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Oliver Laxe: “No soy un extraterrestre, tengo la sensibilidad de mi tiempo”

Oliver Laxe: "No soy un extraterrestre, tengo la sensibilidad de mi tiempo"
Málaga —

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Málaga, 6 jun (EFE).- Oliver Laxe cree que su cine ha tardado en ser aceptado en España, pero le parece que “está bien” que le haya costado un poco. “Me lo he tenido que ganar”, ha dicho, pero después ha sentido que “la gente se ha identificado” con su trabajo, y “lo han acogido como propio”.

“No soy un extraterrestre, tengo la sensibilidad de mi tiempo; pero ha sido lindo”, ha resumido el gallego nacido en París hace 39 años, que ya está buscando financiación para sacar adelante un nuevo guion, una película que escribe despacio y con el amor de siempre (“yo solo hago cine cuando siento la necesidad”, apunta) de la que no aporta muchas pistas.

“Sí hay un imaginario en esta nueva película en la que estoy que me estimula mucho, y trae a colación imágenes fuertes e hipnóticas como el comienzo de ”Lo que arde“, el fuego, ”el taxi de 'Mimosas'... que me rascan y me gustan mucho“.

Por si fuera poco, el director gallego ha regalado otra noticia en el encuentro con periodistas previo a la gala de esta noche donde se le entregará el premio Málaga Talent: está preparando una serie de televisión porque quiere probar a conectar con ese público que le parece “muy diferente” al que ve sus películas. “Estoy viendo cómo puedo llevármelos a mi terreno”.

Si algo tiene claro este cineasta, es que ama a sus espectadores; los quiere y los cuida y, por eso, mediante una delicada metáfora de panadero, ha explicado cómo quiere alimentar a su público:

“Sabemos que el pan que compramos en los supermercados no son buenos para la salud, sabemos que están hechos con harinas transgénicas que son malas, y muchos de los que trabajamos en la industria del cine no compramos ese pan, ni lo producimos, porque sabemos que es malo, que engancha, que genera zombies, gente degradada”

“¿Por qué no podemos hacer un pan bueno, con trigo, con centeno, con espelta, que efectivamente al principio al espectador le resulta duro, acostumbrado al trigo edulcorado?”, se pregunta Laxe, convencido de que los cineastas comprometidos, como él, “sabemos que ese pan es el bueno para él y con el tiempo acabará acostumbrándose y queriendo ese pan más sano”.

Y, como se resiste a “hablar mal” del cine “main stream”, utiliza otra imagen para explicar lo que busca: “No se trata tanto de sorprender al espectador como de descubrir al trilero porque al final -asegura- lo que vemos es que no hay ninguna pelotita, es todo pirotecnia. Es más hacer que el espectador conecte con su esencia. Como autor, eso es lo que yo he intentando volviendo a casa”.

El director del festival de Málaga, Juan Antonio Vigar, le ha presentado como un cineasta de “mirada indagadora y comprometida”, que desde su último (y multipremiado) filme, “O que arde”, (2019) se refugió en su tierra de Los Ancares para fundar un proyecto cultural y de vuelta a las raíces.

“Es centro cultural, y cineclub de montaña, con talleres y mesas redondas, conferencias, pero antes de nada es una casa que quiere estar vinculada con su entorno, por lo tanto estamos experimentando con las tierras, cuidarlas, sacarlas rendimiento y tenemos cabras. Suena muy filantrópico pero es que en las aldeas siempre se comparte y el que llega siempre tiene una taza de caldo”.

“Es hora de descaminar, desandar, desaprender y hacer las cosas con otro ritmo”, sonríe, aún recuperándose de un problema macular en uno de sus ojos.

Unas ocupaciones que Laxe asegura que le tienen pendiente de todo menos de ser cineasta, se ríe cuando se le recuerda que lo es y que el premio lo recibe por eso.

Y lo hace, dice, “agradecido y honrado”, es “un premio que motiva (...) es muy bonito ver cómo después de subir esas cimas ver que arriba se me acoge y se me cuida, lo siento -afirma-, me parece sincero y lo celebro”.

Laxe logró el FIPRESCI del festival de Cannes con su primera película, “Todos vosotros sois capitanes” (2010), un filme que recoge sus experiencias con un taller de cine con niños desfavorecidos de Tánger (Marruecos); un reconocimiento que el cineasta siente como “el de más celebración” de su carrera, porque pensó que a partir de ahí se le “abriría el camino”.

No fue así en España, pero sí siguió creciendo en Francia; su segundo largo, “Mimosas” (2016), se llevó el Gran Premio de la Crítica en Cannes.

Laxe mira estas películas como “las de alguien muy inconsciente, veo verdaderamente a un niño que no calcula, y que es cuando ya está en medio del quilombo piensa quién le manda meterse en estas”. Pero sabe que sus películas son por eso “diferentes”, y “especiales”.

“Hay algo ahí, una zona negra, de inconsciencia, que hace que me tire al abismo”, un ejercicio que sus seguidores esperamos que vuelva a practicar pronto.

Por Alicia G.Arribas.

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