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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Esta sala no tiene nada que celebrar en el Día Mundial del Teatro

Función el pasado febrero de 'Fluxus' en la Sala Biribó

Belén Remacha

“La burbuja se mantiene más o menos igual. Quizá haya ido a menos, pero porque han tenido que cerrar bastantes salas... Kubik, La Pensión... Y ahora nosotros”. Lo dice Crismar López, una de las dueñas de la Sala Biribó. Hace 365 días, con motivo del Día Mundial del Teatro, hablábamos en estas mismas páginas de la saturación del off madrileño. Entre otras personas, con la propia Crismar. Un año después, y justo en esa misma fecha señalada, su sala cierra. Con ella además se baja el telón de una de las iniciativas que más había tratado de unir los intereses de este tipo de espacios independientes.

¿Qué hubiese hecho falta para que el Biribó siguiera abierto? “El primer problema ha sido de nuestros propios cálculos, tenemos que entonar el mea culpa. Pero hace falta cierta unión. Querríamos conseguir que se impusiera un precio adecuado para el teatro. Las ayudas, que nunca llegan, hubiesen venido genial. En el caso de una sala como la nuestra, tanto desde el Ayuntamiento como desde la Comunidad las subvenciones solo llegan a partir de los dos años, lo cual nos parece un error. Creemos que deberían estar siempre, pero cuando empiezas todavía más. Tienes que generar público, atraer a compañías... Y estás solo ante el peligro. Nos ha costado mucho darnos a conocer, además. Creo que al off lo que le falta es mucha visibilidad, y la visibilidad es cara. Y claro, una bajada del IVA”. Afirma que “no han notado mejoras” sustanciales con el cambio de legislatura.

Todos esos problemas económicos los han sacado a la luz en un vídeo publicado en su web en el que han exponen claramente esas cuentas que no salen. “Lo hemos hecho porque los datos en el off son absolutamente inexistentes, no se es nada claro. Todo el mundo dice que está todo muy bien. Decidimos hacer lo que llevamos haciendo este tiempo, contar qué había salido mal, contarlo todo. Creemos, o soñamos, que esto puede ser el principio de que la gente empiece a decir la verdad sobre las dificultades del off”, cuenta. “Aquí hay un tejido industrial importante y las instituciones deberían planteárselo con datos de verdad. Que se hagan auditorías para saber cuánto se mueve, quiénes somos”, continúa Crismar.

Los socios de la Sala Biribó, junto a la revista Godot, intentaron en 2015 crear encuentros para reunir fuerzas e intereses. Según cuentan, quedaron en nada. “No tuvimos mucha respuesta ni por parte de la profesión ni por parte de las salas”, relata la dueña, que enumera a cuatro o cinco representantes de espacios que acudieron a las comisiones. “El objetivo era comentar, hablar y visibilizar entre todos los problemas a los que se enfrenta el off, compartir información”, recuerda. En octubre presentaron una propuesta de convenio de salario de actores. “Eso está muerto. La comisión de trabajo también ha muerto como la sala, porque empiezas a tirar del carro, pero te cansas. Nunca se navega al unísono”, lamenta Crismar.

La novena Noche de los Teatros

El Día Mundial del Teatro sí es, en otros rincones, un momento de celebración. Por coincidir con la Semana Santa, la Noche de los Teatros, organizada por la Comunidad de Madrid desde hace nueve años, se traslada esta vez al viernes 1 de abril. Pero la logística es la misma. Será una jornada de descuentos en grandes teatros, entre ellos el Nuevo Apolo, el Lope de Vega, el Amaya o el Alfil. Nacho Bonacho, director de la sala Tarambana y presidente de la coordinadora madrileña de la Red de Salas Alternativas, confirma que en esta ocasión “no hacen nada en conjunto” como colectivo, sino que los teatros de la red han tenido “libertad individual” para adherirse a la iniciativa. Las que lo han hecho cuentan con la publicidad de la Comunidad. Muchos lo hacen, otros no. La semana que viene se presentará la lista oficial de ofertas.

Donde también participan las salas alternativas es en el córner que se colocará, como ya es también tradicional, en la Plaza Mayor, informan fuentes del Ayuntamiento de Madrid, a la espera de conocerse más detalles. Igual que ocurre con el evento regional, se traslada al próximo fin de semana. “Ahí siempre habían dejado un poco más de lado a las alternativas a favor del teatro comercial, pero este año estaremos presentes”, comenta Bonacho.

Los teatros municipales se unirán a la fiesta ese mismo 1 de abril. Habrá 25% de descuento en el Teatro Español, en las Naves del Español, en el Fernán Gómez y en el Centro Cultural de la Villa, y un 50% en Circo Price. Además, en el primero, se ofrecerá la posibilidad de acudir a un ensayo abierto de Numancia y se disfrutará de acceso libre a la exposición Bululú Raíces del Teatro. Dentro de esos actos tendrá también lugar la XIX Edición de La Noche de Max Estrella por el Madrid de Valle-Inclán, con especial recuerdo a Antonio Buero-Vallejo en el centenario de su nacimiento.

¿Para qué necesitamos teatro?

Volviendo a la Sala Biribó, su programación (que durante el casi año y medio que ha durado tenía la norma de no hacer multiprogramación para beneficiar a las compañías) no variará demasiado. Por encima del Día Mundial del Teatro, para ellos este 27 de marzo es el día de su cierre. Las fechas han coincidido de manera irónica. “Sabíamos que más allá de marzo no podíamos continuar, porque íbamos a endeudarnos todavía más. Entonces vimos que era este día, pero no ha sido buscado”, comenta Crismar López, que señala su habitual función infantil de domingo como última cita en Biribó.

Lo que seguramente sí que harán será leer el Manifiesto Internacional que cada año escribe una personalidad de las artes escénicas elegida por el Instituto Internacional del Teatro. Es así desde que esa misma institución instauró este día en 1961, y el objetivo es que el texto sea leído en los escenarios de todos los rincones del mundo. Esta vez le ha tocado a Anatoli Vassiliev. Otros años fueron Judi Dench (2010), Antonio Gala (1987) o Arthur Miller (1963, el segundo en hacerlo tras Jean Cocteau).

“Necesitamos teatro que permanezca siempre diferente, necesitamos teatro de muchas formas diferentes”, dice este 2016 el dramaturgo ruso. “Solo hay un teatro que seguramente no es necesario para nadie. Me refiero al teatro de juegos políticos, un teatro de políticas ratoneras, un teatro de políticos, un inútil teatro de políticos. Lo que sin duda no necesitamos es un teatro de terror cotidiano, ya sea en lo individual o colectivo, lo que no necesitamos es la escena de cadáveres y sangre en las calles y plazas de las capitales o provincias, un teatro falso sobre los enfrentamientos entre religiones o grupos étnicos”, concluye Vassiliev en la carta que se leerá este domingo en tantos escenarios. Por última vez, también en el del Biribó.

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