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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Tres momentos históricos que vivimos con Jesús Hermida

Jesús Hermida y su viaje a la luna para TVE

elDiarioes Cultura

Alunizamos con Hermida

Jesús Hermida llevaba un año de corresponsal de RTVE en Nueva York cuando le tocó cubrir un hecho histórico: el día que el Apollo 11 se plantó al sur del Mar de la Tranquilidad y depositó su precioso contenido; Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, en la superficie lunar.  Eran las 2 horas y 56 minutos de la madrugada del 20 de julio de 1969. El verano del amor.

Hermida VS. la cúpula del PP

El 2 de junio de 1993, cuando faltaban cuatro días para las generales, Hermida se trae a la cúpula del Partido Popular: José María Aznar, Francisco Álvarez Cascos, Rodrigo Rato, Mariano Rajoy y Javier Arenas. Acababa de llegar a Antena 3 con El programa de Hermida, un formato que no acabó de funcionar (no superó el 9% de share y se apagó en una sola temporada) pero cuyo formato, entonces novedoso, acapara hoy la televisión. Hermida enfrentaba a cinco invitados con cinco periodistas, como Pilar Urbano, José Oneto o Raúl del Pozo. Aquel día, Kylie Minogue amenizó el debate con su éxito Better the devil you know.

La última gran entrevista al Rey

El plan de Hermida no era hacerle una entrevista al Rey por su 75 cumpleaños sino usarlo de percha para un programa especial en el que el Rey, si así lo quisiera, podría intervenir con algunas declaraciones. Cuando la Casa Real le propuso una entrevista completa “me quedé, como se dice, de piedra”. En el libro Yo abdico, una colección de notas de siete plumillas en torno a la figura del entonces Rey Don Juan Carlos, dice de aquel encuentro que “me pareció un ser cansado, enfermo, abrumado, arrastrado e involuntariamente torpe y vacilante por un peso doliente y solitario pero que, así y todo, lo digo con admiración, era capaz de sonreír...”.

Qué distinto de la primera vez que se encontró con Juan Carlos, entonces príncipe, en la primavera de 1959. “La imagen que tengo de aquel día es la de una persona joven, de mi misma edad, rubia, de ojos claros a quien subieron a un coche descubierto y llevaron luego por toda la ciudad de Granada... Yo me fui de la ciudad lo mismo que había llegado, sin saber todavía qué significaba aquello y quién era aquel joven que firmaba como Príncipe de Asturias. Don Juan Carlos seguía siendo, como dicen los clásicos, una adivinanza envuelta en un enigma dentro de un acertijo”.

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