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El impulso renovador de las “visiones” de la escultura en una exposición

El impulso renovador de las "visiones" de la escultura en una exposición

EFE

Madrid —

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El impulso renovador del arte de un conjunto de creadores en el siglo XX, desde Brancusi y Rodin a Carlos Cruz Díez, emana en la exposición “Tener visiones (construyendo el mundo moderno)”, que plantea una revisión de la escultura en torno a la búsqueda de poderosas imágenes.

“El título -ha explicado a Efe Alfonso de la Torre, comisario de la muestra en la Galería Odalys de Madrid hasta el 29 de octubre- parte de una afirmación de Paul Cézanne -”lo importante es tener visiones“-, que habla de la conmoción del hombre moderno ante la creación artística”.

La exposición está integrada por una veintena de esculturas de diferente artistas, en una selección “libérrima”, que no tiene pretensiones de hacer un censo canónico de la escultura internacional del siglo XX, sino ofrecer “fogonazos”. No están todos los que son, admite el comisario, algunos porque no ha sido posible conseguir obras de ellos.

“Construyendo el mundo moderno”, el subtítulo de la muestra, es deudor, reconoce Alfonso de la Torre, de la exposición dedicada a una gran escultora, “Barbara Hepworh: Escultura por un mundo moderno”, que se puede ver en la Tate de Londres junto con “The World Goes Pop”, el otro pop, en el que no está Warhol y sí Rafael Canogar.

Una obra de Rafael Canogar (Toledo 1934), la titulada “El orador”, de 1970, en poliéster y fibra de vidrio pintada, nos atrae hasta el fondo de la sala en la Galería Odalys, aunque antes nos atrapa el enigma de la cabeza en bronce de Mademoiselle Pogany, de Brancusi (Hobitza 1876-Paris 1957), con la que parece subrayar, según el comisario, un permanente pensar en la cuestión de forma y vacío y en la complejidad de lo sencillo.

El cuerpo fragmentado creado por Rodin (París 1840-Meudon 1917) en bronce “Tras el martirio” (sin fecha), elogio de la energía y del fragmento, también al fondo de la sala, casi se toca con otro cuerpo fragmentado, éste de Tapies (Barcelona 1923-2012), “Materia en forma de natges” de 1986, en terracota.

La fragmentación interrumpe la representación a través de los caminos transitados del arte, dice el comisario, para quitar antes que poner, eliminar lo accesorio o, lo que es lo mismo, hacer la propuesta de un viaje nuevo, permitiendo de este modo el acceso a un conocimiento más hondo al de la representación fidedigna de lo real.

A pesar de que hay diversos autores, diferentes estilos y distintos países, las obras seleccionadas muestran las concomitancias entre estos artistas, casi todos del siglo XX.

Desde la representación de “clásicos” como Brancusi, Henry Moore (Reino Unido 1898-1986) o Rodin, a la cabeza en collage metálico de Manuel Valdés (Valencia 1942), los “Amantes” de Botero (Medellín, Colombia, 1932), la figura que vuela a la abstracción de Baltasar Lobo (Zamora 1910-París 1993), o los hombres de Chadwick (Londres 1914-2003) y la figura inquietante de Armand (Niza1928-Nueva York 2005).

De eso habla la exposición, de “encuentros, a pesar de la distancia en las épocas y en las realidades, de los diferentes caminos que se entrecruzan, de la escultura de aire representativo y de otras obras que se encuentran casi con el mundo constructivo o el conceptual”.

Y de la escultura como una de las manifestaciones más enigmáticas del arte, “arte de construcciones”, pero también a veces, de “descomposiciones y destrucciones de las formas”, del espacio y la forma como una intensa exposición de metáforas y un mundo de nuevas significaciones creado por la energía del escultor.

“Tener visiones” podría simbolizarse, en opinión del comisario, en una hermosa escultura de aire futurista, titulada “Falling Man”, fechada en 1986 por Ernest Trova (Saint Louis, Missouri, 1927-2009), de una pureza de estilo no lejana del aire de algunas máquinas u objetos de matemática exactitud, al modo de futuristas construcciones emuladoras de ciertas obras de Picabia, sus retratos-maquina, o de las maquinarias infernales de Duchamp.

Visiones son también, entre otras, las del arte cinético de los venezolanos Carlos Cruz Díez o Jesús Rafael Soto y el húngaro Vasarelly, que convierten la geometría en energía.

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