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“El monstruo invisible”: el hambre como realidad silenciada

Guillermo Fesser (c), codirector junto a su hermano Javier de la película "El Monstruo Invisible", durante la presentación en el Palacio de la Prensa, en Madrid.

EFE

Madrid —

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Dar luz a lo invisible y voz a lo silencioso. Con esta premisa unen sus fuerzas Guillermo y Javier Fesser en la dirección de “El monstruo invisible”, un corto sobre la desnutrición infantil que remueve conciencias, saca sonrisas y ofrece la visión que solo los ojos de un niño pueden dar: la verdad.

Existe un monstruo del que pocos hablan. Uno invisible, que se te mete dentro y hace que los niños lloren y los adultos callen. Es el hambre. Así lo ve el pequeño Aminodin, la voz y los ojos de un corto, “El monstruo invisible”, que muestra la vida en la isla de Mindanao (Filipinas), una de las zonas del mundo más golpeadas por la crisis climática y por más de cinco décadas de conflicto.

En un contexto adverso, en el que existe el hambre, la pobreza y el diario toque de queda de un lugar que está en guerra, también hay personas, niños que ríen y encuentran la felicidad en pequeñas cosas. Esta es la visión que Javier y Guillermo Fesser desean transmitir con “El monstruo invisible”, un corto que ve la luz este viernes en 0# de Movistar+ (19.00h).

Tras hablar de la educación de las mujeres con “Binta y la gran idea” (2004) y sobre la brecha digital en “Bienvenidos” (2015), un tercer corto rondaba la cabeza de los hermanos Fesser, el cual debía responder a un problema social que, en muchas ocasiones, resulta invisible: el hambre. Así lo cuentan en una entrevista con Efe.

“Teníamos muchas ganas de retratar la infancia en el mundo dentro de un paisaje más difícil, más duro, y el hambre, desde hace tiempo, era un paisaje que nos apetecía explorar”, comienza explicando Javier Fesser, ganador de cuatro premios Goya.

Es Guillermo, a quien muchos conocerán por el programa 'Gomaespuma', quien hace hincapié en el porqué de este corto: “Hay grandes preguntas en el mundo que los adultos no hemos sabido responder. No estamos entendiendo bien qué es el hambre y, por tanto, no estamos encontrando respuestas a ese problema”.

El corto estaba orientado a ser proyectado en colegios de toda España -pospuesto a causa del coronavirus- para que fueran los jóvenes los primeros en acercarse a la historia de Aminodin y la de todos aquellos que pasan los días en aquel vertedero de Papandayan del que recogen “la ropa que se van a poner, lo que van a comer y lo que van a utilizar para vender o llevar a reciclar”.

“Es una película amena, divertida, que queremos que a los chavales les enseñe algo pero que les haga también disfrutar. Quizás ellos entiendan mejor que los adultos qué es el hambre”, expone Guillermo.

Los hermanos coinciden al explicar que fue la propia realidad que se presentaba ante sus ojos cuando viajaron a Filipinas en 2019 -después de contactar con Acción contra el hambre- la que hablaba por si sola ante la cámara: “No hay guionistas que inventen nada”, dice Javier.

“La película se nutre cien por cien de la realidad. Nada de lo que ocurre se nos habría ocurrido a Guillermo o a mi si no hubiéramos hecho una inmersión y documentación”, explica Javier, quien cuenta que estuvieron tres semanas de rodaje diario en el que era la vida la que hablaba por sí sola.

Relatan los Fesser que el primer reto fue establecer contacto y ganarse la confianza de la comunidad que allí vivía y que, de alguna manera, iba a ser retratada ante las cámaras. Sin embargo, tras días de convivencia, únicamente era el idioma el que hacía el rodaje más complicado.

“Llegas allí y no hablas maranao. Tienes que hablar a través de un traductor. Tú le hablas en tu inglés chapurreado, él se lo traduce al tagalo y el tagalo se lo transmite al que habla maranao”, expone Guillermo, quien hace hincapié en que la película no es más que un “elemento más” para contar una realidad invisible a ojos de muchos.

Y añade: “Te das cuenta de que son personas, que tienen momentos felices como tienes tú, que hay otro que está enamorado, otro que está amargado; entonces te das cuenta de que la felicidad surge en los sitios donde menos te lo esperas”.

Y, precisamente, bajo esta premisa surge el concurso “Cometascontramonstruos.org”, una iniciativa creada por Acción contra el hambre en la que los niños de todo el mundo pueden elaborar una cometa con materiales reciclables para hacer un guiño a las cometas realizadas -como se ve en el corto- por los niños de Papandayan.

“A partir del 20 de junio, que esperamos poder estar todos fuera, volaremos esas cometas y les diremos a esos niños 'mirad para arriba que aquí estamos'”, concluye Guillermo, que remata añadiendo: “Esperamos que con la película se entienda lo que nosotros hemos visto en Filipinas, que lo contrario de la pobreza no es la riqueza sino la justicia”.

Patricia Muñoz Sánchez

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