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Lars Kepler: “Pensamos que escribimos libros optimistas, a pesar de todo”

Lars Kepler: "Pensamos que escribimos libros optimistas, a pesar de todo"
Barcelona —

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Barcelona, 14 abr (EFE).- Viéndolos sentados uno al lado del otro, sonrientes frente a una pantalla en su casa de Estocolmo (Suecia), es casi imposible pensar que Alexandra Coelho Ahndoril y Alexander Ahndoril, que firman con el pseudónimo Lars Kepler, sean los autores de “Lazarus”, su última y más negra novela.

En un encuentro telemático celebrado este martes, el matrimonio de escritores ha presentado la séptima entrega de la saga protagonizada por el inspector Joona Linna, siempre junto a la gélida y exigente Saga Bauer, que en España publica la colección Roja & Negra, de la que llevan vendidos solo en su país más de 350.000 ejemplares y que se traducirá a una veintena de idiomas.

Trepidante, como ya es marca de la casa, en esta ocasión ambos protagonistas se enfrentarán a un sádico asesino en serie que está ejecutando a criminales de toda Europa, un viejo conocido, Jurek Walker, que ya apareció en “El hombre de arena”, y al que daban por muerto, de ahí el título.

Alexandra, a pesar de reconocer que sí se trata de su historia más oscura, piensa que escriben “libros optimistas”, en los que también hay “peros, y tenemos a Joona y Saga, que nunca se rinden”, mientras Alexander apunta que “se pasa un poco del caos al orden, de la injusticia a la justicia”.

En todos sus libros, desvelan ambos, se preocupan de sus “propios miedos, los intentamos gestionar a través de las historias y así nos sentimos un poco mejor al final”.

Admiten, eso sí, que “igual no acaba todo súper bien, no es idílico todo, pero sí hay un final bastante bueno”.

De todas maneras, Alexandra no esconde que durante el proceso de escritura de la novela tenía pesadillas cada noche y “hay partes que todavía hoy, cuando las leo, me hacen llorar”.

Alexander precisa que cuando se sientan a pergeñar sus relatos nunca piensan en si serán más violentos que el anterior, “el hecho de escribir -remata- tiene que ver con la pasión, que permanece a lo largo de los años, y con las posibilidades que nos ofrece el género”.

“Seguimos lo que nos palpita en el corazón y el hilo de nuestras historias, aunque hay veces en las que los personajes nos hacen ir hacia donde no habíamos previsto”, añade.

No obvian que por primera vez son Joona y Saga los que están en el centro de la acción debido a Walker, pero “nos interesan todos los otros personajes que les acompañan, desde los más próximos a los más secundarios”.

Alexander Ahndoril abunda en que, de hecho, viven con los personajes y “como escribimos en presente, nos encontramos con ellos cada día desde hace doce años, son ya como amigos o miembros de la familia y en cada nueva aventura o situación que protagonizan les seguimos haciendo preguntas”.

Alexandra cree que tienen la obligación y la necesidad como creadores de dotar de “lógica interna a cada uno de ellos, aunque uno sea un asesino en serie”, mientras Alexander sostiene que trazan el perfil de alguien con un trastorno psicológico que “necesita matar, matar y seguir matando”.

Dejan caer, asimismo, que “cada uno de nosotros tenemos algo oscuro o muy oscuro en nuestro interior, pero, por suerte, no sentimos la pulsión de asesinar”.

Alexandra, que cuenta que escriben uno al lado de otro en una habitación de su casa y van pasándose a través del correo electrónico los textos que van elaborando y retocando, confiesa que utilizan sus propios “miedos, pesadillas y pavores, a la vez que llevamos a cabo mucha investigación durante el proceso, leemos mucho, hablamos con expertos de diferentes ámbitos, como psicólogos, psiquiatras y oficiales de la policía”.

Tampoco rehuyen que han llegado a disparar rifles “para sentir lo que ello supone, porque entendemos que en nuestras novelas la autenticidad es muy importante, por eso cada libro tiene su investigación especial”.

Ambos autores coinciden, a la vez, en que la empatía es clave: “No escribimos libros porque nos guste la violencia, al revés, la odiamos y queremos ser leales con todas las víctimas que aparecen en nuestras obras, porque cada uno de los asesinados es un ser humano, con su familia y sus relaciones”.

Aunque haya “comportamientos que puedan hacer perder la fe en la humanidad”, apuntan que los humanos son capaces de grandes hechos, a pesar de que “haya personas que no sean capaces de vivir en sociedad porque igual han sufrido demasiado y les han destrozado”.

En este punto, Alexandra reconoce que son “muy escandinavos y pensamos que cuando se comete un crimen o hay un delito lo que hay es un fracaso de la sociedad en sí, hay algo que no funciona bien”.

Padres de tres hijas, a las que ahora ya pueden avanzarles tramas mientras cenan, porque ya son mayores, Lars Kepler ha terminado la octava entrega del inspector Joona Linna, quien seguirá enfrentándose al mal, después de conseguir que unos quince millones de lectores en todo el mundo quieran continuar sabiendo de él.

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