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La invasión de Perejil ya tiene una película

La invasión de Perejil ya tiene una película

EFE

Rabat —

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La invasión del islote de Perejil en 2002 y el conflicto entre España y Marruecos por su control y soberanía ya tiene una película que la relata en clave satírica, realizada por el marroquí Ahmed Boulane.

El filme “La isla” ya está terminado y listo para su comercialización en cuanto se completen las labores de doblaje o subtitulado de los personajes, pues hay escenas en español, en árabe y en francés, según relata a Efe el realizador.

Boulane advierte que es ante todo “una historia de ficción”, aunque esté inspirada en hechos reales.

En la película, Brahim, un agente de las Fuerzas Auxiliares marroquíes es enviado por sus superiores a instalarse casi con lo puesto en la isla y controlar, sin ayuda de nadie, el intenso tráfico de personas y de mercancías ilegales que surcan el Estrecho de Gibraltar.

Al poco de llegar, un náufrago senegalés llamado Mamadou aparece en las costas de Perejil y se establece entre él y Brahim una curiosa relación que pasa del racismo a la complicidad en su lucha común por la supervivencia.

Pero la llegada de Brahim al islote desata todas las alarmas en España, y la película salta de pronto al centro de poder en Madrid, donde José María Aznar y sus ministros Federico Trillo y Ana Palacio, además de los jefes de los tres ejércitos (todos ellos actores españoles), planean la respuesta que la invasión merece por parte española.

Habría mucho que decir sobre el evidente desequilibrio que la película plantea: en el relato de Boulane, el conflicto de Perejil fue poco más que la torpeza de una remota oficina marroquí, a la que España respondió con todo el peso político y militar de un Estado.

Asegura Boulane que en su primera versión salían los reyes de los dos países, Juan Carlos I y Mohamed VI, inmersos en el conflicto, pero la “comisión de visionado” del Centro Cinematográfico Marroquí, que da las subvenciones en concepto de adelanto sobre ingresos en taquilla le recomendó sacar la escena para darle un ángulo “menos político y más humano”.

Así que en el filme la política ya no se cuece en Rabat, pues queda en manos de Aznar, Trillo y Palacio, a quienes Boulane no ha querido “caricaturizar en exceso”, porque, dice: “No quiero hurgar en la herida ni busco el odio, sino hacer una película simpática y graciosa”.

La película recuerda en varios momentos a “La vaquilla” de Berlanga, en esa ridiculización de la política y los grandes ideales, pero Boulane asegura que solo conoce al cineasta español de nombre y que sus referencias beben más bien del neorrealismo italiano.

El actor principal, Abdallah Ferkaouss, que da vida a Brahim, es bien conocido en Marruecos, siempre en papeles cómicos, y resulta creíble en su papel de soldado inocente, perdido en todos los frentes, reales y figurados.

Es ilustrativo el modo en que la película fue rodada en ambos lados del Estrecho: la verdadera isla de Perejil no aparece en ningún momento por estar en una zona de alto interés estratégico donde está prohibido filmar, y Boulane tuvo que buscar su réplica en playas de Casablanca, Tánger o Alhucemas.

En comparación, llama la atención las tomas aéreas de la Plaza de la Cibeles y la Puerta de Alcalá en Madrid, y las abundantes localizaciones en palacios españoles (sevillanos en realidad) que pasan por ser la Moncloa o el ministerio de Defensa.

¿Y los uniformes de los soldados españoles cuando desembarcan en la isla? Boulane pensó en encargarlos a un sastre de la medina de Casablanca, hasta que alguien le contó que en el llamado “zoco Melilla” de la ciudad de Nador se encontraban uniformes usados del ejército español al gusto del consumidor, y no tuvo problemas en aprovisionarse.

La Isla es una coproducción del propio Boulane con La Maestranza Films, y cuenta con dos subvenciones: 390.000 euros del organismo cinematográfico marroquí y 250.000 de un organismo público andaluz; Canal Sur, por su parte, se ha reservado los derechos de emisión televisiva en España.

Y es que la película nace con vocación de exhibirse en Marruecos y en España. Será interesante ver cómo el público reacciona ante esta comedia que removerá la memoria de más de uno en un momento en que los dos países vecinos del Estrecho viven una luna de miel sin aditivos. Ni perejil ni cilantro.

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