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El arte se derrama por las calles de Quito para democratizar la cultura

El arte se derrama por las calles de Quito para democratizar la cultura

EFE

Quito —

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Alejados de rimbombantes instalaciones y con plazas y parques como nuevos escenarios, cantantes, danzantes y teatreros del Teatro Nacional ecuatoriano se han unido en el programa “Sucre viajero” para democratizar la cultura, llevando el arte hasta los barrios más modestos de Quito.

El telón de esta peculiar iniciativa se abrió este fin de semana en el parque central de la parroquia rural de Conocoto y continuará hoy en el casco colonial de la capital como preámbulo del denominado “Agosto mes de las artes”, explicó a Efe Freddy Moreno, director ejecutivo de la Fundación Teatro Nacional Sucre.

“Esta es una facilidad que tiene la gente para disfrutar de una agenda divertida y atractiva, pero siempre dando prioridad a nuestros artista nacionales”, agregó el ejecutivo.

La iniciativa, nacida originalmente en 2007, regresa después de tres años de pausa por “problemas administrativos” para regalar a la gente música y alegría en presentaciones que se llevarán a cabo en nueve parroquias del distrito metropolitano.

Así, con el escenario encaramado en el atrio de la iglesia San Pedro de Conocoto, el parque a sus pies se convirtió en un gran centro cultural en el que los asistentes acogieron intervenciones musicales de dos elencos de la fundación, con el que cientos de personas disfrutaron de ritmos tradicionales y contemporáneos y la comedia de actores ecuatorianos.

“Con este proyecto se logra tener un nexo con el público, al cual las agrupaciones se deben, y pueden participar con él y ser gestores de un momento de sano esparcimiento”, explicó a Efe el director de la Orquesta de Instrumentos Andinos (OIA), Leonardo Cárdenas.

Y agregó que el original programa “Sucre Viajero” crea una vinculación única con la gente pues permite presentar un repertorio riguroso de varios tipos de arte.

Creada hace 29 años, la OIA deleitó a los habitantes de Conocoto (“loma abrigada”, en quichua), con flautas de pan, quenas, zampoñas, marimbas, charangos y guitarras, entre otros instrumentos.

Situada a unos 2.500 metros, Conocoto es una de las 33 parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito, y por estar a menor altitud disfruta de un clima más agradable.

Allí actuó también el grupo Yavirac, otro de los elencos adscritos a la Fundación del Teatro Nacional, en un programa artístico que se complementaba con presentaciones de grupos invitados.

Para Samandra Michuy, vocalista de Yavirac, “Sucre viajeros” es una de las “mejores y más hermosas” propuestas para un encuentro con el pueblo y las comunidades, porque la gente se “conecta” con la música y el teatro en un país que este año destina a su Ministerio de Cultura apenas 30 millones de dólares de su presupuesto gubernamental.

Unas artes que, en Ecuador, muchas veces quedan fuera del alcance de la ciudadanía por lejanía física, por los altos precios de las entradas o por la falta de recursos públicos para difundir el patrimonio artístico del país.

En ese sentido, el reconocido actor quiteño Eduardo “El Mosquito” Mosquera ve en este programa una oportunidad para recuperar el interés de la ciudadanía en el arte, el teatro y, sobre todo, para que “lo ecuatoriano” salga a conquistar los espacios culturales frente a las influencias artísticas extranjeras.

De estatura pequeña, prominente barriga, ataviado con un traje que recuerda un antiguo uniforme policial y con un casco blanco que en ocasiones le cubre hasta los ojos, el cómico arranca carcajadas con su mera presencia.

Y es que desde hace más de 30 años Mosquera interpreta a un policía o “chapa” (vigilante en quichua) de mala fama que es conocido por sus “chauchas” (dinero extra en quichua), coimas que exige a los conductores, en lo que es una crítica a esos poco agradable encuentros que se pueden llegar a tener en Ecuador y otros países de América Latina.

En Conocoto, el popular actor compartió tablas con su esposa e hijo, un trío explosivo que preparó los ánimos de los asistentes para el grupo invitado: “La vagancia”.

Con más de diez músicos sobre el escenario, el grupo puso a bailar, saltar y cantar a los asistentes -grandes y pequeños por igual- al ritmo de la cumbia de barrio.

Su desenfadada energía desbordó el parque de la localidad, que se convirtió en una inmensa pista de baile y un coro gigante del grupo que no dejó de interactuar en ningún momento con los asistentes al “Sucre Viajero”.

Un proyecto que seguirá visitando los parques y plazas de parroquias quiteñas hasta el próximo 17 de agosto, con la intención de liberar el arte de sus corsés estructurales, conquistar nuevos públicos y democratizar la cultura.

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