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Un libro reúne las fotografías de un joven Francesc Boix sobre la guerra

Un libro reúne las fotografías de un joven Francesc Boix sobre la guerra

EFE

Madrid —

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Francesc Boix es conocido como “el fotógrafo de Mauthausen” porque consiguió inmortalizar en el campo de concentración escenas que sirvieron como pruebas en los juicios de Nuremberg, pero antes, con 17 años, había retratado el día a día de la guerra civil en unas imágenes que se han reunido en un libro.

Estas imágenes del joven Boix (Barcelona, 1920-París, 1951), cuyos negativos fueron encontrados en 2010 de forma fortuita en Perpiñán (Francia), reflejan a los soldados haciendo la colada, la comida, de maniobras o hablando con los lugareños en el frente del Ebro, entre 1937 y 1939.

Parte de estos negativos son los que conforman el libro “Los primeros disparos de Francesc Boix”, editado por Now Books, en el que, junto a las imágenes, figuran textos de varios expertos que relatan las peripecias que vivieron las imágenes captadas por Boix.

Así, recuerda el fotógrafo Ricard Marco, el origen del retorno de estas imágenes es Perpiñán, donde un coleccionista francés las compró en un mercado de objetos usados y se pusieron a la venta en una casa de subastas de la ciudad francesa sin que nadie las adquiriera.

Posteriormente, en 2013, la Comisión de la Dignidad tuvo conocimiento de que un fondo de fotografías de la Guerra Civil de autor desconocido iba a ser subastado por internet y las adquirió.

Investigaciones posteriores determinaron que la mitad de los 1.400 negativos eran de Francesc Boix mientras que el resto, (correspondientes al período republicano entre 1931 y 1936) están en principio atribuidas a su padre, Bartomeu Boix, asegura Marco.

El hecho de que se descubrieran los negativos en Perpiñán se debe, considera el historiador Josep Cruanyes en el libro, a que Francesc Boix se los debió llevar en su retirada hacia Francia tras la derrota del ejército republicano, a cuya 30 división se había incorporado a los 17 años.

Con 19 años, fue recluido en los campos de internamiento franceses, destinado como excombatiente republicano en la Compañía de Trabajadores Extranjeros y, tras ser detenido, el 27 de enero de 1941 fue deportado a Mauthausen, donde, fue destinado al Departamento de Identificación.

Aprovechando su trabajo en el laboratorio fotográfico, fotografió y salvó de la destrucción miles de negativos que acreditaban la barbarie nazi y que fueron determinantes en los juicios de Nuremberg, donde declaró Boix como testigo.

Mientras, “Los primeros disparos de Francesc Boix” son una colección de imágenes sobre la vida diaria en los frentes del Ebro y el Segre, una mirada desde dentro apartada de la visión de los reporteros de guerra.

Así, hay fotografías sobre la construcción de las barracas donde vivían los soldados en la montaña, las trincheras, la comida, los ratos de reposo, las prácticas y las maniobras o la llegada de la correspondencia.

También hay imágenes sobre la épica del combatiente, muchas escenas claramente simuladas de retratos de soldados con armas, y momentos de esparcimiento con bandas de música, bailes y partidos de fútbol, señala el fotógrafo Ramón Barnadas.

Pero Boix muestra también la destrucción que provoca la guerra en los pueblos y retratos de protagonistas anónimos de la época.

Son estos retratos los que componen el género “más cautivador” del fondo hallado, dice Barnadas, que explica que en ellas aparecen muchos soldados sonrientes, quizás porque eran fotografías encargadas para mandar a sus familiares.

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