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La sencilla historia de “Vera” muestra en el Festival de Cine de Tribeca el poder de los detalles

Fotografía cedida este jueves por la productora y directora española de cine Laura Rubirola que muestra una escena de su cortometraje "Vera", en Nueva York (EE.UU).

EFE

Nueva York —

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La sencilla pero incisiva historia de “Vera”, una limpiadora de oficinas en turno nocturno que desarrolla un estrecho vínculo emocional con el ocupante de un despacho, pese a no haberlo conocido nunca, llega al Festival de Cine de Tribeca para subrayar el poder que tienen los pequeños detalles para enriquecer nuestras vidas.

“Nuestra capacidad de fijarnos en los detalles más pequeños, entre comillas, nos puede enriquecer muchísimo la vida y nos puede descubrir muchas cosas que van mas allá de la apariencia. Creo que es eso lo que en el fondo quería contar”, explica a Efe la responsable de este corto, la española Laura Rubirola, sobre el que es su primer trabajo como directora.

La cinta, de 17 minutos de duración, se adentra en el mundo de Vera (Paulina García), una callada y tranquila señora de la limpieza que trabaja en los años 80 por las noches en unas oficinas y que, acompañada de su inseparable Walkman, escucha música clásica mientras pasa la aspiradora y abrillanta los escritorios.

Una de las noches, Vera descubre debajo de un sillón un gemelo, que decide dejar cuidadosamente bajo el flexo del misterioso ocupante del despacho. Un gesto aparentemente insignificante pero que llevará a la protagonista a descubrir toda una serie de pequeños detalles y gustos en común con el trabajador, que se dedica a la ilustración.

La idea para este reflexivo corto le surgió a Rubirola hace unos tres años: “Estaba en un momento dado en un rodaje fuera de casa viviendo con un compañero de trabajo y la persona que se encargaba de la limpieza de ese piso dejó de venir y nos encargamos nosotros evidentemente”.

“Ese día recuerdo pensar que cuántas cosas podía saber esa persona que venía sin habernos visto nunca, cuanta información tenía de quiénes éramos, qué hacíamos, que no sabíamos cocinar en absoluto, que eramos un chico y una chica, a lo que nos dedicábamos”, expone la joven directora.

Rubirola cruzó entonces ese concepto con otras ideas que había tenido sobre “cómo nos condiciona la imagen a lo que pensamos de los demás”.

Se trata de la primera experiencia como directora de la española, que hasta ahora se había dedicado a la producción. En esta ocasión, no sólo desarrolló la idea detrás del corto, sino también el guion.

“Estaba acostumbrada básicamente a producir, que es algo muy distinto, y sí que fue un poco extraño producir a la vez que dirigir, porque tu 'yo director' quiere unas cosas y tu 'yo productora' sabe qué cosas puedes tener y cuáles no, entonces eso fue un poco complicado”, admite.

Por el decorado y los objetos que aparecen en “Vera”, el corto sucede claramente en la década de los años 80, cuando estalló el uso del Walkman, uno de los claros protagonistas del corto.

Rubirola escogió esta época para que Vera no tuviera fácil saber cómo era físicamente la otra persona: “Hoy en día sabemos su nombre, entramos en internet, vamos a Facebook, vemos 4 fotos y decimos 'me interesa o no me interesa'”.

Pero en los 80 había otra forma de conocerse: “Quería conservar todo lo posible la extrapolación de ella sin conocerle físicamente”, dice la directora, que es de la opinión que por aquel entonces “era más fácil conservar ciertas magias, y ciertos ritmos”.

“Al final, ahora nos conocemos de otra manera. (...) El simple hecho de mandarte un mensaje instantáneo y antes tenía que mandar una carta, pues obviamente la espera, la emoción, lo que te decías incluso era distinto. Y sí, quería volver un poco atrás”, señala.

La directora afirma haberse sentido sorprendida cuando su opera prima fue seleccionada para el Festival de Cine de Tribeca, donde se ha estrenado a nivel mundial, y a pesar de que la muestra tuvo que posponer la edición de este año y celebrar en su lugar una versión virtual, Rubirola dice que nunca se planteó retirar su corto por ello.

“Soy muy partidaria de que cuando alguien confía en ti y apuesta, hay que hacer lo mismo, y más en un momento como este que las cosas son tan complicadas. Creo que Tribeca ha luchado mucho por seguir manteniendo al máximo su proyecto, y eso también creo que es muy bonito”, remata.

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