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El maestro uruguayo José Serebrier hace memoria

El maestro uruguayo José Serebrier hace memoria

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Miami, 29 oct (EFE).- Sesenta y cinco años después de su primera sinfonía y “más activo que nunca”, el compositor y director de orquesta uruguayo José Serebrier, con más de 300 grabaciones en su haber, quisiera tener tiempo para recuperar una música “pérdida que creó para un filme de 1966, ”The Star Wagon“.

“Nunca la publique, es una música que está perdida. El filme está en YouTube y en un día y medio o dos podría escribir con lápiz y papel la partitura”, dice a Efe este exniño prodigio de 82 años, que hace gala de una gran memoria y también de cariño y de preocupación por sus numerosas criaturas musicales.

La Princesa Ana de Inglaterra, Gloria Vanderbilt, Salvador Dalí, que es la persona no dedicada a la música que más le ha impresionado, Frank Sinatra, Dustin Hoffman, que actúo en “The Star Wagon”, o el expresidente uruguayo Luis Alberto Lacalle son algunos de los nombres que aparecen en la conversación, con anécdota de cada uno incluida.

Serebrier está en Miami para presentar “Portraits of the Maestro” (Retratos del Maestro), la versión en inglés y ampliada de un libro biográfico que escribió en francés el crítico musical Michel Faure, quien necesitó 30 páginas solo para glosar su discografía y 15 para su obra publicada.

TANGO PARA UN URUGUAYO UNIVERSAL

En septiembre pasado publicó su por ahora último disco, “Last Tango Before Sunrise” (Reference Recordings), que define como “música que no es para bailar sino para soñar”, con piezas como “Tres tangos y un candombe” que ponen en evidencia su vinculación con Uruguay, aunque casi no haya vivido en ese país.

“Me siento muy afortunado por haber nacido en Uruguay”, dice el “maestro”, hijo de padre de origen ruso y de madre polaca y con residencias en Nueva York y Londres que comparte con su esposa, la soprano Carole Farley, madre de su hija Lara.

En su familia no había interés por la música, -“ni siquiera teníamos tocadiscos”, dice-, y a él le interesó porque a los 9 años estaba enamorado de una niña que solamente hacia caso a un chico que estudiaba violín.

También él se puso a estudiar violín -años después tuvo de profesor en EE.UU. al famoso violinista Efrem Zimbalist-, aunque en realidad nunca quiso ser instrumentista. Desde el principio tuvo claro que quería componer y dirigir orquestas.

La lista de las que ha comandado con su batuta es enorme: American Simphony Orcjhestra, Julliard Orchestra, Pittsburg Symphony, Philarmonia Orchestra, Royal Philharmonic Orchestra, Scottish Chamber Orchestra, Toulouse Chamber Orchestra, la Orquesta Nacional Juvenil de España y, por supuesto, la del SODRE en Uruguay, entre otras muchas.

De adolescente viajó a EE.UU. a estudiar en el afamado Curtis Institute of Music, en Filadelfia, y allí un golpe de “suerte” lo acercó al reconocido director de orquesta Leopold Anthony Stokowski, quien dirigió el estreno de la primera sinfonía de Serebrier, compuesta a sus 17 años.

Con los ojos brillantes cuenta como se tropezó con un cellista en los pasillos del instituto por andar apurado y se le cayeron al suelo los papeles que llevaba en los brazos.

El cellista lo ayudó a recogerlos y, al enterarse de que las partituras caídas eran las de la primera sinfonía de Serebrier, se ofreció a mostrarlas a Stokowski, en cuya orquesta iba a empezar a trabajar a los pocos días.

UN GOLPE DE SUERTE

Así fue como esa obra juvenil de Serebrier acabó sustituyendo en el programa de un concierto dirigido en Houston (EEUU) por Stowkoski a la “intocable sinfonía numero 4 de Charles Yves, tan difícil que nadie la había podido conducir”.

La anécdota, una de las muchas acumuladas a lo largo de una carrera larga y prolífica, le sirve a Serebrier para señalar que los directores de ahora, salvo excepciones, “siempre tocan seguro”.

En cambio, Stokowski, que, según dice, se hizo aún más famoso por aparecer dando la mano a Mickey Mouse en el filme de Walt Disney “Fantasía”, tuvo “la gran ventaja” de que le gustaba arriesgarse y estaba en constante búsqueda de obras nuevas.

Lo recuerda contento de que así fuera pues para él fue el comienzo de su carrera y además por la puerta grande.

Curiosamente, en 1974, Serebrier estuvo nominado a los Premios Grammy por el álbum “Ives: Symphony No. 4”. En 39 ocasiones ha sido nominado a esos premios y ha sido ganador de dos, además de otros muchos galardones.

De la música no clásica la que más le gusta es el “jazz” y muy diplomáticamente responde “no mucho” a la pregunta de si le gusta el reguetón, porque, alega, cuando la música está basada “en cuatro acordes como mucho” lo aburre.

“Una de las buenas cualidades de la música que llamamos clásica es que cambia continuamente de tonalidad”, subraya Serebrier, quien confiesa que no puede hacer nada si hay música como telón de fondo.

Serebrier lo ha hecho casi todo en la música clásica, incluso dirigir con la American Simphonic Orchestra la sinfonía que un musicólogo “bien intencionado”, cuyo nombre es el único que se le resiste durante la entrevista, hizo a partir de los apuntes de una sinfonía que Ludwig Van Beethoven estaba creando cuando murió en 1827.

Recientemente se ha hecho un nuevo intento por dar vida a la que sería la décima sinfonía de Beethoven, esta vez empleando inteligencia artificial, pero Serebrier no cree que pueda haber salido bien. “Lo que falla es la imaginación, eso no puede reemplazarse, Beethoven hacia cosas raras y novedosas hasta el final”, subraya.

Ana Mengotti

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