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Atención: la industria del espectáculo castiga a un maltratador

Stoya

Lucía Lijtmaer

Los acontecimientos se narraron en Twitter y desde entonces la bola fue imparable. Hace tres días, la actriz y productora porno Stoya lanzaba una bomba en la red social: “Esa cosa de conectarse a Internet por un segundo y ver a la gente idolatrando al tipo que me violó. Apesta. James Deen me agarró mientras yo decía: 'No, detente'. Usé mi palabra de seguridad. Ya no puedo sonreír y asentir cuando la gente habla de él”.

Sin que transcurriera mucho tiempo más, sus compañeras de profesión Ashley Fires y Tori Lux relataban sus testimonios. Fires explicó a The Daily Beast que Deen era el único actor con el que se niega a trabajar desde hace años después de que intentara violarla. Tori Lux, en el mismo medio, daba su testimonio: Deen la había golpeado y agredido sexualmente en una pausa de un rodaje. Tras unas horas, James Deen replicaba en su propia cuenta de Twitter: “Quiero asegurar a mis amigos, fans y compañeros que estas acusaciones son falsas y difamatorias. Respeto a las mujeres y conozco y respeto los límites profesionales y privados”.

Mientras tanto, incontables estrellas de la industria mostraban su apoyo a Stoya y algunos –como Zak Smith, el novio y productor de la también estrella Mandy Morbid– relataban tener conocimiento de otros casos en los que James Deen salía perjudicado.

La respuesta de la comunidad del porno estadounidense no se ha hecho esperar: primero, la editora de la revista The Frisky hacía público su estupor y rechazo ante la presunta conducta de James Deen y anunciaba que ya no contarían con él como firma invitada. Deen tenía una columna de consejos sexuales (sic). Poco después, Kink, la productora más importante de BDSM en Estados Unidos, que trabaja asiduamente con el actor, le vetaba oficialmente de su web. Le siguió la empresa de porno Evil Angel, que distribuye hasta 100 títulos protagonizados por Deen.

Fueron atacadas y nadie hizo nunca nada

¿Cómo había sido posible tal silencio hasta entonces? La actriz porno Aurora Snow relata en The Daily Beast las ideas preconcebidas en los medios con respecto al porno: se tiene el prejuicio de que una trabajadora sexual se expone potencialmente a casos de violencia, o que incluso las prácticas en las películas en ocasiones provocan que los límites sean difusos. Pero las propias afectadas lo explicaban en algunos de sus testimonios, que ocurrieron en lugares con más gente presente: fueron atacadas y nadie hizo nada.

El maltrato físico, la violación y el abuso contra las mujeres por parte de grandes estrellas ha tenido un trato desigual dependiendo de las épocas y de la industria. Chris Brown, que fue sentenciado a cinco años de libertad condicional y seis meses de servicio comunitario tras golpear a su entonces pareja Rihanna acaba de cancelar su gira austaliana después de que el ministro australiano de Inmigración, Peter Dutton, advirtiera a finales de septiembre que denegaría el visado de entrada a Brown por su historial en violencia de género. El estigma del maltrato también afectó a la promoción de Straight Outta Compton, cuando resurgieron las acusaciones contra Dr Dre.

Los tiempos cambian...o no

En el mundo del deporte, el caso del jugador de fútbol americano Ray Rice conmocionó a la opinión pública. En septiembre de 2014, salieron a la luz las imágenes de una cámara de seguridad en el ascensor de un hotel de Nueva Jersey. En ellas, se podía comprobar cómo durante una pelea con su pareja, la estrella de los Raven la dejaba inconsciente en el suelo a golpes y la arrastraba pasillo abajo. ¿El resultado? Pocos días después, la NFL decidió suspender indefinidamente al jugador, y su equipo le rescindió el contrato.

Pero quizás lo más escalofriante es que la respuesta es un caso aislado. En el último año, las estrellas Greg Hardy, Ray MacDonald y Adrian Peterson  han sido condenadas por ejercer violencia física contra sus parejas, lo cual ha tenido una respuesta ambivalente por parte de las instituciones que representan. El contrato de MacDonald con los 49ers fue cancelado después de varias acusaciones de violencia física y violación. Hardy fue suspendido durante 10 semanas pero el castigo fue rebajado a cuatro partidos después.

Aunque el escrutinio sea mayor en los últimos tiempos, lo cierto es que eso no ha implicado necesariamente una revisión de otros casos famosos. En el último año, el estreno del biopic Gascoigne sobre la célebre estrella de fútbol británica Paul Gascoigne apenas produjo una de las críticas más evidentes. El film hagiográfico no contenía los hechos por los que Gascoigne había permanecido en los titulares durante años: el maltrato continuado a su ex mujer Sheryl y a sus hijos. Por no hacer, los medios ni siquiera entonaron el mea culpa: cuando Sheryl Cascoigne denunció a su marido, el tabloide News of The World la acusó de cazafortunas. El artículo difamándola se publicó el 11 de octubre de 2009.

El reciente caso de James Deen provoca estupor, especialmente, porque el actor era considerado parte de una avanzadilla de hombres feministas en el porno. Ante la falacia salta la indignación de Stoya y el escándalo. Pero como argumenta Ann Friedman, Deen siempre había sido ambivalente con respecto al feminismo. En declaraciones a la revista Elle, Deen negó serlo, e incluso cuando finalmente aceptó la definición, no necesariamente se rigió por ella. Por eso, quizás, resulta tan chocante ahora para todo el mundo. Sus fans le creyeron feminista. Pero nadie le preguntó a las mujeres que habían tratado con él.

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