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Las obras “intrusas” de la Fundació Suñol dialogan en el MNAC con el arte clásico

Las obras "intrusas" de la Fundació Suñol dialogan en el MNAC con el arte clásico
Barcelona —

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Barcelona, 12 nov (EFE).- El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) exhibe a partir de este jueves su nuevo proyecto expositivo, “Diálogos intrusos. Todo es presente”, junto con la Fundació Suñol, que aporta diecinueve obras del arte de posguerra y de la vanguardia para que compartan espacio con piezas medievales o del Barroco.

El pionero del arte conceptual Jaume Xifra osa ocupar el espacio bajo el ábside de Sant Climent de Taüll, tal vez la obra más sagrada del arte catalán, con su “Chaise de salon d'art”, de 1974, una silla espantosa hecha de espinos, que proyecta una inquietante sombra y que lleva al visitante a entrar en un espacio de sufrimiento.

En otra de las salas, la “Virgen de los consejeros”, de Lluis Dalmau, se confronta a la “Butaca” de Antoni Tàpies de 1987, un mueble de confort, aunque aquí diríase un trasto envejecido, mientras que el esotérico Evru/Zush fija sus grandes ojos de “Zeyemax” en una de las obras religiosas capitales del siglo XII.

Más allá, el rostro de un Igor Stravinsky, con más de noventa años, plasmado por Richard Avedon, se reencuentra con un Picasso muy joven, y Eduardo Chillida y su “Rumor de límites IX” lleva a la meditación del visitante, rodeado de obras del tenebrismo barroco, entre las que sobresale una de Francisco de Zurbarán.

El director del MNAC, Pepe Serra, ha explicado que esta iniciativa público-privada, que podrá verse hasta el 7 de noviembre de 2021, quiere poner de relieve la potencia de la colección, gracias a piezas de “artistas muy diversos y muy buenos” de los últimos años, desde los ya citados a Sergi Aguilar, Claudio Bravo, Lucio Fontana, Joan Hernández Pijuan, Susana Solano, Darío Villalba, José María Broto, Eva Lootz o José Manuel Sicilia.

Para Serra, quien acuda al museo barcelonés verá, por ejemplo, cómo “la virgen le hace preguntas a Tàpies” o cómo hay piezas que parecen expresas para el lugar que ocupan ahora, gracias a una iniciativa que contribuye a “romper las costuras del centro”.

Los comisarios Sergi Aguilar y Alex Mitrani han coincidido en que han andado muchos kilómetros para diseminar las diecinueve piezas por todo el equipamiento, desde las salas del románico y el gótico, a las de arte moderno, con un final en el que la instalación de Joan Brossa, “Capitomba”, de 1986, que alude al dinero, se encuentra al lado de una lámpara de Puig i Cadafalch.

Aguilar, también director de la Fundació Suñol y que tiene su obra “Dos-Tres núm 1” como nuevo altar del ábside de Santa Maria d'Àneu, ha reconocido que arrancó el trabajo con una decena de piezas, porque “no quería cargar mucho el museo”, pero en estos paseos que han durado meses “han ido apareciendo autores” hasta conformar una propuesta que busca “el placer del arte mudo, del arte de mirar”.

A juicio de Alex Mitrani, con estos “Diálogos intrusos” se ha conseguido “transgredir secuencias históricas y algunos relatos, que ahora experimentarán los visitantes, lo que supone un riesgo, con diálogos que funcionan por analogía y contraste”.

Otro de los montajes que llama la atención es el que tiene por protagonistas a Lucio Fontana y una de sus “Concetto spaziale. Pillola” de color violeta, que remite a la reivindicación de la liberación de los comportamientos sexuales, expuesta al lado de las manos de Juli González, uno de los padres de la escultura moderna, y que con esta obra llama a oponerse al auge del fascismo.

Tanto Mitrani como Pepe Serra han subrayado la idea de que la exposición es la constatación de que “todo es ahora” y que el arte, en un momento de pandemia mundial, “cura y estimula, es una necesidad humana”.

En el recorrido, hay obras como el “Pan tostado”, de Claudio Bravo, que quedan tan integrados entre bodegones y naturalezas muertas, que parece que siempre han ocupado esa sala, mientras que la “Estantería” de la artista Carmen Calvo, de 1990, no desluce al lado de los muebles del Modernismo.

Los que vayan al MNAC, que no tiene problemas de aforo estos días con una media de unas 300 personas diarias, que se incrementan a un millar los fines de semana, podrán seguir la ubicación de las diferentes piezas de la Fundació Suñol con un plano impreso que incluye unos cortos textos sobre las sensaciones que surgen de las contraposiciones de unas obras con otras.

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