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Volvemos a ver la 6ª temporada de 'Juego de tronos' para que tú no tengas que hacerlo

Daenerys y los Dothraki en el primer episodio

Mónica Zas Marcos

Solo hay dos reacciones posibles ante el regreso de una serie después de un año de espera. La primera es el desencanto propio de los meses de distancia, cuando un nuevo amor televisivo quizá haya tomado el puesto de la que se fue. La segunda es una emoción que no entiende de infidelidades seriéfilas y convierte cada reencuentro en un acontecimiento mundial. Juego de tronos, sin duda, pertenece a esta última categoría.

La ficción de HBO no se resiente, aunque los productores estiren la paciencia del público como un chicle. Eso tampoco significa que la espera se haga corta: en el caso de la sexta temporada, han pasado exactamente un año y 20 días desde la emisión de su soberbio episodioVientos de Invierno. Sean cuales sean las razones de esta demora, lo importante es que Juego de tronos sabe mantener su poder de convocatoria.

Ahora bien, lo más probable es que la memoria nos juegue una mala pasada cuando intentemos poner todas las fichas en el tablero de Poniente. ¿Merece la pena volver a ver la última temporada? Habrá quienes lo prefieran y quienes a estas alturas no dispongan de las diez horas necesarias. Para unos y otros, hemos preparado unas claves rápidas de supervivencia para el 17 de julio, fecha en la que retomaremos la batalla por los Siete Reinos y, aún más importante, “la de los vivos contra los muertos”.

El rey en el Norte

Hay finales que no se olvidan y el de la quinta temporada es uno de ellos. La muerte de Jon Snow a manos de los amotinados de la Guardia de la Noche sembró el pánico entre los espectadores que no se habían leído los libros. Por suerte, los guionistas no alargaron la agonía demasiado en la sexta temporada. Melisandre, la bruja roja, revive al Lord Comandante después de mostrar -sin mucha relevancia para la trama, todo sea dicho- su verdadera decrepitud.

“Mi guardia ha terminado”, asegura el lobo blanco, mientras se despide dolido por la traición de los suyos, a los que acaba de colgar. Justo en ese momento aparece Sansa Stark en el Muro para hacerle entrar en razón. La hija mayor de Ned y Catelyn está dispuesta a arrebatar su hogar de las manos del sádico Ramsay Bolton, con o sin la ayuda de Jon.

Recuperar Invernalia requiere bastante más que un combate cuerpo a cuerpo entre los dos bastardos más irrompibles del Norte. Al final, con la ayuda de un ejército de más de 2.000 salvajes y algunos soldados de los reinos allegados, tiene lugar el mejor episodio de la historia de Juego de Tronos. Esta batalla alza a Nieve con el título de Rey en el Norte, reconocido incluso por los señores que no le apoyaron en la leva. Y aunque esa es la feliz conclusión para los Stark, el episodio de la lucha merece ser recordado con más detalle.

La batalla de los bastardos

La excusa para enfrentarse contra los Bolton es recuperar Invernalia y montar de nuevo la desperdigada Casa Stark. Sin embargo, como bien recuerda Sir Davos a Lady Mormont (la niña que rezuma molonismo) en la Isla del Oso, “la auténtica guerra no es entre unas cuantas casas rivales, es entre los vivos y los muertos. Y, no os equivoquéis mi señora, los muertos están cerca”. El Norte debe estar unido ante la llegada de los Caminantes Blancos e Invernalia necesita erigirse de nuevo como el bastión principal para derrocarlos.

Ese instinto de supervivencia, unido a la venganza de una Sansa sedienta de sangre, es lo que convierte el episodio La batalla de los bastardos en una experiencia cinematográfica con todas las letras. Los primeros minutos del combate ya abrían la veda para una masacre sin igual en Juego de tronos.

Ramsay, que tenía preso a Rickon Stark, obliga a correr al más pequeño de los lobos hacia el otro lado del campo de batalla, donde aguardan sus hermanos Jon y Sansa. Como en uno de sus despiadados juegos, el bastardo Bolton “caza” al chico con una flecha a mitad del camino. Eso dará rienda suelta a los instintos más salvajes de los Stark, que pelearán con uñas y dientes a pesar de ser minoría. Tras 25 minutos de la batalla que pasó a los anales de la pequeña pantalla, Sansa se permite el lujo de rematar al peor de sus exmaridos, el que la violó, mutiló y torturó sin descanso. La escena en la que ella observa a Ramsay ser devorado por sus propios perros es uno de los grandes placeres de esta temporada.

Ahora bien, ¿está Sansa conforme con el nuevo título de su medio hermano? La séptima temporada quizá dé respuesta a esta posible pugna entre los Stark por ostentar el trono del Norte. De eso, al menos, se encargará Meñique.

Desembarco del Rey salta por los aires

Mientras que Jon Snow consigue apoyos en el Norte, los Lannister se encuentran cada vez más solos en Desembarco del Rey. Con su hija Myrcella asesinada y su hijo el rey Tommen imbuido por la doctrina de la fe del Gorrión Supremo, Cersei solo puede confiar en La Montaña para no ser aplastada en su propio castillo. Para evitar que su esposa Margaery pasee desnuda en la misma marcha de expiación que su madre (recordemos: shame, shame), el rey de Poniente anuncia una “santa alianza entre la corona y la fe”.

Además, anula la ley de los juicios por combate y, con ella, la única posibilidad de salvar a Cersei de la condena de los Siete Dioses. Al final, la leona decide tomarse la justicia por su mano. Según contaba la leyenda, el Rey Loco llenó los pasadizos de Desembarco del Rey de fuego Valyrio para hacerlo saltar por los aires. El Loco no lo usó, pero Cersei no teme en hacer arder a todos sus enemigos cuando se encuentran en el Gran Septo de Baelor. La Lannister se quita de un plumazo a los Tyrell -excepto a la anciana Lady Olenna- , a los gorriones y a su líder sin pestañear.

Su venganza se cierra con uno de los mejores monólogos del personaje: el placer. “Maté a mi marido porque me daba placer librarme de él. Fornico con mi hermano porque me da placer sentirlo dentro de mí. Miento sobre que fornico con mi hermano porque me da placer mantener a mi hijo lejos de odiosos hipócritas. Ningún pensamiento me ha dado jamás mayor placer”. Uno de estos placeres se evaporará a los pocos minutos cuando Tommen salte por una ventana al advertir la crueldad de su madre.

El duelo dura poco. Sin estirpe, Cersei ocupa con una lágrima de cocodrilo el asiento que tanto ansiaba, el Trono de Hierro. Pero la nueva reina de los Siete Reinos no debería relajarse, pues hay una gran flota de barcos y dragones que no le va a permitir calentar mucho tiempo la silla.

La Bahía de los Dragones

Daenerys regresa a Meereen reforzada y con un ejército de hombres y mujeres Dothraki dispuestos a luchar por su causa. Después de haber sido apresada por los Khal, la Madre de Dragones hace saber a la tribu que ella no es solo “la viuda de Drogo”, sino La que no arde. Y no hay nada como una pequeña demostración para reivindicar su poder: la Targaryen calcina el templo masculino dothraki y sale ilesa del incendio, poderosa como en Fuego y Sangre de la primera temporada.

Durante su aventura Dothraki, Tyrion decide atacar a los Hijos de la Arpía donde más les duele: en sus bolsillos. El Lannister negocia con los Amos esclavistas para que dejen de financiar al grupo de asesinos. Justo cuando está a punto de prender de nuevo la chispa del caos, llegan los dragones de Khaleesi a poner orden y abrasan a todos los enemigos de su madre en la Bahía de los Esclavos, que pasa a ser la Bahía de los Dragones en ese mismo instante.

Con la paz asentada en Meereen, Daenerys decide partir a Poniente para continuar su conquista de los Siete Reinos. Justo cuando necesita de forma urgente una flota de barcos, aparecen los Greyjoy a presentar sus respetos. Theon (que ha escapado con Sansa de las garras de Ramsay Bolton para regresar a las Islas del Hierro) y su hermana Yara necesitan a la Madre de Dragones para derrocar a su tío, que se ha autoimpuesto en el Trono de Sal. “Necesitamos su ayuda para matar a un pariente o dos que no creen que una mujer sea apta para gobernar”, le dice Yara. “Aceptable”, contesta Daenerys con una sonrisa.

Con los piratas y los barcos de los Greyjoy, el ejército dothraki y los Inmaculados de Mereen, Daenerys está lista para conquistar Poniente. No le para nada, ni siquiera el amor. “¿Sabéis que me da miedo? Le he dicho adiós a un hombre que me amaba y al que yo creía amar, y no he sentido nada. Solo impaciencia por continuar”, le dice la Targaryen a Tyrion, su nueva Mano de la Reina. “Os ofrecería mi espada, pero creo que no tengo. Os ofrezco mi consejo, ahora y siempre”, sella el enano.

Y así, en el capítulo Vientos de Invierno, la mujer más poderosa de la batalla y la mente más lúcida de los Siete Reinos se dirigen a derrocar a Cersei Lannister.

“Una chica tiene nombre: Arya Stark”

Para muchos seguidores, la trama de Arya Stark ha sido la menos atractiva de la temporada. Sin embargo, la pequeña de los de Invernalia ha terminado la sexta convertida en un arma de guerra letal. Tras su periodo de entrenamiento con los Nadie, Arya ha conseguido escapar y recuperar su identidad. Y, lo que es más importante, la joven vuelve a empuñar su infalible Aguja y a retomar la lista de asesinatos pendientes.

El primero de ellos: Walden Frey, el cerebro de La boda roja. Después de hacerle comer a sus propios hijos en un pastel usando la técnica de los Sin Rostro, Arya protagoniza una matanza digna de La misericordia de la madre. Con el precedente de Meryn Trant y ahora el asesinato del viejo Frey, parece que la pequeña de los lobos va a alzarse con el perfil sangriento de la séptima temporada. ¿Qué le parecerá que su viejo enemigo Perro -Sandor Clegane- siga vivo?

Hodor y los Caminantes Blancos

Mientras que su hermana pequeña se jugaba el cuello contra sin Rostro, el bueno de Bran ha permanecido con el Cuervo de Tres Ojos viajando por el tiempo. De estas peripecias sacamos tres datos relevantes.

El primero de ellos es sobre Hodor y el episodio traumático que llevó al grandullón a comunicarse con una sola palabra de dos silabas. El Hodor del pasado, llamado Willis, sufre los estragos de su yo futuro mientras es atacado por los Caminantes Blancos en un episodio de lágrima fácil. The Door -o El Portón, en español- muestra el sacrificio del bonachón más querido de la serie.

El segundo recuerdo al que accede Bran resulta muy relevante para el futuro de Jon Snow. El Stark ve cómo su medio hermano no es hijo de su padre Ned, sino de la hermana de este, Lyanna Stark, y de un hombre de identidad desconocida en la serie. Las teorías cavilan que Nieve tendría media sangre Stark y otra media Targaryen, lo que seguro no le resulta de agrado a Daenerys.

Por último, pero no menos importante, el origen de los Caminantes Blancos. Fueron creados por las Hijas del Bosque para proteger la naturaleza de la zarpa del hombre. Cuando Bran escapa de los muertos y se convierte en el nuevo Cuervo de Tres Ojos, la misión se complica. “De un modo u otro, el rey de la Noche hallará el camino al mundo de los hombres. Y, cuando lo halle, estarás esperándolo y estarás listo”, le dice un forastero a Bran. ¿Está llamado el tullido Stark a convertirse en el personaje más importante de la batalla por los vivos? Solo el Invierno lo dirá.

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