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El explosivo legado de Heathers

Tres Heathers y una Verónica

Lucía Lijtmaer

Seguro que te acuerdas. Es imposible olvidarlo. En algún momento de todas y cada una de las comedias románticas adolescentes de los ochenta, la protagonista, una nerd de quince años de cutis virginal, sufre una transformación que la convierte en visible para el chico -que es deportista y popular-. Generalmente basta con cambiarse el vestido de excéntrica por uno en colores pastel, quitarse un poco de rimmel y poner mirada ladina. Por ejemplo:

Ese es el momento en el que cualquier espectador con un mínimo de criterio suspende su raciocinio porque entra la llamada Escena del Cisne. En la Escena del Cisne, el patito feo -la empollona- se transforma en alguien visiblemente atractivo para trascender su estatus de perdedora y caminar del lado del guapo molón hasta el ocaso, que conlleva el fin de la escena, y, generalmente, el fin de la película.

Pamplinas. Eso piensa Veronica, la protagonista de Heathers, interpretada por Winona Ryder en un film de culto que ahora cumple su aniversario. Pamplinas, tonterías, chorradas, piensa y enciende un cigarrillo con el incendio que acaba de crear a base de gasolina, dejando un reguero de muerte y destrucción.

Bienvenidos a Heathers, también conocida en España como Escuela de Jóvenes Asesinos. Para el que no conozca el argumento, el título ya da pistas: Veronica, una chavala que va a un instituto de Ohio, opta a formar parte del grupo de las triunfadoras -tres chicas llamadas Heather-. Cuando desaira a la líder de las Heather, querrá vengarse inocentemente junto a JD, el chico raro, atractivo y rebelde. Salvo que se les va de las manos. Y muere gente. Alguna Heather que otra.

En estos días se cumplen 25 años de la película que marcó un antes y un después en el cine para adolescentes, que sirvió de inspiración para Clueless, Freaks and Geeks, Mean Girls y todo un género, y que llega ahora en formato de musical a Broadway. Repasamos aquí las razones por las que se convirtió en una película de culto y lo sigue siendo a día de hoy:

-Trasciende el género: Heathers es una comedia para adolescentes, pero también es oscura. A ratos tiene elementos de thriller, comedia desopilante y una atmosfera inquietante y surrealista que la alejan de los parámetros de lo real y, sobre todo, de lo verosímil.

-Subvierte todas las reglas: A Veronica se le presupone un pasado de empollona, pero ella ha alcanzado otro estatus a través de todas las humillaciones a las que ha sido sometida por parte de las tres Heathers. ¿Quién dejaría atrás algo así? Realmente, ¿quién urdiría una venganza pudiendo integrarse en el sistema? Nadie. Eso es, nadie. Veronica primero intenta mediar entre los empollones y las triunfadoras en la cafetería del instituto, pero en cuanto eso no prospera, está preparada para convertirse en la justiciera que todos necesitábamos, canalizando un odio ancestral contra el sistema férreo y medieval de la adolescencia.

-Muestra la crueldad: Olvidémonos de las comedias adolescentes supuestamente “inteligentes” de las últimas décadas. Comparadas con la realidad de Heathers, son algodón de azúcar infantil. Aquí se esclaviza a la protagonista, se bromea con la depresión, el sexo no consentido, el suicidio, la anorexia y se tortura al más débil. Y eso solamente en los primeros veinte minutos.

-La protagonista no es virgen. Aleluya, dioses de las películas para adolescentes. Aquí el sexo no es un rito de paso, el triunfo antes de la graduación, el momento de comunión espiritual entre el guapo y la tímida, el esperado fin de fiesta. Veronica conoce a JD. JD pasa por su casa a saludar. La escena siguiente ya les pilla sin ropa, postcoito, y con mucha película por delante. ¿Por qué? Porque aquí el sexo no funciona como un fin en sí mismo, como la aspiración por la que suspira la audiencia femenina. Apartense, que vienen curvas.

-Las malas son lo peor: las Heathers son ricas, juegan al cricket, destrozan flores, hacen daño porque sí y escalan socialmente a través del sexo y la manipulación. Como dice una Heather “todos quieren ser mis amigos y follar conmigo, y eso que estoy solamente en primer curso”. Las Heathers son las precursoras de “Las mujeres perfectas”, más conocidas como las Stepford Wives. ¿Quién no querría matarlas?

-La anarquía es el único camino para aplastar al opresor: la dictadura de las Heathers, que busca el servilismo total por parte de todo el instituto, no acaba con una nueva reina de la belleza coronada. Veronica no quiere desbancar a sus contrincantes, sino volver a un mundo más humano. “Desde que estoy con ellas sólo uso mi cociente intelectual para decidir qué pintalabios ponerme”. El status quo debe ser desbancado. No hay integración posible.

-El periodista de Rolling Stone David Breskin sostiene que Heathers está al menos parcialmente inspirada en un caso real de asesinato que él cubrió en el reportaje Chicos en la oscuridad. En él, un grupo de adolescentes acabaron con dos compañeros del instituto, sin que se supiera muy bien quién había cometido el crimen. Cuando Breskin inició la investigación, haciéndose pasar por un estudiante, encontró que todas las chicas del instituto se llamaban Jennifer.

- “Fóllame suavemente con la sierra mecánica. ¿O tengo pinta de Madre Teresa?”, es la frase más conocida de la película. ¿Alguien ve a Alicia Silverstone o a Molly Ringwald diciendo esto en una película para quinceañeras? Fin del alegato.

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