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Marisa Paredes: “Desde que tengo uso de razón he tenido conciencia de clase”

Marisa Paredes: "Desde que tengo uso de razón he tenido conciencia de clase"
Nantes (Francia) —

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Nantes (Francia), 11 jun (EFE).- Recuerda Marisa Paredes cuando era pequeña y jugaba en la Plaza de Santa Ana de Madrid, en torno a la estatua de Calderón de la Barca, que la motivó a ser actriz. Recuerda, también, cuando le preguntaba a su madre: “Mamá, ¿por qué somos pobres?”. “Hija, pues porque hemos nacido pobres”, respondía.

“Desde que tengo uso de razón he tenido conciencia de clase”, dice la actriz en una entrevista con Efe en Nantes (oeste de Francia), donde se encuentra este fin de semana como invitada de honor del Festival de Cine Español, que celebra con un año de retraso -debido a la pandemia- su trigésimo aniversario.

El que no quiera hablar de política, añade, que no hable. “Allá cada uno”.

“Estoy en contra del que dice que el artista no se debe comprometer. Yo no puedo vivir sin tener una opinión política sobre la sociedad en la que vivo porque soy un elemento social”, defiende la actriz, que comprendió de pequeña que “uno nace pobre o nace rico, pero que el mundo no cambia si no es trabajando”.

“Si no hay gente que lucha porque las cosas cambien, no cambia nada. Cambia a peor”, señala.

SESENTA AÑOS DE CINE Y TEATRO

Habla Paredes de su infancia en Madrid, pero sobre todo de su larguísima y prolífica carrera de sesenta años de cine, teatro y radio, a menudo con directores noveles en quienes ha depositado su confianza, pero también con cineastas internacionales, como Roberto Benigni, y con Pedro Almodóvar, claro.

En Francia, cuando actuó junto a Catherine Deneuve la describían en la prensa como un “animal de la interpretación” y, también, como una “chica Almodóvar”.

Paredes ha hecho de todo, salvo doblajes, a los que siempre se ha opuesto, y series.

“No hago series de televisión porque no estoy dispuesta a trabajar como una máquina de hacer chorizos. Hay buenas series, aunque son minoritarias, pero se hacen muy rápido y están pensadas para gustar al espectador”, critica.

En octubre empieza un proyecto en inglés “muy importante” y con “un gran reparto”, del que no puede avanzar nada, y el año que viene rodará en Francia una película de la que, cosas de la industria, tampoco puede hablar.

A falta de anuncios cinematográficos habla de política, de la sociedad, y, como siempre ha hecho en su carrera, defiende la cultura, la educación y a los más débiles, precisamente por esa conciencia que reivindica.

“Soy feminista porque no sabría no serlo”, había dicho en la rueda de prensa ante periodistas franceses, cuando recordaba también cómo su madre lamentaba en tiempos de la dictadura franquista la falta de libertades de la mujer.

“He vivido las condiciones de la mujer, como todas las mujeres de mi generación, y he visto cómo hemos podido avanzar gracias al trabajo de muchas víctimas y guerreras”, sostiene.

Hay muchas cosas que le gustaría cambiar porque, afirma, los valores de la humanidad “nos conciernen a todos”, pero, como no teme a las etiquetas, lo dice sin rodeos: “Bueno, está claro, yo soy una persona de izquierdas”.

LAS PAREDES DE NANTES

Hace un año, el Festival de Cine Español de Nantes se quedó sin celebrar su 30 edición y Marisa Paredes, honrada con el premio principal, sin recoger su trofeo.

A cambio, durante los meses del confinamiento, los carteles de una imponente Paredes vestida con pantalón masculino y sin parte de arriba se quedaron decorando las calles de la ciudad.

El cartel se fue y el festival esperó un año para poder festejar ese trigésimo aniversario de cine español, que han convertido a Nantes, ciudad del Loira sin aparente relación cultural con España, en uno de los puntos de referencia de la cultura hispana en Francia.

La fundadora del encuentro, Pilar Martínez-Vasseur, recibe este sábado junto a otros organizadores la Orden de Alfonso X el Sabio de manos del ministro español de Deportes y Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.

Martínez-Vasseur asegura que eligieron a Paredes por ser la representante de “un riesgo y unos valores” que han defendido en el festival, que acogió en su última edición, en 2019, 37.000 espectadores.

La actriz llega envuelta en unos pantalones negros, un jersey de rayas blanco y negro y tacones rojos, “mi color favorito porque soy aries”, y con un desparpajo natural se mete en el bolsillo al público francés.

Este sábado dará una masterclass, presentará dos proyecciones elegidas por ella misma, “La flor de mi secreto”, de Almodóvar, y “Salvajes”, de Carlos Molinero, que se adelantó a su tiempo al hablar de forma clara sobre la inmigración.

Habla del teatro y de la vida, como si fueran de la mano, y habla sobre todo de la cultura, razón por la que dice haber sentido siempre admiración por Francia.

“En España nunca les ha interesado la cultura a los dirigentes, desgraciadamente. Falta interés en los gobiernos, de izquierda y de derechas”, reprocha.

Si la educación y la cultura son “la base de un país, de una sociedad libre”, en España, lamenta, están bajo mínimos.

“¿Por qué? Porque no le dan la importancia que realmente tiene, en lugar de pensar que la cultura es lo que queda. Queda Goya, queda El Quijote, queda la vida... Porque la historia la cuentan como quieren y quien quiere, pero el arte se queda”, defiende.

Por María Díaz Valderrama

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