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El director del Museo de Altamira dice que es pronto para determinar la apertura de la cueva

El director del Museo de Altamira dice que es pronto para determinar la apertura de la cueva

EFE

Santander —

El director del Museo de Altamira, José Antonio Lasheras, sostiene que es pronto para saber si los estudios científicos determinarán la apertura de la cueva, cerrada desde 2002, pero avisa de que, si al final se propone retomar las visitas, serán “muy escasas” y con un control “muy notable”.

Este pasado fin de semana el Patronato de Altamira acordó que la cueva prehistórica situada en Santillana del Mar (Cantabria) reciba, de forma experimental, visitantes y eso permita analizar el impacto de la presencia humana antes de decidir definitivamente si se reabre o no al público.

Esas visitas experimentales se harán durante 37 minutos, con cinco personas más el guía cada semana, para dar continuidad a los estudios sobre el estado de la cueva que se realizan desde septiembre de 2012.

Esta nueva fase de los estudios podría considerarse, según comenta Lasheras en una entrevista con Efe, como unos “experimentos científicos con visitas”.

Comenzarán en breve, aunque no se ha concretado fecha, y para ello ya se está formado al personal que trabaja de cara al público en el Museo de Altamira.

El sistema para seleccionar a quienes accedan a la cueva será con un sorteo, al que podrán apuntarse las personas que ese mismo día visiten el Museo.

Lasheras, que lleva veinte años al frente del Museo y Centro de Investigación de Altamira, destaca que a todo el mundo le gustaría que todos los visitantes -rondan los 250.000 anuales- pudieran entrar en la cueva, pero precisa que eso sería “incompatible” con la conservación de este bien, Patrimonio de la Unesco desde 1985.

Con este sistema de sorteo que ha aprobado el Patronato, se espera, “que la satisfacción que se va a dar a algunas personas sea también colectiva”, y supere a “la frustración” de quienes no sean elegidos.

El director del Museo recuerda que Altamira ha estado sometida a periodos de cierre para su preservación no solo en los últimos años, sino también en otras etapas de su historia reciente (por ejemplo, de 1979 a 1982).

De hecho, de 1982 a 2002 la cueva estuvo abierta con un cupo de visitas que “variaba mes a mes”, en función de la estación del año, con unas 8.000 personas anuales y una media de 20 ó 25 al día.

“En mayo entraban solo dos grupos de cinco personas al día y en octubre entraban ocho grupos de cinco personas al día, con todas las situaciones intermedias en los otros meses”, comenta el director del Museo.

Pero con esas cifras de visitantes, en esa época se detectaron ya “riesgos” que obligaron a proponer el cierre de Altamira, explica Lasheras.

Por eso, avisa de que cuando se conozca el resultado de los estudios científicos -a partir de agosto-, la recomendación “puede ser perfectamente que la cueva tenga que seguir sin visitas públicas”.

Y recalca que, si al final se aprueba algún régimen de visitas que sea compatible con la conservación, “siempre será bajo condiciones de control muy notables” y “muy estrictas”.

Además, esa entrada de visitantes sería “muy escasa”, “si es que lo hay”. “Pero estamos lejos de saber cuál será la recomendación”, apostilla el director del Museo.

A los 'afortunados' que puedan acceder a Altamira, Lasheras hace una recomendación: “Que se relajen, disfruten y se dejen llevar por las emociones”.

En la visita experimental que se ha diseñado se recorrerán aproximadamente la mitad de los 270 metros lineales de la cueva, y quienes la hagan contemplarán los ejemplos más significativos del arte del Paleolítico que encierra Altamira.

Y en la zona de Policromos, donde se encuentran los famosos bisontes de Altamira, los visitantes permanecerán menos de diez minutos.

José Antonio Lasheras incide en que no se olvidan las 4.700 cartas de interesados de todo el mundo en visitar Altamira y que forman una lista de espera que se cerró en 2002.

Según comenta, el compromiso es “utilizarla” si en algún momento Altamira vuelve a abrirse, pero ese no es el caso ahora, ya que el número de visitas experimentales es tan “exiguo” que se decidió recurrir a otro sistema.

Por Pilar Palazuelos

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