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El Palacio de la Música sigue en venta

El Palacio de la Música pocos meses antes de su cierre // Foto: Salvemos el Palacio de la Música

Paula Corroto

La retirada de la oferta de la empresa Mango para comprar el Palacio de la Música de Madrid no hace bajar las alertas con respecto al futuro de este emblemático edificio inaugurado en 1926. Según ha podido saber eldiario.es por fuentes de su propietario, la Fundación CajaMadrid –ahora Montemadrid-, esta está dispuesta a continuar con su venta al mejor postor, por lo que en un tiempo aún no establecido se abrirá de nuevo al mercado.

Los motivos de la Fundación son económicos. CajaMadrid compró el edificio en 2008 por 33 millones de euros cuando aún estaba controlada por Miguel Blesa, y ahora, por cuestiones de presupuesto –en torno a los 20 millones de euros- no le saldrían las cuentas “si queremos mantener las becas y las escuelas que tenemos” por menos de 46 millones de euros, que es lo que costaría acabar las obras como auditorio. Pero “el auditorio ahora mismo es inviable”, confirman desde la Fundación, propietaria de La Casa Encendida, otro edificio que, sin embargo, no piensan poner a la venta.

La opción, por tanto, es vender el Palacio, una decisión que siempre se ha mantenido desde 2012, después de que se paralizaran las obras para hacer una sala de conciertos de música sinfónica, como se había previsto en un principio. No es una sorpresa que, aunque la Fundación no pertenezca a Bankia precisamente desde 2012, fuera esta entidad la que poco después tuviera que ser rescatada por el Gobierno y en la que se acometiera el escándalo de las tarjetas black.

Uso terciario, no cultural

Hasta la fecha, la compañía de Isak Andic había sido la única que había realizado una oferta con un proyecto en firme a la Fundación. Es más, sobre la mesa se podrían haber puesto 65 millones de euros. No obstante, en estas negociaciones, que han durado más de dos años, también ha entrado el ayuntamiento –ayer nadie del equipo de gobierno hizo declaraciones al respecto- ya que el edificio está dentro del Nivel 1 de Protección Integral y es Urbanismo quien tiene que dar el visto bueno para la acometida de las obras y la venta final. Según señalaron desde la Fundación a este diario –Mango tampoco quiso aportar más información- el acuerdo “ha debido de estar condicionado por el ayuntamiento” obteniendo como decisión última la ruptura de la negociación.

Pese a ello, también entra en las previsiones, de nuevo, las necesidades económicas de la Fundación, que podría haber solicitado más dinero, ya que desde el consistorio nunca se pusieron demasiadas trabas a la venta del Palacio a Mango. De hecho, la alcaldesa Ana Botella realizó varias declaraciones mostrando su beneplácito. El antiguo cine no está declarado como Bien de Interés Cultural, tal y como se ha pedido en numerosas ocasiones desde plataformas como En Defensa de la Cultura, sino que está calificado como uso terciario y no cultural, por lo que siempre puede reconvertirse en una tienda o en una discoteca.

Campañas en defensa del edificio

Precisamente, diversas plataformas ciudadanas han llevado a cabo manifestaciones para que se proteja este edificio y no se lleve a cabo su venta. Se han realizado campañas en redes sociales y en plataformas como change.org e incluso en junio del año pasado se lanzó el vídeo “Salvemos al Palacio de la Música”, en el que participaron Santiago Segura, David Trueba y el Gran Wyoming, entre otros, para evitar la venta. Nada ha dado resultado, aunque el promotor de esta campaña, Fran Hernández, tiene prevista una rueda de prensa con los diferentes candidatos a la alcaldía a comienzos de mayo en la que se debatirán varias propuestas con respecto a qué hacer con el edificio.

Las soluciones, sin embargo, no son muy halagüeñas. La Fundación está dispuesta a vender y el consistorio puede verse en la tesitura de comprar o renegociar un contrato de arrendamiento del edificio. Si esto no ocurre, el Palacio seguiría el mismo camino que han recorrido en los últimos años otros tantos inmuebles históricos de la capital, reconvertidos en tiendas, gimnasios o centros de ocio gastronómicos.

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