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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El desnudo de Scarlett no es suficiente, hay que pegar tiros

Scarlett Johansson en Lucy

Pedro Moral Martín

Tampoco es que el personaje de Lucy se pase la película disparando, de hecho no le hace mucha falta. Ella no quiere, ni necesita, acabar con los malos. Es el tráiler y las diferentes formas de promoción que acompañan a Lucy, la última película de Luc Besson, lo que nos lleva a pensar que estamos ante una adrenalínica cinta de acción donde una Scarlett Johansson cicladísima no para de repartir leña y de paso dominar el espacio tiempo (o sea, todo) a sus anchas. ¿Entonces, no es eso la película de Besson? Casi sí, pero no. El director francés hace naufragar nuestras expectativas de simples consumidores de acción desorbitada, de esa que produce gases, para ofrecernos algo inclasificable. Y a pesar de lo raro de la propuesta metafísica (sí, sí, como lo leéis) de Lucy, la taquilla estadounidense ha respondido con la misma ferocidad con la que Luc Besson parece haber compuesto su última obra. 107 millones de dólares en sólo cuatro fines de semana. Cinco veces más de lo que ha conseguido acumular Under the Skin en cuatro meses y medio, y eso a pesar del primer desnudo integral de Scarlett Johansson.

El cine experimental da mucho miedo

De repente una película difícil, compleja y extraña se asoma desde un festival en cualquier parte del mundo. Da que hablar y durante 48 horas los críticos gastan palabras en definir su asombro o su rechazo. El cine experimental es polémico por naturaleza. Pero después de la tormenta llega la calma y muy pocas distribuidoras se atreven a comprar esa rara pieza cinematográfica. El motivo es el miedo. Las distribuidoras huelen el miedo de los espectadores a aburrirse como ostras en la sala y que como consecuencia nadie vaya a verla.

Under the Skin es una película oblicua y complicada, inquietante y surrealista. Su director, Jonathan Glazer la ha dotado de una ambición experimental mayor que la que tenía Reencarnación o Sexy Beast, sus anteriores y también muy sugerentes filmes. Under the Skin juega a los dobles significados con su título y nos arrastra a mirar el mundo con los ojos de un extraterrestre que llega a la tierra para cazar humanos y recolectar su carne, considerada un manjar en su mundo. El aspecto de una atractiva mujer le sirve para engatusar a unos cuantos paletos. El voraz apetito sexual que desprende el disfraz del alien es su única arma. Scarlett Johansson dijo sí al papel y se dejó arrastrar por un guión vacuo en apariencia pero terriblemente estimulante. Y tanto fue así que la aclamada estrella concedió a la obra de Glazer su primer desnudo integral, ya que según ella tenía gran importancia en el contexto de la historia. Y es verdad que lo tiene.

Y hasta aquí llegan las buenas noticias para el público: ciencia ficción, extraterrestres invasores, violencia, sexo y Scarlett Johansson desnuda. Sin embargo, nada es suficiente para que las distribuidoras de nuestro país se arriesguen a traerla. La industria está enferma y no puede cargar con una película lenta y difícil por mucho rostro conocido que tenga en la portada. Total, el desnudo ya lo ha podido ver todo el mundo por internet. “Asumes que alguien va a hacer una captura de pantalla. Tienes que valorar los riesgos que estás tomando”, dijo la actriz en unas declaraciones al Huffington Post.

La resaca de El árbol de la vida

El árbol de la vida fue la última película experimental que tuvo la malograda oportunidad de ofrecerse al público en salas comerciales. La película de Terrence Malick que ganó la Palma de Oro en Cannes era bastante más complicada que Under the Skin, a pesar de que hablaba de algo tan universal como la infancia, la educación y el paso del tiempo. Es una película más lenta y más pretenciosa que la de Glazer y además estaba repleta de voces que hilaban la poesía con la filosofía. El primer fin de semana fue un éxito, pero enseguida ese furor inicial se apagó para convertirse en un cabreo consternado. Los espectadores abandonaban la sala en mitad del metraje y si aguantaban, por aquello de haber pagado sus religiosos 9 euros, salían echando pestes. ¿Por qué picaban? ¿Por qué cometían esa imprudencia? Bueno, Brad Pitt salía bien grande en el poster... “Una y no más”, debieron de pensar. Por eso ningún distribuidor va a repetir la maniobra con Scarlett Johansson.

De mito sexual a heroína de acción

La jovencísima actriz que atrajo la atención de todos con su papel en El hombre que susurraba a los caballos y que en su madurez pasó a ser una de las estrellas más deseadas de Hollywood con Lost in Translation, La isla o Match Point acaba de asentar, gracias al filme de Luc Besson, su figura como la nueva gran heroína de la industria. Lucy la consagra como una chica de acción y deja atrás su pasado de sex symbol. El cambio ha sido determinado no solo por las decisiones profesionales de la actriz -todo empezó con Iron Man 2- sino por el comportamiento del público hacia sus películas.

Que al espectador le interese más la superheroina por accidente que interpreta en Lucy que la extraterrestre promiscua de Under the Skin es señal inequívoca de este cambio. Scarlett Johansson ya no atrae al espectador si no es empuñando una pistola. Aunque no la necesite, como en el caso de Lucy, cuyo objetivo no es vencer al mafioso interpretado por Choi Min-sik, sino transmitir los conocimientos adquiridos gracias al potencial de su monstruoso cerebro. Aunque las frases que salgan de su boca tengan más que ver con la física o con la filosofía o con ciertas hipótesis sobre el ser, o no ser, humano que con volar un puente o disparar un tiro en la cabeza al villano de turno.

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