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El documental que recupera a Décima Víctima, el grupo de culto oficial de la movida madrileña

Captura del documental 'Décima Víctima: detrás de su mirada'

Luis J. Menéndez

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Décima Víctima, al igual que sus admirados Joy Division, han hecho el camino inverso de lo que es habitual en una banda: pasaron de la indiferencia que generaron entre sus coetáneos a, con los años, lograr un reducido, pero siempre creciente, número de fieles.

Desde la disolución del grupo, en 1984, solo tres años después de su nacimiento con componentes que provenían de otras formaciones como Paraíso, Ella Y Los Neumáticos y Ejecutivos Agresivos, una serie de momentos clave han marcado el redescubrimiento de la banda por parte de las nuevas generaciones. El último de ellos es la difusión del mediometraje Décima Víctima: Detrás de su mirada dirigido por Borja Prieto y realizado por Román Santiago, que, además, puede verse en su canal de YouTube.

Hay que tener en cuenta que cuando Décima Víctima publicaron sus dos largometrajes, su debut homónimo de 1982 y la que está considerada su obra maestra, Un hombre solo (1984), ponían sus discos en las tiendas de la mano de un pequeño sello independiente de nombre GASA (Grabaciones Accidentales Sociedad Anónima). Años después, GASA fue absorbida por Warner, como la mayor parte de sellos independientes que surgieron durante la movida madrileña, lo que durante bastantes años llevó al grupo y a su catálogo a una situación incierta.

El propio Carlos Entrena se explicaba al respecto en una entrevista realizada en Mondo Sonoro hace nueve años: “Los problemas por los que hemos tardado tantos años en reeditar los discos de Décima Víctima los he tenido con la multinacional que posee los derechos. No han querido reeditar y han metido en Spotify todos los temas con los títulos cambiados. Y en iTunes me temo que también… Así que estoy en conversaciones para que lo quiten todo”.

El cantante añadía que no querían ver su trabajo de esta forma en la Red, pero mucho menos dar la imagen de que así era como lo comercializaban. “Pero bueno, esa es nuestra lucha, porque Grabaciones Accidentales fue un sello que se hizo para publicar las grabaciones propias. Y que ahora lo tenga una multinacional cuando nosotros precisamente formamos el grupo huyendo de Hispavox, que era una discográfica de tamaño medio, me parece un poco triste”, lamenta.

Un grupo de corta vida, pero intensa

En 1994, un CD recopilatorio con 17 temas se convirtió en la puerta de entrada a canciones como Tan lejos, El signo de la cruz o Un hombre solo. Lo publicó Warner, que además pidió el diseño de portada a Javier Aramburu (más o menos por aquella época componente de Family y a la postre ilustre portadista de Los Planetas).

La compañía solicitó también un texto interior a cargo de otro fan irredento de la banda: Ibon Errazkin, componente de Le Mans. En ese texto, breve, pero al que muchos nos aferramos para conseguir por primera vez información sobre el grupo, Ibon daba en el clavo.

"Décima Víctima fue un grupo de corta vida y una de las mejores cosas que dio el pop español de los primeros 80. No es que esa opinión fuera unánime: la verdad es que nunca se les prestó demasiada atención, y tras su separación fueron olvidados casi por completo. Después de todo, puede que no fueran un grupo fácil de querer. Eran muy propensos al anonimato, y tenían detalles tan poco convencionales como un cantante que pasaba gran parte de sus actuaciones sentado en una silla. Por alguna razón, el público tiende a sentirse incómodo ante estas cosas, y ellos conocieron mejor que nadie ese rechazo".

Una circunstancia que en su día confirmó el propio Carlos Entrena: “La poca difusión que tuvimos le ha añadido interés al tema, ha convertido al grupo en una referencia un poco de vanguardia, en una cosa rara. Y luego el sonido creo que era muy bueno para la época”.

Efectivamente, y a diferencia de la mayor parte de bandas de la misma época, desde un punto de vista puramente musical, Décima Víctima resiste aún hoy la prueba del espejo con aquellos grupos que claramente les sirvieron de influencia: los citados Joy Division, The Cure, Siouxsie & The Banshees, The Associates… Pero la banda no alcanzaría hoy la categoría de grupo de culto si simplemente se hubieran limitado a emular los sonidos del post-punk británico.

La letras de Carlos Entrena rehuían el desfile de tópicos en los que, por ejemplo, sí cayeron grupos amigos como Parálisis Permanente o los primeros Gabinete Caligari, que sacaron a desfilar la imaginería típica del movimiento: del sadomasoquismo y los crucifijos a una militancia nazi cosmética que buscaba la provocación fácil.

Las canciones de Décima Víctima, sin embargo, evocaban imágenes a medio camino del costumbrismo y una apesadumbrada –aunque no por ello menos digna– estética de la derrota: “Vuelvo a estar en el camino / con el polvo y entre el barro / La ciudad pierde el interés / todo su misterio queda atrás /Cada senda una sorpresa / cada instante una enseñanza / Deambular lejos del clamor / poner rumbo a otra población”, cantaba Entrena en Sobre otra ruta.

Una nueva generación de fans tardíos

La publicación en 2010 de una caja en vinilo con todas sus grabaciones a cargo de Munster Records abrió Décima Víctima a una nueva generación de fans. Algunos de ellos aparecen en Detrás de su mirada explicando a cámara las razones por las que, a diferencia de lo que ocurre con otras grabaciones de la época, la música de la banda sigue revalorizándose con el paso de los años: La Plata, Triángulo de Amor Bizarro, Belako, Los Planetas, Dorian... Parte de ellos ni tan siquiera habían nacido cuando el grupo estaba activo.

Tal vez relacionado con este cada vez mayor interés que genera el grupo, en la última década se han multiplicado los lanzamientos relacionados con Décima Víctima. Hace solo unos meses, se publicaba En el garaje, una selección de temas que se registraron a modo de maquetas previas a las definitivas sesiones de Un hombre solo. O incluso la aparición de un EP de La Sala del Silencio, proyecto en paralelo de los hermanos Mertanen en compañía con Áurea Cuní, y cuyas canciones terminaron acabando en el repertorio de Décima Víctima tras una serie de cambios.

Las claves de este renacimiento del grupo en los últimos años vuelve a darlas Carlos Entrena. “Nunca nos planteamos profesionalizarnos. No era el enfoque y creo que eso nos libró de hacer muchas cosas que no queríamos. Si recuperas las críticas que se publicaron en aquellos años sobre nosotros, el mercado no nos miró con mucha simpatía”.

Entrena asegura que ahora ve más comentarios sobre su grupo gracias a Internet, ya que por entonces, en la era de lo analógico, la cosa era bien diferente. “Para muchos éramos pretenciosos, no éramos cercanos al público… Salíamos al escenario y hacíamos unas actuaciones como algunas que están por YouTube. Nos gustaba esa imagen, luego cómo fuéramos con la gente era otra cosa”. Una imagen de rebeldía que, a pesar de los años, parece que no se ha perdido del todo.

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