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Nickolas Butler: “Canciones de amor a quemarropa es producto de una mezcla de nostalgia, soledad y presión”

Carmen López

Es fácil imaginar cómo serían físicamente los protagonistas de Canciones de amor a quemarropa y es difícil no identificar a alguno de ellos con Nickolas Butler, su autor. Nacido en Pennsylvania, pero criado en Wisconsin, en su libro describe cómo es la vida en un pequeño pueblo imaginario llamado Little Wing que podría haber sido el suyo. Una historia coral en la que cinco amigos se reencuentran en su lugar de origen al inicio de su madurez, con todo un pasado común a sus espaldas. Ahora se edita en castellano por Libros del Asteroide, traducido por Marta Alcaraz, tras las buenas críticas recibidas en Estados Unidos.

Butler había publicado anteriormente historias cortas, poemas y algún libro de no ficción. Esta es su primera novela, aunque cuando empezó a escribirla no tenía ningún objetivo en concreto: “Lo único que sabía desde el principio era que quería explicarles a mis lectores (en aquel momento mis compañeros del Taller de Escritores de la Universidad de Iowa) cómo era Wisconsin. Quería que fuesen capaces de ver los paisajes y hacerse una idea de las pequeñas luchas y triunfos que se llevan a cabo en un pueblo de dicho Estado. Pero cuando empecé a escribir, no tenía ni idea de que se convertiría en una novela”, comenta Butler a través de correo electrónico.

El proceso de escritura no fue precisamente un camino de rosas para el autor, aunque los obstáculos fueron, de hecho, los que le impidieron decaer. “Canciones de amor a quemarropa es producto de una buena mezcla de nostalgia, soledad y presión. Escribí la mayor parte durante mi tiempo en el Taller de Escritores. Fue un momento de mi vida extraño (y también maravilloso). Vivía dos o tres días en Iowa, pero lejos de mi mujer y mi hijo que estaban en Minnesota. Sentía que tenía que utilizar mi tiempo en Iowa con eficacia, porque no pretendía desperdiciarlo lejos de mi familia. No quería malgastar nuestros sacrificios”.

La etiqueta “indie” ha acompañado a la novela prácticamente desde su publicación. No sólo por su tono o por la trama, sino por el “rumor” de que Lee, uno de los protagonistas, está inspirado en el músico Bon Iver, compañero de instituto de Butler. El escritor esquiva la pregunta explicando que: “Lee está inspirado en Justin Vernon [nombre real del músico]. Pero no está basado estrictamente en él. Que yo sepa, Justin nunca se ha casado o divorciado”. Además, reconoce que su música no fue precisamente la banda sonora durante su proceso de escritura: “Honestamente, la mayor parte del tiempo escuché a Cannonball Adderley, Miles Davis, John Coltrane y Bill Evans”.

La América profunda

En un párrafo de la novela, el autor define a la comunidad de su país como un grupo de buenas personas que se ayudan entre sí, sin avaricia o consumismo. Una visión que puede chocar con la idea que desde fuera se tiene de la sociedad estadounidense. Butler aclara que: “América tiene defectos, lo sé. Pero en esencia creo que somos un país compuesto por gente trabajadora, fuerte y amable. Sé que lo somos. La codicia que está consumiendo a América tiene mucho que ver con una pequeñísima cantidad de gente que está devorando todos nuestros recursos. Pero ese no es el lugar en el que vivo, ni mi familia, mis amigos o mis vecinos”.

Su lugar de origen tiene un gran peso en su obra: “Ahí es donde he pasado casi toda mi vida. Mis descripciones del invierno son exactas y también la lucha por encontrar un empleo decente. Creo que he explicado de manera certera cómo puede ser un pequeño pueblo de Wisconsin. Para mí puede ser un lugar maravilloso para vivir, pero tiene un montón de deficiencias también: no hay trabajo, no hay buenos restaurantes ni librerías, hay intolerancia, etcétera”.

De esa impronta original, se destila el notable aprecio por la vida rural que Butler transmite en la novela: “Me gusta viajar a grandes ciudades: San Francisco, Nueva York, Chicago, París y Ciudad del Cabo en particular. Pero yo prefiero vivir en el campo. Escuchar a los pájaros es importante para mi y también el silencio. No quiero vilipendiar a las grandes ciudades, sólo es que no estoy hecho para ellas”.

Una historia de barbas, cervezas y camisas de cuadros

La trama de Canciones de amor a quemarropa gira en torno a las experiencias (comunes y personales) y el reencuentro de cuatro amigos que crecieron en Little Wing: Henry, Lee, Kip y Ronny. Además de las voces masculinas, predominantes en el libro, hay una protagonista que también tiene un espacio importante en la narración: Beth. Al preguntarle al autor por ella responde: “Bueno, la necesitaba por un montón de razones. Sobre todo para aportar una perspectiva femenina en contraste con el resto de los personajes. Cuanto más escribía sobre ella, más importancia iba ganando”.

Es fácil intentar intuir los tintes autobiográficos presentes en la historia (la localización de la novela, la edad y descripción de los personajes...). Butler afirma que hay algo suyo en cada uno de ellos, aunque enfatiza que sus vidas son imaginarias: “Pasé casi tres años escuchando sus voces en mi cabeza, imaginando sus vidas ficticias”.

Actualmente ya tiene nuevos trabajos en marcha: “Estoy llevando a cabo varios proyectos: dos colecciones de poesía, dos obras de teatro, una novela y un guión. Tengo problemas para concentrarse en una sola cosa, es casi una maldición”. Según su primera novela, un invierno en Wisconsin puede ser el sitio perfecto para centrarse y llevarlos a cabo.

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