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El “haiku” se torna “sexi”, de la mano de Juan Luis Tapia

El "haiku" se torna "sexi", de la mano de Juan Luis Tapia

EFE

Sevilla —

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El “haiku” es una composición poética japonesa de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas que retrata un instante o una imagen de la naturaleza, pero en España, donde cuenta con numerosos cultivadores, abarca ya cualquier tema y hasta se ha vuelto “sexi” de la mano de Juan Luis Tapia (Granada, 1964).

“Haiku-Sex” es el título con que Tapia, poeta y editor, ha reunido, para el nuevo sello granadino Tacón Rojo un centenar de “haikus” de tema erótico, ilustrados por María Sol.

El autor ha dicho a Efe que aspira a que estas composiciones “sean impactos visuales que inviten a la ensoñación de los cuerpos, del deseo y de esa imagen sexual recreada en la intimidad de la mente”, para lo cual ha tratado de capturar “imágenes de intensidad, de clímax, de invitación en la soledad y al manejo de las caricias”.

Tapia ha pretendido “despertar en el lector la emoción de una escena, de una reflexión, de un acto relacionado con el sexo y, por supuesto, con el placer; creo en la mística de la carne, en que hay posiciones y sensaciones de deseo sexual que se confunden con lo espiritual, y a las muchas místicas me refiero, entre ellas a Santa Teresa de Ávila”.

De algunos de los poemas de Santa Teresa, “esa gran poeta”, ha dicho que se pueden “leer en dos vertientes, la erótica y la espiritual; hay teóricos que hablan de la confusión del éxtasis místico con un orgasmo profundo e interior, el que se produce en la mente, un orgasmo similar al que disfrutan quienes practican el sexo tántrico”.

“Ahí, en ese estado se encuentran algunos de estos 'haikus', y otros son más terrenales, carnales y sexuales”, ha añadido.

Ese aire de comunión con la naturaleza, casi místico, espiritual, que posee el “haiku” clásico no lo ha desdeñado Tapia en sus composiciones: “Desde la más alta excitación se puede alcanzar una inigualable sensación espiritual”.

En estos “haikus” hay, según Tapia, “imágenes fruto de la ensoñación colectiva, el trío de dos ante el espejo, la desnudez, el fetichismo de unos tacones que caen desde unas medias de rejilla, los tangas en descenso a los cielos del deseo, la mano que recorre esas zonas transformadas en entradas a otros sentidos, más ocultos, más cerebrales...”

El efecto que persiguen estos destellos líricos, cuya estructura es similar a la de algunas composiciones flamencas y populares, es que “esos flashes verbales se alojen en la mente y afloren, de manera imprevista, en el subconsciente de la erótica”, según Tapia, quien insiste en que, como en tantos juegos eróticos, la precipitación no conduce a nada bueno y es mejor demorarse en la suerte.

Por eso aconseja serenidad y nada de prisas en la lectura de estas breves composiciones poéticas que, en su opinión, “requieren el reposo en la boca de un buen cacao puro, que desaparezca con el tiempo en el paladar de la mente para hallar todos sus matices, y poder volver una y otra vez sobre ellos”.

Aunque ha aspirado a que todos funcionen como “dulces imágenes que pretenden instalarse en la retina mental del lector”, ha admitido haberlos escrito de muchos tipos, “algunos más reflexivos, más explícitos y otros entregados como cargas de profundidad”.

Sobre su sentido del erotismo, el poeta ha asegurado inclinarse por “el erotismo del conocimiento, de la consciencia, en el sentido más budista del término”, y ha puesto un ejemplo que bien podría obedecer a algunas de las imágenes transmitidas en sus “haikus”: “Un desnudo no dice nada sin unos zapatos rojos de tacón y un tanga que se cae”.

Sobre la profusión de términos religiosos en sus composiciones eróticas ha señalado: “La erótica conlleva una espiritualidad específica; el sexo conlleva cierta liturgia, aunque algunas veces se produzca de manera instintiva; pero la erótica, aquella excitación que se va a la mente y no al muslo, tiene un cariz mágico, desconocido y por lo tanto sagrado”. Alfredo Valenzuela.

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