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Los retratos de Paul Gauguin destapan sus obsesiones en la National Gallery

Contes barbares, 1902 de Paul Gauguin.

EFE

Londres —

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La obsesión por sí mismo del francés Paul Gauguin (1948-1903), su original replanteamiento del retrato, pero también las (ahora) cuestionadas relaciones que mantuvo con menores en la Polinesia francesa se someten a juicio en una muestra presentada hoy jueves en la National Gallery.

A través de más de 50 obras, entre ellas pinturas, grabados, retratos, autorretratos, esculturas de cerámica y madera o dibujos, el espectador revive la compleja trayectoria vital y artística del galo, cuyos trabajos se expondrán desde el próximo lunes hasta el 26 de enero de 2020.

“The Credit Suisse Exhibition: Gauguin Portraits” es, de hecho, la primera exhibición dedicada en exclusiva al género del retrato en la obra de Gauguin. En esas pinturas y esculturas se aprecia cómo influyeron en su técnica los años que pasó de niño en Lima, su vida en París o sus intensas estancias en la Bretaña y la Polinesia, desde mediados de 1880 hasta su muerte, en 1903, a los 55 años.

Emily Burns, comisaria de la National Gallery, declaró hoy a Efe cómo “Gauguin estaba ya obsesionado consigo mismo”, un dato que llama la atención en una sociedad en la que existe una obvia “fascinación por los 'selfies' y las redes sociales”.

“Pintó muchísimos autorretratos, al tiempo que retrató a otras personas de muchísimas y diferentes maneras, además de en un sentido literal, de manera simbólica, o imaginada, lo que captura la imaginación de la audiencia de hoy”, remarcó.

Pero resulta difícil, en el contexto actual, contemplar la obra del Gauguin disociando al artista del hombre.

La “fascinación” del público por los trabajos del creador quizá tenga algo que ver, admite la experta, con la evolución trazada por la sociedad a partir de movimientos feministas como el “MeToo”.

“Vemos tantos retratos en las redes sociales que no son lo que parecen y ahora mismo existe una fascinación por todo eso”, afirma Burns, que recuerda que al artista “no se le juzgó demasiado” en su época por su conducta, pese a que llegó a tener numerosas amantes que eran tan solo niñas.

Pero la exposición “no se esconde de esa problemática relación con mujeres jóvenes” que mantuvo el pintor galo, ya que no parece “posible” poder “separar al hombre del artista”, insiste la experta.

También subraya que Gauguin era “una persona muy excéntrica y muy complicada que ni siquiera lograba mantener sus amistades”. Una de las salas está, precisamente, dedicada a ahondar en esos vínculos tortuosos, en algunos casos conflictivos, que mantuvo con otros artistas, como fue el caso de Vincent Van Gogh y Meijer de Haan.

Este último puede verse en varios de sus retratos, como en “Barbarian Tales”, en el que Gauguin parece “combinar sus obsesiones más extrañas (la fantasía y la imaginación): muestra a su amigo muchos años después de su muerte, imponiéndose detrás de dos mujeres polinesias” de una manera casi fantasmagórica.

Para Christopher Riopelle, otro de los comisarios, la selección de obras “indaga en la cuestión de qué es lo que ocurre cuando un artista de mente extraordinaria se abre al cambio y a las cosas nuevas, y adopta el género del retrato y lo revalúa”.

Según otra de las expertas en la obra del artista Cornelia Homburg, lo que hace el francés es “mostrar su idea de lo que a él le gustaría que la audiencia pensara de él y, para ello, adoptó muchísimas poses, asociadas a ideas vinculadas a la visión que él tenía de sí mismo”.

La recolección de obras, prestadas por museos de todas partes del mundo -hay solo un cuadro de la National Gallery, el “Vase of flowers”, que en su día perteneció a Dégas-, pone al descubierto el interés de Gauguin por las sociedades que notaba más cercanas a la naturaleza y que percibía opuestas a la industrialización de París.

Además del espacio repleto de autorretratos, el género más prolífico de su obra y con el que adoptaba personalidades diversas, se exponen los retratos de sus viajes a Tahití, donde daba rienda suelta a sus impulsos más perversos, actuando como un depredador. Una faceta por la que apenas se le censuró entonces y por la que posiblemente la sociedad actual lo habría juzgado.

Por Patricia Rodríguez

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