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Sierra i Fabra señala que “la embajada española en Washington era un coladero en los 50”

Sierra i Fabra señala que "la embajada española en Washington era un coladero en los 50"

EFE

Barcelona —

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Con más de once millones de libros vendidos y con una carrera literaria de más de cuatro décadas, el escritor Jordi Sierra i Fabra sigue imparable. Ahora, con la sexta y trepidante novela de la saga protagonizada por el inspector Miquel Mascarell, “Nueve días de abril”, en plena posguerra española.

Sierra i Fabra señala en una entrevista con Efe que en esta ocasión viaja al mes de abril del año 1950, cuando España intentaba ser reconocida internacionalmente y tenía la prioridad de acercarse a los Estados Unidos.

Disfrutando como siempre con el trabajo de documentación, el novelista ha husmeado en archivos, ha navegado todo lo que ha podido por internet y se ha encontrado con que la Embajada española de la época en Washington “era un coladero para la inteligencia americana”.

Con estos mimbres, ha construido un artefacto literario, que publican Grijalbo y Rosa dels Vents en catalán, en el que el antiguo policía Miquel Mascarell es detenido, porque su nombre aparece en la agenda del hijo de un periodista amigo suyo acusado del asesinato de un diplomático español que había pasado una temporada en los Estados Unidos.

“No se trata de una novela histórica -advierte el autor barcelonés- sino de un título policíaco, el más novelesco de los que he escrito, con un trasfondo histórico, en el que el lector se cruzará con espías, con el servicio secreto ruso y con las bases de Morón, Zaragoza, Torrejón de Ardoz y Rota”.

Por otra parte, advierte que, como ocurre en otros relatos suyos anteriores protagonizados por Mascarell, intenta “no meter la pata” y ajustarse al máximo a cómo eran las calles en aquel momento o las tiendas, reproduciendo el ambiente de aquel tiempo.

Asimismo, indica que no le ha costado modelar personajes como los espías que aparecen o hacer evolucionar al inspector Mascarell y su actual compañera Patro, mucho más joven que él y que fue prostituta en otros tiempos.

Jordi Sierra i Fabra, que a los doce años ya había escrito un novelón de 500 páginas, sigue pasándolo bien frente al ordenador, vertiendo las ideas que se le van ocurriendo en sus idas y venidas por el mundo, ya sea a Colombia, donde cuenta con un Taller de Letras, ya sea a paradisíacas islas donde encuentra la paz para estructurar sus textos.

Respecto a si le gustaría que “Nueve días de abril” se convirtiera en una película, asevera que, si se llamara George Shaw y fuera americano, “seguro que estaría en Hollywood haciendo películas, porque soy hijo del cine y no paro de tener ideas: soy un 'paridor' de historias”.

En cuanto a su tarea como escritor para niños y jóvenes, Sierra i Fabra destaca que lo mejor es recibir correos electrónicos o cartas manuscritas de pequeños a los que sus múltiples libros les ayudan en su día a día.

En este punto, rememora que hace poco recibió un correo de un chaval gitano de once años que, de la mano de su maestra, le decía que, leyendo una de sus novelas, sentía cómo “le crecía el cerebro”. “Todavía estoy impactado por estas palabras -confiesa-, porque significa que este chico ha descubierto la lectura; ahora ya no lo puede parar nadie, puede aspirar a mucho”.

“Leer te abre puertas, porque la gente huele siempre la incultura. Yo no tenía estudios, pero no podía parar de leer”, proclama un hombre que tiene en su haber la autoría de unos 440 libros.

Con “Nueve días de abril” en los anaqueles, el escritor avanza que ya ha concluido “Tres días de agosto”, que verá la luz en marzo de 2016 y que tiene un tono más dramático, puesto que retrocede hasta los bombardeos de Barcelona del año 1938.

Además, en marzo de 1917 será el turno de “Ocho días de febrero”, otra vez con el inspector Mascarell de protagonista.

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