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“Hubo un momento en el que no sentía nada, solo a través de estos poemas”

El escritor y periodista Javier Gallego. / Marta Jara

Andrés Gil

Madrid —

Es una voz descarnada, arrebatadora, a veces furiosa, a veces entusiasta, pero siempre sincera y directa. Ya sea hablada o escrita, la palabra de Javier Gallego, columnista de eldiario.es y director de Carne Cruda 2.0 (Cadena Ser), no necesita intérprete. Ahora recupera unos poemas de un tiempo oscuro en Abolición de la pena de muerte (Arrebato), “un momento en el que no sentía nada, solo a través de estos poemas”, confiesa. El poemario, explica Gallego, fue “una forma de arrancar el dolor a tirones”. Este jueves 20 lo presenta en Madrid (en el Café Berlín, a las 21.00), donde, además de poemas, se oirán en directo las canciones de su banda, Forastero, de la que también forman parte Javier Colis y Javier Díez Ena.

¿Por qué poesía?

Llevo escribiendo poesía en la soledad y en la intimidad mucho tiempo; igual que Aznar hablaba catalán, yo hablo poemas. Muchos de estos poemas se escribieron hace bastantes años, porque es una actividad que hago de forma intermitente. Era un libro que estaba ya cerrado y terminado hace tiempo. Lo volví a retomar, lo envié a editoriales y cuando recibí una respuesta afirmativa, me decidí a corregirlo y a introducir nuevos poemas.

¿Cómo nace este poemario?

El libro empezó siendo una terapia personal, de una ruptura sentimental que dio lugar a muchas otras rupturas personales. De repente te empiezas a plantear otros muchos cúmulos de cosas que has dejado en el armario sin atender porque la vida más o menos la llenaban otras cosas... Fue un periodo bastante oscuro de mi vida, como hemos pasado todos, no solo por la pareja, sino porque tienes una especie de desencanto existencial y de repente se te viene el mundo encima. Es un libro muy oscuro, porque habla mucho de dolor, de muerte como metáfora de las cosas que se rompen, que desaparecen, pero al mismo tiempo es una búsqueda de la luz.

¿De dónde viene el nombre, 'Abolición de la pena de muerte'?

Se llama así porque es como una condena a muerte de la que te salvas en el último instante, y cómo aprendes a vivir y superar ese momento en el que creías que todo se acababa. Vuelves a salir de ahí, pero al principio con mucho escepticismo. Llegan momentos en los que no sientes nada. Ni frío ni calor. Cuando todos recibimos un golpe fuerte de la vida, y a mí me sucedieron varios, me sentí muy solo, no sentía nada, solo a través de estos poemas, y eso me ayudó a recuperar la sensibilidad, la emoción, el aire y la luz. Me sirvió de purgatorio.

¿Para canalizar ese dolor?

La escritura ha sido muchas veces terapia para muchos, aunque yo también escribo por necesidad más que por terapia. El otro día leía una cita de J. M. Coetzee que decía: “En tiempos indignos como en los que vivimos, no nos queda otra opción que hacer algo, es decir, escribir”. En mi caso, en tiempos difíciles como los que vivía, no me quedaba otra que escribir. El libro fue una manera de arrancar el dolor a tirones.

PARTOYa salen los poemas escarmentadosya salen los poemas a hostiasya salen con la lenguaentre las piernas y el rabofueraa comerse la vida a puñetazosa lamerles los talones a las viejasacurrucarse con mujeressin esqueleto y dejarseacariciar la panzapor las garras de metalde las muchachas y las largas uñas rotas

de los perros neurasténicos

que me guardan y me arropan.

Ya salen los poemas mal paridos

malhablados, maltrechos

de entre los muslos sudados

heridos, sedientos

de una madre emputecida,

ensangrentada y furiosa

que se los saca del vientre

por el ombligo

Pero, al final, ¿se pasa todo?

Parece mentira, pero se pasa. El libro es muy circular en ese sentido, es todo el proceso, llega un momento en el que se pasa. Es uno de los últimos poemas, que se llama Consumación, que habla de arrancarse la herida, y es la primera vez que reconozco que te vienes abajo y te derrumbas, pero no por el dolor de la herida, sino porque ya no sientes nada de eso; de la tristeza, de la nostalgia, de la melancolía, de aquello que era tan importante para ti y ha desaparecido. Es todo el proceso, desde una muerte hasta una tabla de salvación, una salida. Hay dolores que piensas que son insuperables, y este no es ni mucho menos el mayor, hay gente que ha perdido un hijo, y seguramente no se supera. Hay muertes que no se superan, pero esta muerte sí se supera.

Yo creo que todos los seres humanos han pasado momentos de estos, de oscuridad y de negrura. Parte de lo que más me gusta del libro es un reencuentro con uno mismo. También, de repente, acercarte a ciertos abismos propios te acerca a cosas que muchas veces tienes olvidadas en el día a día que has dejado de lado, y tiene su parte de descubrimiento, de reencuentro. Te enfrentas mucho más contigo mismo.

REENCUENTROAyer me reconocí por la calle.

Estaba tan pálido que daba miedo

No quise saludarme porque iba

distraído pero penséque tengo que llamarme más

y hablarles más de mía mis amigos

Cuándo lo lee, ¿se reconoce?

Un poema debe devolverte a la sensación que lo creó. En ese sentido, son poemas bastante furiosos y te agarran con fuerza para llevarte ahí. En cierto sentido también es lejano, algo que sentiste pero que ya has dejado ahí, en cierto sentido se ha quedado ahí. Sí que me viene la atmósfera, el aroma, a veces me revuelven ciertas cosas. Pero fue como arrancarse el tumor. Los poemas son bastante duros, descarnados, como me gusta escribir, yendo al meollo. Con esos tirones me he quedado un poquito más sano. Aunque no sé... Creo que por momentos como este pasamos todos a lo largo de la vida varias veces.

¿Desde cuándo le interesa la poesía?

Siempre he sido lector de poesía, no es que de pronto me haya dado por aquí. De hecho, a los amigos de chaval les decía que quería ser poeta y se reían. Siempre ha sido una de mis vocaciones, la verdad es que lo veía un poco lejano; el periodismo te absorbe tanto que tienes poco tiempo para la literatura. Este libro se empezó a pergeñar hace años. ¿Quién no ha escrito poemas en la adolescencia? Sobre todo ante los desencantos amorosos... De pequeñín escribía cuentos y poemas, pero especialmente en la adolescencia volví a retomarlo. Tengo sobres llenos de trozos de papel con poemas. He hecho varias purgas y guardo algunos por el cariño de recordar algo que has hecho cuando eres jovencito. Nunca lo había enseñado. Di el primer paso con estos poemas, empecé a pensar que había algo que merecía la pena ser enseñado, y a los más cercanos y con mucho tiento les iba colando algún poema.

¿Era por vergüenza?

La poesía es un género muy delicado, es el de máxima expresividad. No puedes meterte si no vas con cierta seguridad, o por lo menos crees que lo que estás diciendo merece la categoría de poesía. Además, muchas veces en la poesía, si no haces poesía social y política, que no es mi caso a pesar de lo que mucha gente esperará de mí, te metes en los vericuetos peronales. Es abrirse en canal y mostrar ciertas cosas que no te atreves a decirte ni a ti mismo. Da bastante pudor, mucho más que enseñar un cuento o cualquier otro tipo de género literario. Por eso yo no regalaba poesía, simplemente a las personas cercanas, que sabía que iban a leerlo con cariño y que iban a ser constructivos, les iba dejando alguno de los poemas que iba escribiendo. Como la respuesta era buena, pues seguí haciéndolo... Aunque hubiera seguido haciéndolo igualmente.

¿Qué poesía lee?

Soy muy anárquico en la lectura de poesía. Me gusta más una poesía más conceptual o metafórica que no tanto de lo cotidiano. Aunque hay algunos poemas míos que sí son más sencillos. Soy apasionado de César Vallejo, Octavio Paz, el surrealismo de Vicente Huidobro, Emilio Westphalen, un poeta peruano surrealista, de poetas estadounidenses como E. E. Cummings, T.S. Elliot, al que le dedico un poema... La poesía con una cierta densidad filosófica, que crea una realidad que no existe. Para mí el arte consigue crear realidades que no existen. La música y la poesía expresan las cosas de una manera que no pueden expresarse de otra forma. La poesía de lo inefable es la que me gusta. Yo la comparo con ciertas obras de arte contemporáneo en las que se crea una realidad casi inexplicable, inexpresable, que está ahí, pero que no existe si no la hubiera creado el artista. Hay ciertas conexiones entre palabras y ciertos sentimientos que sólo la poesía puede desvelar. La conjunción de una palabra con otra, para crear una imagen, un símil, una metáfora, para romper el orden habitual de las palabras, que es lo que te descubre realidades nuevas que no podrían decirse si no se hacen así. Eso es lo que me interesa, más que la poesía que narra lo cotidiano como pueda hacer la prosa. En este libro hay partes muy de lo cotidiano, pero trato más de trascenderlo a través de la palabra. Me interesa más Vallejo que el realismo sucio.

¿Por eso este tipo de ilustraciones en el libro, abstractas?

Lo ha ilustrado mi hermano, que es pintor y tenemos los dos una relación muy cercana, es mi mejor amigo. De siempre había tenido intención de pintar algunos de los poemas, poeque es una poesía bastante llena de imágenes, muy metafórica, a veces simbolista, incluso surreal en algunas partes. Y al final decidimos escoger algunas pinturas, experimentos y dibujos que él tenía más abstractos. Porque yo no veía una imagen concreta, no me gusta que la poesía se reduzca a una imagen concreta, le quita fuerza y vuelo. Entonces seleccionó unas cuantas acuarelas y pinturas que tenía más abstractas, sobre sensaciones que yo le había ido transmitiendo de las distintas partes del libro, y las hemos metido. Él también me ayudó con el diseño de la portada del libro, sobre una idea que tenía yo de una silla eléctrica. La ha realizado, y la verdad es que creo que la edición ha quedado fantástica.

¿Habrá más?

Publicar este libro ha sido un acicate. Sigo escribiendo, pero ahora el momento es otro, los poemas son otros, quizá ahora sí más pegados a todo lo que está pasando.

RESUMIENDO

Se está levantando un viento de la cama

y fabrica experimentos de día.

Se están desmoronando algunas tardes

y no encuentran alivio en mis palabras.

Se está sumiendo un mar en su amargura

y lleva escrito un hundimiento en cada ola.

Se están precipitando las tragedias

y ocurre antes de tiempo tu cintura

en el paseo ensimismado de mi boca.

Duele enteramente el cielo

en el alba de tus senos transparentes

y resumiendo,

sucede más o menos lo de siempre:

canta un gallo sin mañana, yo me extraño

de tener el mismo nombre

y te estremeces,

crepita una montaña

pero no vomita

su catástrofe y sopla

el desaliento entre los hombres,

sufre tu cuerpo y el mío

se consuela con amarte.

Y resumiendo… no es bastante

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