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Una nueva teoría aniquila la historia conocida del diamante de Isabel II

Una nueva teoría aniquila la historia conocida del diamante de Isabel II

EFE

Nueva Delhi —

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En su nuevo libro, el historiador escocés William Dalrymple tumba como “falsos” muchos de los pasajes más famosos en la historia del emblemático diamante Koh-i-Noor y revela facetas hasta ahora desconocidas de la gema que el Sur de Asia reclama a la reina Isabel II.

El autor advirtió en una entrevista con Efe de que el “diamante más infame del mundo”, como lo describe el título de la obra que acaba de publicar junto a la periodista india Anita Anand, aún puede ser una “gran fuente de conflicto” entre la India y Reino Unido y reconoce que Londres debe una disculpa por las “atrocidades” de la época colonial.

Del Koh-i-Noor o Montaña de Luz se ha dicho que fue encontrado en una mina y guardado en un templo del sur de la India, robado por una dinastía y entregado cíclicamente a la siguiente hasta que el gobernante iraní Nader Shah se lo quitó en 1739 al emperador mogol Muhammad Shah con un disimulado intercambio de turbantes.

Pero nada de eso, afirma Dalrymple, “se puede probar”, ya que la primera referencia “sólida” del diamante data de tan sólo 1750.

Se trata de una crónica persa de la invasión de la India por parte de Nader Shah que sitúa la codiciada piedra entre las mil y una gemas que adornaban el llamado Trono del Pavo Real y en una época en la que, según el historiador, rubíes y espinelas hacían sombra a los diamantes.

Es más, Dalrymple mantiene que el Koh-i-Noor no se hizo célebre hasta que los británicos lo arrebataron y lo exhibieron en la Gran Exposición celebrada en Londres en 1851, convirtiéndolo en el “máximo símbolo de colonialismo”, al más puro estilo “romano”.

El repentino interés en la joya hizo que todas las “referencias a diamantes grandes” en fuentes mogoles se asumiesen como menciones a la Montaña de la Luz, desatando una espiral de mitos hasta ahora incuestionables.

Además de desenmascarar las partes “falsas” de su historia, el libro arroja luz sobre los años, hasta ahora desconocidos, que la piedra pasó escondida en la pared de un fuerte o abandonada en la mesa de un mulá.

“Es inusual y excitante cuando puedes cambiar completamente la historia de algo que es mundialmente famoso y creo que esta vez lo hemos hecho”, apunta orgulloso.

Pero, ¿cómo hizo todos estos descubrimientos? “Por accidente”, confiesa el historiador, al narrar el hallazgo de varias fuentes durante un viaje que hizo a Afganistán para documentar su anterior libro, “El retorno de un rey”.

Fue, en concreto, un paseo por la biblioteca personal del entonces rector de la Universidad de Kabul y hoy presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, el que le puso sobre la pista de la información que ahora revela en su obra.

“Creo que fue la mañana más exitosa de toda mi carrera, volví a la hora de comer con una pila de fuentes persas”, entre ellas un montón de capítulos sobre el Koh-i-Noor “que nadie conocía”, relató.

Y es que Afganistán es uno de los países que hoy reclama el diamante junto a Irán, Pakistán y la India.

“Y los talibanes”, agrega Dalrymple entre risas al recordar aquella vez que el régimen insurgente (1996-2001) hizo una inesperada reclamación a Isabel II.

Amparándose en la necesidad de mantener cierta imparcialidad, rechaza posicionarse sobre las demandas interpuestas en los últimos meses desde la India y Pakistán pidiendo la devolución de la piedra, que forma parte de las Joyas de la Corona Británica.

Sin embargo, sí apostilla que, al igual que los indios alegan que el diamante les fue arrebatado “por la fuerza” -cedido por un maharajá sij de 10 años-, también a su último poseedor en el subcontinente le llegó a través de “torturas”.

La Montaña de la Luz, concluyó, causó “división, engaño y matanzas” durante siglos y “hoy sigue siendo el centro de las disensiones en las relaciones internacionales, como siempre lo ha sido”.

Dalrymple mira al pasado y lamenta cómo los británicos son “en su gran mayoría desconocedores de las atrocidades que cometieron” en la India en el siglo XIX, cuando “construyeron un imperio basado en racismo” que hoy no se estudia en los colegios ni forma parte del sistema.

Cree que Reino Unido “debe una disculpa a la India” y enseñanza al pueblo británico, incluidos los más altos cargos.

“Me siento avergonzado -admitió- de ver a estos sucesivos primeros ministros británicos que aparece por aquí, esperando ser amablemente acogidos por los amigos indios y desconocedores de que, en cierto modo, nos miran de la misma manera en que los israelíes miran a los alemanes”.

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