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El mundo de los títeres se rebela, porque no es solo para niños

El mundo de los títeres se rebela, porque no es solo para niños

EFE

Santillana del Mar (Cantabria) —

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Un calcetín y una mano son suficientes para llevar a los más pequeños a un lugar que solo existe en su imaginación, pero a los títeres todavía se les resiste romper la barrera del cliché y demostrar que, al contrario de lo que se piensa, no son una disciplina para el disfrute exclusivo de niños.

Por ello, el festival de títeres y de manipulación de objetos que se celebra desde hace once años en la localidad cántabra de Santillana del Mar, bajo el título “Bisóntere”, ha regresado este fin de semana para dar vida a los muñecos.

Las propuestas de pequeño formato e innovadoras son la estrategia de un festival que, para su director artístico, Luis del Río, se caracteriza por “salirse de la norma”.

Del Río explica a Efe que el festival ha evolucionado “de forma brutal” hasta consolidarse gracias a su variedad temática y el cariz internacional que le otorga que tres de las doce compañías participantes vengan desde Australia, Francia y Perú.

Dentro de esa temática se aborda el cuidado del medioambiente, problemas sociales o intereses juveniles, entre otros asuntos, en un total de 45 pases, con algunos espectáculos pequeños y de corta duración para llegar al mayor número de personas posibles.

Ese abanico de funciones tiene en cuenta los gustos de toda la familia, aunque en cada edición se busca que haya algunas propuestas dirigidas solo a los más pequeños, a un público joven y también al adulto.

Según su director artístico, Cantabria ha acogido “muy bien” este festival, que ha ido evolucionando poco a poco pero de “forma brutal”, y que ahora incluso atrae a amantes del muñeco de trapo de otras regiones.

De hecho, se estima que en las últimas ediciones han acudido a Santillana del Mar a presenciar el festival cerca 8.000 visitantes, que en algunas ocasiones se ha disparado hasta los 11.000.

En un principio la entrada era gratuita, pero con el paso de los años se tuvo que controlar el aforo mediante billetes, que este año se han agotado en el primer día de venta.

Sin embargo, la oferta de “Bisóntere” permite disfrutar de muchos y pequeños espectáculos -el de mayor aforo es de 200 personas- que se desarrollan por las calles de Santillana del Mar, una villa que ya de por sí parece como de cuento y que estos días convierte cada esquina en un teatro de piedra para la ocasión.

Del Río recalca que las actuaciones de pequeño formato permiten que la relación entre títere y público sea “mucho más íntima y cercana”, lo que hace que los espectadores disfruten “muchísimo más”.

El plato fuerte de este festival es la tradicional actuación en la plaza Mayor de Santillana, una “verbena” en la que se mezcla música con canciones populares, juegos entre los actores y el público, pelotas hinchables y manteo de muñecos.

Este año el festival se ha cerrado con el espectáculo de la compañía segoviana Mutis y sus títeres gigantes, que a través de “El Sótano Encantado” cuenta una historia sin final, que escribe el público en los 50 minutos que dura la función.

Ello supone una prueba del carácter innovador del festival que defiende su responsable, quien gracias a estas propuestas confía en que se descubra la verdadera esencia del mundo de los títeres.

A su juicio, esta es la primera disciplina teatral que las personas perciben cuando son niños, casi desde la cuna, porque los sonajeros se convierten en títeres gracias a los movimientos y las voces que les ponen los padres.

Durante esta semana, además, se ha podido visitar la exposición de los titiriteros de Binefar “El juego y los títeres”, que muestra que estos juguetes enseñan “algo a menudo olvidado”: el muñeco está más vivo cuando se mueve que cuando habla.

“No pedimos que os convirtáis en niños y disfrutéis de la exposición, sino que desde vuestra condición de adultos o niños, que se conceden la dicha de jugar, miréis estos objetos y recordéis, evoquéis, soñéis y disfrutéis”, piden los organizadores para incidir en que el mundo de los títeres no es solo para niños.

Pablo G.Hermida

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