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Juan Avellaneda: “No todo le queda bien a los delgados”

Imagen cedida por el diseñador.

EFE

Madrid —

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Juan Avellaneda es un “gentelman” de la costura con los pies en la tierra. Ha encumbrado el pijama a la alta costura, ha conseguido que un esmoquin pueda lucirse con unas sencillas esparteñas y ha sabido, en plena pandemia, cómo no perder músculo creativo: presenta nueva colección y diseño de joyas.

“Hay que potenciar el cuerpo, no dinamitarlo”, advierte el diseñador Juan Avellaneda este jueves en una entrevista con Efe, en la que afirma que “no todo le queda bien a los delgados” y asegura que, como creador, no puede olvidar su experiencia “como consumidor”.

El diseñador catalán (Barcelona, 1982) ha aprovechado el tiempo de pandemia para crear e ir más allá del diseño de moda al presentar también su primera colección de joyas.

Define el panorama actual de la moda como “oscuro, complicado” y advierte de que España es un referente en artesanía pero que “no hay apoyos”. “Parece que solo vivimos del turismo”, se lamenta, si bien reconoce que, “por suerte, la gente está apoyando el comercio local y los diseños especiales”.

Él, que ha presentado sus diseños en la semana de la moda masculina de París, apuesta por colecciones cápsulas: “No puedes competir con grandes como Dior o Vuitton” respaldados por grandes emporios económicos.

Pese a las circunstancias, ha conseguido sacar adelante su colección, que vende a través de la web, haciéndola más accesible, y asegura que “no va nada mal”, porque mantiene un compromiso: “Los patrones evolucionan, pero la base no varía”, dice, una manera de que el cliente se sienta seguro en compras sucesivas pidiendo la misma talla. “Solo la primera venta es la más difícil”.

Ha conseguido hacer prototipos en “menos tiempo”, con todas las medidas de seguridad necesarias“ a pesar de que conseguir los tejidos ha sido el apartado más complicado. ”Me ha dado tiempo a analizar el negocio, a dar al cliente lo que más le gusta, a personalizar piezas“.

“El mayor elogio para un diseñador es ver a la gente con tus prendas. Creo universos reales, ponibles”, añade Avellaneda.

Una colección en la que él mismo es el modelo. “Hay que ser sincero con el cliente, creo que es una manera de que la gente piense que son piezas que le pueden quedar bien a todo el mundo”, una razón por la que también amigas suyas han posado como modelos.

Piezas en tonos lisos, florales, en popelin y Oxford, donde las camisas son protagonistas mientras que los bañadores están realizados con materiales reciclados.

“La camisa pijamera es la prenda que más vendo -confiesa-, ofrece un estilo sofisticado pero relajado. Ayuda a soñar”, y apunta que en ellas el escote abierto estiliza y observa que combinada con otras prendas se descontextualiza.

Tanto es así que se ha decidido a diseñar joyas. “Me apetecía que la marca tuviera algo más accesible”, piezas para combinar en cualquier momento del día con la ventaja de que de una joya es “difícil” de canse y además “no encoje”, comenta divertido.

“No te puedes distanciar de las personas hay que vestir para el día a día. ¿Quién se pone hoy grandes diseños, alta costura? Hay diseños que son impresionantes, pero los tienes que vender”, añade.

Reconoce que ha hecho suya una frase de Isabel Preysler que le trasladó su hija Tamara, su gran descubrimiento y “amiga para siempre” desde que se conocieron en el programa “MasterChef Celebrity 4”: “Los negocios son negocios, con una estrategia, un plan de ventas (...) De lo contrario, es un hobby”.

Un programa que le sacó de su zona de confort, un “reto” que le aportó mucho más que conocimientos de cocina.

“Ha evolucionado en pasarela, pero luego quién viste así. Lo que sí ha cambiado es el estilismo, pero las prendas como tal no han evolucionado tanto”.

El diseñador cree en la nobleza de los productos y de ahí que se atreva con mezclas inusuales como el esmoquin con alpargatas de cáñamo. “Hay piezas asociadas a la vida del campo, pero si las utilizas de una manera coherente dentro de la ciudad me parecen lo más”.

“Habría que reflexionar sobre la industria e incluso sobre nosotros mismos y la sociedad que esperamos llegar a ser”, concluye Avellaneda.

Inmaculada Tapia

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