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La extraordinaria carrera de Juan Gabriel, el ídolo de Ciudad Juárez

Juan Gabriel, el ídolo de Juárez

Marta Peirano

El ídolo de Juárez nació en Michoacán, un 7 de enero de 1950, como Alberto Aguilera Valadez. Sus padres eran humildes pero fértiles; Alberto era el menor de 10 hermanos. Un día, su padre Gabriel Aguilera Rodríguez estaba quemando rastrojos y el fuego se le fue de las manos, provocando un fuerte incendio. Dicen que la culpa le volvió loco y murió poco después en un psiquiátrico. Años después, Juan Gabriel le dedicó una canción: De sol a sol.

Su madre Victoria se mudó a Ciudad Juárez para trabajar como doncella en una finca. Eran tan pobres que Alberto acabó en un orfanato. Fue el primer golpe de suerte de su extraña vida, porque allí encontró un improbable mentor en Juan Contreras, un viejo profesor prácticamente sordo que le enseñó música y que le acogió en su casa cuando tenía 14 años. Allí compuso La muerte del palomo, su primera canción.

Su madre murió en 1974, cuando tenía 24 años y ya había conseguido su primer éxito. A ella le dedica Amor eterno, una canción que se ha convertido en la banda sonora de los funerales mexicanos.

De la cárcel al estrellato

Contreras le animó a cantar, y en 1965 debutó como Adán Luna en el programa Noches rancheras con el famoso corrido revolucionario María la bandida. Su segundo bolo, en el Cabaret Noa Noa, inspiró la que pronto se convertiría en su canción más popular, El Noa Noa. Empezó a girar por pueblos cuando un tipo le acusó de robo y acabó cumpliendo condena de año y medio en la famosa cárcel de Lecumberri, donde tantos activistas del movimiento estudiantil de 1968 fueron torturados y asesinados.

Fue su segundo golpe de suerte. Cantando en la celda llamó la atención del director, que no solo le ayudó a salir de la cárcel tras comprobar que no había suficientes pruebas para retenerlo, sino que le presentó a Queta Jiménez, más conocida como “La Prieta Linda”. A través de ella, Alberto consiguió su primer contrato discográfico. Fue entonces cuando adoptó el nombre que le acompañaría siempre, una combinación de sus dos padres, Juan y Gabriel.

Tenía 21 años cuando sacó su primer single, No tengo dinero, y arrasó. Su timidez natural y sus temas cándidos contrastaban fuertemente con la tradición ranchera mexicana, donde grandes morenazos con bigotitos a la Valentino le daban al tequila y a las emociones fuertes, balando canciones épicas sobre la muerte, venganza, el rencor y los celos. El pequeño Juan Gabriel, con sus historias de mexicano humilde, eternamente pobre y soñador, acompañaban al pueblo en su cotidianidad.

En No tengo dinero, su novia quiere casarse y él le pide que espere. En Caray, su canción más vengativa, la chica que le deja para casarse con un hombre rico y viejo acaba “infeliz y desgraciada” y sin dinero, pero él ya la ha perdonado y ya nada se puede hacer.

Una figura pública de vida muy privada

En la vida real, JuanGa no se casó. En Yo no nací para amar, canta: Yo no nací para amar, nadie nació para mí / Mis sueños nunca se volvieron realidad / Siempre lo busqué pero nunca pude encontrar ese amor. Y en Pero qué necesidad: Daño yo no le hago al verle / Con amarle y con tenerle / Más que un daño le hago un bien.

¿Era gay Juan Gabriel? “Lo que se ve no se pregunta”, contestó a un periodista. Y lo que vimos fue que los trajes de chaqueta oscuros de sus primeros 70 fluyeron rápidamente hacia la vistosa camisa floreada, brillante o con chorreras y los pantalones de campana. En 1990, cuando llenó tres veces seguidas el Palacio de Bellas Artes de México, llevaba un traje blanco empedrado de brillantes, puro Elvis en Las Vegas.

En 1985, su exmanager Joaquín Muñoz publicó un libro biográfico que el cantante hizo retirar del mercado. Juan Gabriel y yo estaba lleno de detalles sórdidos de la vida del ídolo de Juárez, incluyendo fotografías personales y un romance con Junior Morales, marido de su amiga y frecuente compañera de escenario Rocío Dúrcal. Por otro lado, tuvo cuatro hijos adoptivos con su amiga Laura Salas. Gay o no, la comunidad LGTB lo reclamó como símbolo y el aceptó, poca broma en un país donde la homosexualidad es un deporte de riesgo. Todo esto no hizo sino aumentar su leyenda.

Juan Gabriel murió de un infarto el pasado domingo en una casa alquilada de Santa Mónica. Murió con las botas, o las lentejuelas, puestas, en mitad de su gira MéXXico es todo. Como tenía que ser, aunque más pronto de lo esperado.

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