Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

El mural del dolor: 49 nombres para no olvidar la matanza de Orlando

El mural del dolor: 49 nombres para no olvidar la matanza de Orlando

EFE

Miami (EEUU) —

0

Un gran muro pintado en el barrio artístico de Wynwood exhibe escritos en la pared de un edificio 49 nombres y apellidos, la mayor parte hispanos, como heridas abiertas, 49 vidas inocentes segadas en el club Pulse de Orlando a las que tres artistas urbanos de Miami han querido rendir su homenaje.

Un solar de hierba seca, amarillenta, quemada por el sol, se recorta y extiende hasta el muro trasero del edificio del O Cinema, en el corazón de Wynwood. Una pared de ocho metros de altura y veinte de largo. Un espacio de grandes dimensiones para un grafiti, pero escaso para plasmar el horror de 49 vidas cercenadas por el 12 de junio en la discoteca de ambiente gay Pulse.

“Cuando me dieron las fichas con todos los nombres y apellidos de las personas asesinadas, cuando me las pusieron en la mano, sentí una gran emoción y me dije: 'No, esto es algo muchísimo más grande que pintar una pared'”, dijo a Efe el grafitero Pedro Amos, creador del mural, quien contó con la ayuda de otros dos artistas urbanos amigos, Luis Valle y Jona Cerwinske.

Fueron cuatro días de un trabajo febril e intenso, sin apenas descanso, para trasladar al muro, subidos los tres en andamios mecánicos con aerosoles de colores, la urgencia de un dolor con nombres y apellidos.

“Quería darle a cada nombre individualidad, un color y una escritura diferente a la gente que murió, que la memoria de esa gente nunca se olvidase ni ese horror”, expresó con visible emoción Amós. “Fue fuerte, fuerte”, añadió en voz baja, como todavía bajo la onda expansiva emocional de la experiencia.

Y es que hubo tardes durante la obra en que la gente, a veces cerca de un centenar, de forma espontánea, se congregaba en el solar frente al muro, en un silencio de velas y tristeza.

Fue tan intensa la impresión de esta suerte de vigilia que, en una ocasión, contó Amos, “dejé de pintar un momento, me giré y vi a toda esa gente aquí, mirando. Y sí, me emocioné. Fue fuerte”.

Por eso Amos, nacido en Miami de padres cubanos, decidió, sin dudarlo, mantener en este memorial los nombres compuestos o con los dos apellidos completos, en colores distintos, casi como brotando del inmenso corazón que ocupa una buena parte de la pared.

Y lo que, en un principio, se planteó como una propuesta de arte urbano a partir de la bandera arcoíris, símbolo del colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, dio paso una obra que toca a toda la humanidad.

“En un principio íbamos a trabajar con la bandera LGTB, pero en seguida me di cuenta de que era un problema que afectaba a toda la humanidad, no solo a los gays”, explicó este artista urbano que reconoce la especial satisfacción que le causa mirar a la gente acercarse al muro y estudiar sus reacciones.

En ese contexto, Amos relató que mucha de la gente que entra a contemplar el grafiti y tomarse fotografías no es consciente, en un primer momento, de su significado de pérdida de vidas humanas y tributo, atraídos más por el colorido corazón; pero, precisó el hispano, una vez que caen en lo que representa “cambian, empiezan a leer los nombres y lo ven de otra manera”.

Amos se considera un grafitero integral, una suerte de “arquitecto de letras” a base de aerosoles: “El grafiti tiene que ver todo con las letras, luego vienen los colores o las caricaturas; pero yo me mantengo fiel a las letras, siempre. Eso es ser grafitero, esas son las reglas”, afirmó sin asomo de duda.

Siente especial predilección por las paredes de grandes superficies, resultado directo de sus comienzos en 1994 como grafitero pintando vagones de trenes, recorriendo medio mundo en busca de espacios urbanos donde plasmar su creatividad.

Una vocación, la de artista urbano, que surgió en su vida cuando ya era un joven con un trabajo estable: vendedor de publicidad y seguros, una existencia sin sobresaltos, con un buen salario... pero vacía.

“Sonaba el despertador por la mañana y me quería pegar un tiro. Estaba muy insatisfecho. Era horrible. Hacía buenas ventas, pero no era feliz”, dijo recordando aquellos años vacíos de sentido.

Hoy, Amos compagina su trabajo de grafitero con la dirección de Miami's Best Grafiti Guide, una empresa de éxito que organiza visitas a los principales puntos de arte urbano de Wynwood. “Aquí hay tanto arte, de un calibre tan grande, con artistas de todo el mundo, y la gente no lo sabe”.

Etiquetas
stats