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“Mercado de Amores” muestra con humor el ego y el amor de esta sociedad

"Mercado de Amores" muestra con humor el ego y el amor de esta sociedad
Mérida —

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Mérida, 15 jul (EFE).- Esta noche el Teatro Romano de Mérida ha sido testigo de una comedia donde lo viejo y lo nuevo han coexistido en un “Mercado de Amores”, para demostrar que el humor es la mejor vacuna para el ego de una sociedad, que aún se ve reflejada en los problemas, deseos y defectos de unos personajes que siguen vivos después de dos mil años gracias al teatro y a la cultura.

El dinero, la corrupción y los asuntos de cama son cosas que no pasan desapercibidas para un Pánfilo al que da voz el actor y humorista, Pablo Carbonell, y el cual ha mostrado esta noche a los espectadores, cómo el amor convive con el patanismo en un alma envenenada por la lujuria, que refleja en si misma una sociedad romana que no difiere de la actual.

En la tercera representación teatral de la 67 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Pánfilo ha sido capaz de amar los cuerpos, envenenar las mentes y arrebatar el dinero de aquellos que le han rodeado esta noche en el escenario como si de un “Mercado de Amores” se tratase.

Precisamente en ese vaivén de personajes que se ha producido en este mercado plagado de secretos y engaños, se ha mostrado a los espectadores que hay lugares en el corazón donde el dinero no puede llegar, demostrando una vez más, eso de que el amor no se puede comprar o vender pero si disfrutar o sufrir.

En las tres obras de Plauto que Eduardo Gálan adapta en una sola, se engloba una trama muy actual que refleja, como si de un espejo se tratase, los impulsos y los dramas más humanos.

Por su parte, Pánfilo, aparte de ser el mercader más rico de Roma, es un promotor inmobiliario decidido a comprar, demoler y convertir a uno de los barrios más pobres de la ciudad, en uno de los más ricos, y con ello poder ser un poco más rico aún, puesto que las medallas que regala a sus amantes no son baratas.

Pese a ello, él piensa a su manera que “no hay nada mejor en el mundo y parte del extranjero que el amor”.

Este pobre Pánfilo, que de pobre y tonto tiene poco, se enamora de la esclava de su hija, Carina, cuando ambas vuelven de Atenas, lo que él no sabe es que Carina se llama realmente Carino, interpretado por Victor Ullate, siendo éste esclavo y amante de su hija Herotia.

A Herotia le pone voz una Ania Hernández dispuesta a defender, empujada por el incansable amor que siente por Carino, su derecho a decidir con quien casarse, aunque ello le haga enfrentarse a su padre.

El amigo y padre de la amante secreta de Pánfilo, Lépido, interpretado por Francisco Vidal, compra a Carina en un mercado de esclavos para regalársela a Pánfilo a cambio de unos viñedos, de los que el criado del protagonista, Olimpión, o José Sainz en la vida real, hace buena cuenta.

Tanto la hija de Lépido, Tais, a la cual da vida Esther Toledano, como Herotia juegan y se enfrentan con la ignorancia y los caprichos carnales de sus padres, y de los que Carino con peluca y pechos postizos es protagonista.

Lo que no saben ambos padres, es que sus hijas no son realmente “las más virtuosas, muy virtuosas y mucho virtuosas” de Roma, y es que ellas reflejan la lucha de dos mujeres romanas que, en un mundo gobernado por esa clase de hombres que viven para acosar a las mujeres, pretenden tomar el control de sus vidas.

Pánfilo descubre que Carina además de ser un hombre, es también el amante y prometido de su hija Herotia.

Ante este descubrimiento y momentos antes de que matase a Carino, éste saca un medalla que Lépido reconoce ya que se la dio a una mujer cuando estuvo en Antenas, lo que le convierte en su hijo.

“El senador clavó un clavito y sacó un esclavito”, bromeaba un Olimpión más sereno que una cuba.

A este descubrimiento se une un Olimpión que saca también una medalla que su madre le cedió antes de morir, la cual le dio el propio Pánfilo, al igual que hizo con Tais e igual que hizo Lépido con la madre de Carino.

Finalmente, todo este elenco de personajes se ha despedido del Teatro Romano diciendo “miradnos somos como vosotros, nos juzguen y sobre todo reíros de vosotros mismos porque con ello seréis mejores personas”.

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