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Vuelven las mejores, cari

La serie de los 90 Absolutely Fabulous

Lucía Lijtmaer

Dejemos de lado los frentes nacionales y lo que podemos (jojo) hacer durante un rato. Si hay algo que las elecciones han hecho es opacar la noticia del año. En estos momentos, mientras se revisan papeletas de diverso pelaje y se llenan columnas de opinión al respecto hay una secta que, irreductible al invasor, lleva celebrando desde el domingo con polvo colombiano, champán francés y ropajes de estridentes colores -Lacroix, querido. LA-CROIX- el regreso de las dos mujeres más disparatadas de la historia: Patsy y Eddy, Eddy y Patsy. Vuelven. Finalmente. Y a lo grande.

La guionista, actriz y directora Jennifer Saunders ha anunciado que se está preparando una película de Absolutely Fabulous, en lo que se espera sea el retorno y revisitación de la serie de culto de los noventa. Para los desmemoriados: Absolutely Fabulous cuenta la vida y milagros de Edwina Monsoon y Patsy Stone, dos amigas de edad “madura”, conservadas en alcohol y estupefacientes que recuerdan sus días gloriosos en el Londres de los sesenta e intentan mantenerse en la brecha del mundo de la moda y los famosos aunque haya pasado ya su época de esplendor. Ambas deben lidiar con Saffron, la hija de Eddy, la némesis de ambas en su corrección, madurez y sensatez conservadora.

Saunders, que creó la serie a partir de un sketch durante su etapa como dúo cómico con Dawn French, ha explicado durante una conferencia en el festival Hay que está escribiendo el guión y espera que “la película se estrene el año que viene”. Para aquellos que no sean conscientes del alcance de la noticia, aquí van algunas razones para comprender por qué se trata de un retorno que promete puro jolgorio.

Cinco razones para celebrar

Tiene a los personajes femeninos más irreverentes de la televisión: en la primera temporada Patsy y Eddie viajan a Francia, donde se quedan sin drogas y Patsy intenta esnifar detergente en polvo. En la misma temporada, Patsy, borracha, incendia la cocina de su amiga e inhala la habitación por entero. También reconoce haber pedido a Eddy que no tuviera a Saffron (“le aconsejé que usara la técnica de la aguja de coser”, le espeta a la chica). En otra ocasión, Eddy olvida el nombre de su hija (“Por eso me llamas 'cari' y 'amor', ¿no?”, responde ella) y, siempre, en todo momento ambas ignoran fervientemente lo que pasa a su alrededor (“Cari, todo ha cambiado por culpa del Seven Eleven”, dice Eddy, confundiendo sin cesar las fechas del atentado de las Torres Gemelas con el nombre de un supermercado).

Es una espléndida crítica al triunfalismo vacuo del Reino Unido de los noventa: la década en la que los pubs dejaron paso a los bares de vinos, se puso de moda la cocina de autor y los yuppies sin complejos florecieron por todas partes se traslada a la ficción de mano de dos personajes que trabajan en el mundo de la moda y la comunicación sin tener ni idea de absolutamente nada.

“El sector de la comunicación vivió un boom y de repente todo el mundo se dedicaba a lo mismo”, ha dicho Jennifer Saunders sobre esa época. Esto se lleva a la serie mediante unos personajes vacíos, sin atribuciones ni nada que hacer. “¿Qué hago como relaciones públicas? Que la mierda parezca creíble”, explica Eddy a su hija. Por otra parte, Patsy trabaja en la redacción de una revista de moda sin pisar la oficina durante años, pero tiene muy clara la magnitud de su trabajo: “Puedo hacer que las faldas sean tan cortas que el mundo sea tu ginecólogo”.

Si el género es una construcción social, los fans de lo queer deben haber conocido a Patsy Stone. La rubia más chalada, bautizada como Eurydice Colette Clytemnestra Dido Bathseba Rabelais Patricia Cocteau Stone podría haber sido un hombre en algún momento de su vida. A eso se apunta en varios capítulos, donde Patsy, después de fardar de ser una chica Bond pero aparecer únicamente en películas eróticas -una broma interna, ya que la actriz que encarna a Patsy, Joana Lumley, actuó en “James Bond al servicio de Su Majestad” en su juventud-, se revela que tras ejercer de traficante de cannabis en Marruecos, Patsy se operó para ser un hombre. “Pero después se le cayó”, resume despreocupadamente Eddy.

La serie tiene los mejores y más divertidos cameos de la BBC. Marianne Faithfull ejerce de ángel de la guarda frente a un diablo encarnado por Anita Pallenberg. Whoopie Goldberg casa a Eddie y Patsy en un viaje a Nueva York que culmina con un helicóptero y mucho vodka. Kate Moss acepta formar parte de un evento solidario y Patsy le saluda con un “claro que te conozco”. “Nosotras, las que tenemos 39 años, debemos apoyarnos mutuamente”. Además, el show, que gozó de enorme popularidad entre la comunidad gay de EEUU logró un himno de los mismísimos Pet Shop Boys.

Ser bueno es un coñazo: si algo distingue a Absolutely Fabulous es su total apología de la frivolidad y el disfrute. ¿Hedonistas y egoístas? Sí. ¿Ignorantes y despreocupadas? También. Pero ¿quién quiere ser Saffron, abocada a lo políticamente correcto, y quien después de tanto trabajo lo único que consigue es crear una familia aburrida, comedora de muesli, amante del teatro comprometido y recicladora de envases de yogur? Nada provoca más pavor que la normalidad y la cotidianidad al dúo dinámico. En palabras de Patsy, tras ser arrestada después de un viaje al campo: “Lo que me da miedo no es que me hayan estafado comprando drogas malas. Lo que me da miedo de verdad es que haya disfrutado jugando al ping pong sobria”. Un pensamiento aterrador donde los haya.

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