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Mérida abre su conservatorio a la discapacidad e investigación neurológica

Fotografía facilitada por Silvia Núñez. Mérida ha abierto su conservatorio a las personas con discapacidad a través de "Neuroredes", un innovador proyecto en estimulación neuronal, único en España, que pone de manifiesto el poder rehabilitador de la música y sus beneficios en las habilidades neuropsicológicas del ser humano. Una veintena de niños mayores de siete años y con distintas discapacidades intelectuales y del desarrollo participan en esta iniciativa que arrancó hace cuatro años en el Conservatorio Profesional de Música "Esteban Sánchez" de Mérida, sobre el que están puestas las miradas de muchos investigadores por esta experiencia..

EFE

Mérida —

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Mérida ha abierto su conservatorio a las personas con discapacidad a través de “Neuroredes”, un innovador proyecto en estimulación neuronal, que pone de manifiesto el poder rehabilitador de la música y sus beneficios en las habilidades neuropsicológicas del ser humano.

La responsable de esta iniciativa es la profesora de piano, máster en Musicoterapia y en Neuropsicología, Silvia Núñez, quien patentó hace diez años la metodología SINUDI por la que mediante el sonido y el ritmo, “las secuencias sonoras ordenadas”, se actúa sobre el córtex cerebral para “mejorar la atención sostenida, la memoria y sus funciones ejecutivas”.

Una veintena de niños mayores de siete años y con distintas discapacidades intelectuales y del desarrollo participan en esta iniciativa que comenzó hace cuatro años en el Conservatorio Profesional de Música Esteban Sánchez de Mérida, sobre el que están puestas las miradas de muchos investigadores por esta experiencia.

Los chicos asisten a 30 clases lectivas grupales por curso con Silvia Núñez, quien utiliza todo tipo de sonidos y timbres con el piano, la flauta, el violín o la armónica para lograr que mediante la estimulación auditiva estos mejoren sus habilidades en lenguaje, equilibrio, orden y psicomotricidad fina y gruesa.

“En contacto directo con estas secuencias sonoras se produce la explosión del lenguaje en niños que no tienen esa capacidad y que empiezan a imitar sonidos”, explica Núñez, quien ha podido constatar también como su terapia permite actuar en el sistema vestibular, en todo lo relacionado con el equilibrio y el control espacial, así como en una mejora de la psicomotricidad que posibilita que algunos niños empiecen a tocar instrumentos.

De hecho, en la actualidad tres chicos con discapacidad son alumnos oficiales del conservatorio y aprenden a tocar un instrumento “con programas adaptados que les permiten ir cumpliendo sus objetivos poco a poco” y participar en los conciertos que organiza el centro.

Según relata a Efe esta profesora emeritense, ella empezó a investigar en el ámbito de la neuropsicología de la música con sus propios embarazos y descubrió como, al estimular con sonidos a su hija mayor antes de nacer, esta consiguió con tan solo nueve meses de edad “cantar de manera ordenada un vals de Strauss”.

Posteriormente, en un colegio de la ciudad hizo un experimento con niños de 4 y 5 años y logró en tan solo 13 días “aumentar en un 98% la atención sostenida y la memoria” de estos pequeños.

Todos sus estudios, investigaciones y trabajos le llevan a afirmar que la estimulación mediante los sonidos y el ritmo es válida para todas las edades, desde la etapa fetal a la vejez y para todas las discapacidades intelectuales, desde el autismo al alzhéimer.

En este sentido, Silvia Núñez destaca también “la importancia de la música como potenciador de las emociones”, lo que hace “fantástico” el trabajo con los chicos con autismo.

El Conservatorio de Mérida es también, gracias a Núñez, el único en España que imparte, en concreto a los alumnos de 5º y 6º de Enseñanzas Profesionales, la asignatura de Neuropsicología de la Música, asociada al proyecto Neuroredes, para que los jóvenes músicos tengan una formación teórica y práctica “más completa e inclusiva”, orientada igualmente al ámbito de la estimulación y rehabilitación.

Aunque reconoce que esta materia aún está “en pañales”, pues se trata de una disciplina que nació a finales del Siglo XX, se muestra convencida del gran futuro que tiene, aunque para ello es necesario que se lleven a cabo “investigaciones rigurosas y científicas” y se forme a los profesores de música.

En ese sentido, advierte de que además de atender a sociedades cada vez más envejecidas y con gran degeneración neuronal, el mundo se enfrenta ahora, a su juicio, a un gran problema: “La falta de atención que genera tener un teléfono móvil en la mano constantemente”.

“Si perdemos la atención, estamos perdiéndolo todo”, dice de forma tajante Silvia Núñez, quien advierte de un aumento considerable de casos de hiperactividad y de como “el mapeo cerebral y las conexiones neuronales van cambiando” por ese déficit de atención.

Por ello, insiste en el peligro que tiene darle un teléfono móvil a un niño y en los beneficios que, sin embargo, aporta a su desarrollo el hecho de que aprendan a tocar un instrumento musical.

Para esta pianista e investigadora, que está próxima a finalizar su doctorado en Medicina, con una tesis que dirige el jefe de Neurología del Hospital Gómez Ulla de Madrid, Antonio Martín Araguz, y codirige el psicólogo José Javier Campos Bueno, la música no tiene barreras y es de por sí inclusiva, por lo que tienen que tener acceso a ella y a sus ventajas todas las personas, independientemente de sus capacidades.

Jero Díaz Galán

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