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Jess Glynne debuta riendo hasta llorar

elDiarioes Cultura

“Realmente me río hasta llorar”, asegura Jess Glynne respecto al título de su debut discográfico, el cual le ha dado motivos para ello, concretamente cinco, el número de sencillos que han alcanzado lo más alto en su país, a pesar de haber nacido de un momento emocional bastante bajo. “Empecé el disco en un estado de tristeza y lo acabé en otro de felicidad”, ha reconocido la cantante y compositora de I cry when I laugh (Warner Music), álbum revelación que presentará en España el próximo mes de marzo.

Se trata, a grosso modo, de las emociones y experiencias de los últimos tres o cuatro años de su vida, tras una relación sentimental que no salió bien y que la dejó con el corazón roto, hasta que decidió “tomarse la vida de otra forma y admitir las cosas buenas que tiene una relación”. “Soy una persona muy positiva”, afirma Glynne (Londres, 1989), quien aparentemente decidió sacudirse las penas bailando en cortes como Hold my hand o la inicial Gave me something y que constituyen una mezcla de pop, soul y música dance. En esta categoría recibió un premio Grammy por el tema Rather be, de la banda Clean Bandit, al que ella puso voz, dando inicio a la cuenta récord de cinco números 1, a la que luego se sumaron Hold my hand, Don't Be so Hard on Yourself, Not Letting Go (con Tinie Tempah) y My Love (con Route 94).

En marzo, en España

Así dicho, parece una tarea fácil, pero fueron años de “mucho trabajo detrás de cada canción buscándole su propio sonido, en un viaje increíble”, ha dicho la cantante, feliz por todos esos registros. “Obviamente tengo una conexión diferente con la canción si la he compuesto yo, porque entonces hablan de las cosas que he experimentado”, reconoce. Glynne “admiraba las grandes voces” y sus primeros pasos en la música los dio de niña, imitando a Mariah Carey y Whitney Houston y jugando a transformar fragmentos de los canciones para hacerlos a su gusto y medida. Probablemente parte de su éxito radica en la personalidad de su voz grave. “Es importante sonar diferente y eso quizás es lo que atrae a la gente”, concede.

Entre los invitados de I cry when I laugh se encuentra otra gran voz, la de Emeli Sandé, cantante y compositora británica que, como ella, sacudió el mercado con su debut discográfico. Se la encontró “por azar” y la invitó a una sesión; así de fácil surgió su colaboración en Saddest vanilla. Glynne, que ya piensa en su próximo disco, sueña con llevar su música por todo el mundo. De momento, ya tiene una nutrida gira que en los próximos meses la tendrá ocupada por EE.UU., antes de retornar a Europa para actuar, entre otras ciudades, en Madrid (23 de marzo, sala Joy Eslava) y Barcelona (24 de marzo, sala Bikini).

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