se necesitaban carteles para no olvidarlas–, reutilización de algunas escenas (obscenas, más bien) de sexo porque la actriz no se sentía cómoda o detalles como que el primer día llegó tarde Wiseau pero se puso a gritar por la lentitud del equipo. Y otro día montó en cólera porque un miembro del equipo se tiró un pedo. Todo lo jugosa que puede ser una mañana en Hollywood.

El libro se llevó el galardón a la Mejor No Ficción en los Premios Nacionales de Arte y Entretenimiento en una ceremonia en Los Ángeles. El jurado lo contemplaba como una mezcla de los Monty Python, Ciudadano Kane y, sobre todo, Ed Wood.

Esta comparación no es baladí. La película de 2017 ha recibido críticas positivas como “James Franco lo borda a ambos lados de la cámara en esta oda salvajemente divertida a lo Ed Wood dedicada al cine mal hecho” (The Hollywood Reporter) o “Se debería unir pronto a Ed Wood de Tim Burton en el ranking de grandes películas sobre películas malas” (Vulture).

Cine dentro de cine, que en Hollywood tanto gusta, sobre todo si sirve para airear sus propias vergüenzas, que vaya si las tenía.

Pero la gran pregunta es otra: ¿hace falta haber visto la antigua –y haber soportado 99 bochornosos minutos– para disfrutar de la nueva versión de la historia? La respuesta la ha dado Variety. La revista considera innecesario haber sufrido la auténtica The Room para no sólo asistir a una magnífica cinta, sino a la mejor interpretación de James Franco desde 127 horas (que le valió la nominación al Oscar).

Todavía no se sábe cuándo se estrenará The Disaster Artist, cuándo mostrará su primer tráiler o cuándo hará acto de presencia más allá del festival de Austin. Pero las expectativas ya están por las nubes. Los fans de The Room irán a verla para poder vivir su propio Ed Wood en vida. El resto, por el reparto, la historia, la comedia. Sea como sea, se prevé un eco: al fin y al cabo, pocas cosas unen tanto como odiar una misma película. O amarla.

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