Javier Martínez, violero: “Un instrumento es un ser vivo”

Zaragoza, 27 jun (EFE).- El arte de construir instrumentos musicales se ha convertido en una pasión para muchos, pero es una formación que se imparte en pocos lugares. Uno de ellos es la Escuela de Violería de Zaragoza, cuyo director, Javier Martínez, expresa que para él un instrumento musical es una “pequeña arquitectura” y a la vez “un ser vivo”.

Martínez construyó su primer violín a partir de una guitarra rota que encontró en su casa cuando era solo un niño. Cuenta, en una entrevista a EFE, que nunca antes había visto uno, y el resultado fue realmente “una caricatura” de un violín de verdad.

A la hora de construir un instrumento, Martínez apunta que es imprescindible conocer al músico que luego lo tocará y define el proceso como “una aventura compartida”.

“Un músico junto a su instrumento forman una única unidad”, afirma Martínez. Considera necesario saber cuáles son las búsquedas del músico e, incluso, conocer su personalidad para que el instrumento se adapte a él.

La Escuela de Violeros de Zaragoza nació en el año 2014 con el propósito de cubrir un espacio que las enseñanzas oficiales españolas no incluyen, la construcción de instrumentos.

El director de la escuela lamenta que en España no exista un título en construcción de instrumentos ya que según cuenta durante el siglo XV fue “la mayor potencia” en violería.

Las aportaciones de los violeros españoles, en especial, la de los zaragozanos fueron claves durante el Renacimiento para la posterior evolución de la lutería a nivel internacional. Estos violeros modificaron la trayectoria de los instrumentos de cuerda pulsada, explica Martínez.

Entre las labores que se llevan a cabo desde la escuela está la recuperación del patrimonio organológico, es decir, de los instrumentos musicales que han desaparecido.

En 2020, el Gobierno de Aragón a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural declaró bien de interés cultural inmaterial al legado de los violeros aragoneses.

Esto es “un paso muy avanzado” ya que es la primera declaración que se hace en España sobre el legado de la violería nacional, añade el director de la escuela.

Zaragoza fue la ciudad en la que a finales del siglo XV había un mayor número de violeros trabajando en toda Europa, apunta Martínez.

Según explica Martínez se le atribuye a los violeros zaragozanos la innovación de “la cintura aragonesa” porque en las pinturas góticas aragonesas del siglo XV aparecen representaciones de instrumentos con esta morfología. La cintura aragonesa es un estrechamiento en dos ces contrapuestas en la caja de resonancia de los instrumentos.

Su propósito es que cuando el arco toca la cuerda, este no roce la madera, expresa Martínez quien añade que este aspecto que ha llegado hasta nuestros días, revolucionó “completamente” el mundo de los instrumentos de arco.

La actividad de la Escuela de Violeros de Zaragoza se basa en tres pilares fundamentales: la investigación de las técnicas antiguas de la construcción de instrumentos musicales, la formación y la divulgación cultural y científica de este fenómeno, expresa Martínez.

Además, desde sus inicios la escuela también nació con el compromiso social de integrar en este proyecto a colectivos en riesgo de exclusión. Por ello, la Escuela firmó un convenio de colaboración con la Fundación Rey Ardid.

En la escuela ofrecen distintos cursos de formación y los perfiles de los alumnos que se matriculan en ellos son diversos, afirma Martínez.

Por este motivo, en estos cursos conviven estudiantes que quieren profesionalizarse en violería, apasionados de la construcción de instrumentos, músicos o padres de músicos que se apuntan para construirles instrumentos a sus hijos.

Patricia Simón García