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Sentirse Don Quijote en medio de Madrid

Sentirse Don Quijote en medio de Madrid
Madrid —

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Madrid, 25 sep (EFE).- Un walkman, una cinta de casete y unos auriculares: estas son las armas con las que se pertrechan los 'espectadores' de 'Quijotes y Sanchos', una obra de teatro inmersivo que invita a deambular por Madrid imaginando la Mancha quijotesca.

Basada en el primer libro de 'El Quijote', esta producción de la compañía Los Números Imaginarios estará en cartel hasta el 24 de octubre en el Teatro de la Abadía, desde donde parte una travesía en la que el espectador define su propio camino.

El director de la obra, Carlos Tuñón, la define como “una experiencia itinerante” que invita a “caminar por la ciudad y vivenciar lo que le ocurrió a Quijote y a Sancho en 1604, pero traducido a 2020”.

Lo cierto es que Tuñón venía trabajando en la idea de una adaptación del Quijote desde hace un par de años, pero la pandemia del coronavirus ha traído un contexto propicio para estrenar una obra como ésta: sin butacas, al aire libre y diseñada como una experiencia individual.

Los pases tienen un máximo de 20 asistentes que se ven antes de iniciar su recorrido, cuando se les explica el funcionamiento del espectáculo y reciben una caja desinfectada que contiene el equipaje para este viaje inmersivo.

El Rocinante particular de estos caballeros andantes es el walkman, un artilugio, explica Tuñón, que es “analógico, anacrónico y físico”, igual que resulta para nosotros la novela de Cervantes, y que además “nadie lleva hoy en día”, del mismo modo que nadie iba y venía con una armadura en los tiempos de Alonso Quijano.

Una vez colocados los auriculares y pulsado el 'play', el protagonista es el espectador/oyente, a quien acompañan las catorce voces que protagonizan esta obra grabada, que incluye además el cameo de una cinta de casete en la que se leen fragmentos de la novela en japonés, y que Tuñón encontró en una librería de Tokio.

“Si pudieses ser otra persona, ¿quién querrías ser?”, arranca la grabación, una mezcla de extractos de la novela, reflexiones sobre la misma, gags humorísticos e invitaciones a la meditación del paseante, a quien se empuja a ir lo más lejos posible, a dejarse extraviar por las calles de Madrid como si vagara por los campos de la Mancha.

Mientras tanto, las voces invitan a reimaginar y reinterpretar la ciudad, descubriendo gigantes detrás de un edificio que puede estar en la calle de Santa Engracia o en el paseo del Pintor Rosales, o identificando superhéroes que esconden su alter ego tras su apariencia de corredores o monjas.

Todo lo que se escucha se estructura, asimismo, en torno a esa dicotomía atemporal y universal que protagonizan Don Quijote, el soñador que impone al mundo su propia realidad, y el prudente, realista y pragmático Sancho Panza, cuya voz aparece de cuando en cuando desde el walkman para recordar que no, que con tanto edificio y coche y cajero automático, Madrid no puede ser la Mancha.

De hecho, a cada uno de los dos protagonistas le 'corresponde' una cara del casete: la A, la del viaje que comienza sin estación de destino, a Quijote; la B, la del regreso a casa por veredas ya conocidas, a Sancho.

¿Y puede uno prestarse a todo esto sin haber leído la célebre novela de Cervantes? Tuñón afirma que sí, y que de hecho puede ser una puerta de entrada a una historia que “es muy divertida; lo que pasa es que se enseña mal en el colegio, pero si se enseñase como es, que es casi como un cómic, a los jóvenes les encantaría”.

En total la grabación dura unos 90 minutos, pero la experiencia inmersiva puede alargarse hasta las dos horas y media, ya que en varios momentos se sugiere al oyente que detenga la reproducción.

Así, uno vuelve al Teatro de la Abadía con varios kilómetros en las piernas y con el cielo ya teñido de noche -los pases comienzan a las 19 horas-, entablándose de este modo, explica Tuñón, “una relación física con la pieza que es fundamental”. ¿Qué mejor manera de replicar la colosal dimensión de la novela, así como el desgaste que sufre su protagonista, que fatigando al propio espectador?

“Caminar así, sin rumbo, es una experiencia casi política ahora mismo, que vas de casa al trabajo y del trabajo a casa o te tienes que quedar en casa”, concluye el director, apelando al encaje de la obra con los complejos tiempos que vivimos, en los que un poco de locura quijotesca puede ser, por un par de horas, la mejor escapatoria posible.

Juan Vargas

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