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Tres libros sobre niños que están muy lejos de ser literatura infantil

Mónica Zas Marcos

Mi hermano persigue dinosaurios (Nube de tinta)Mi hermano persigue dinosaurios

Giacomo Mazzariol

Existe la absurda creencia de que los niños son seres con una sola capa transparente. Que responden a instintos primarios pero inofensivos y que su cabeza es incapaz de divagar por los laberintos de los adultos.

Nuestro próximo protagonista ha venido a derribar todas las falsas creencias y a entonar un mea culpa. Su mejor amigo, que es a la vez su hermano, tiene síndrome de Down; pero no siempre ha estado tan orgulloso de proclamarlo.

En Mi hermano persigue dinosaurios, Giacomo nos presenta al pequeño Gio a través de sus ojos. Desde que sus padres le anunciaron la buena nueva cuando tenía cinco años, hasta que maduró lo suficiente como para quererle de forma incondicional, el autor pasó por varias etapas que no acostumbramos a leer en primera persona. La rabia, la vergüenza ajena y el hastío provocaban que su relación fuese cada vez más lejana.

Mientras él procesaba que podía tratar a Gio como a cualquier hermano, el pequeño le regalaba a diario “una sonrisa más ancha que sus gafas”. Gracias a la naturalidad de sus amigos, a la bravura de sus dos hermanas al defenderlo y a la paciencia de sus padres, Giacomo empezó a revertir la situación y a avergonzarse, pero esta vez de sí mismo. “Mi madre decía que querer a un hermano no significa elegir a quien querer; sino encontrarte a tu lado a alguien a quien no has elegido, y quererlo”, escribe el autor.

Mi hermano persigue dinosaurios es un testimonio honesto de las dificultades del síndrome de Down, pero sobre todo de la condescendencia social hacia estas personas. El desinterés y el desconocimiento convierten nuestros prejuicios en una carrera de obstáculos para cualquiera que tenga un cromosoma más. “¿Cómo te atreves a llamar cabrón a tu hermanito minusválido?”. Sí, mi hermano me ha tirado el móvil a la piscina. Qué cabrón“, explica Giacomo. Un ejemplo de cuando la gente es tan políticamente correcta que termina haciendo el ridículo.

El libro, que empezó siendo un vídeo viral en YouTube, se ha convertido en un fenómeno instantáneo en Italia. La ternura y sencillez de Gio ha llegado a 100.000 personas, más que cualquier campaña solidaria. Pues, como dice él, “ellos se ríen de nosotros porque somos diferentes, y nosotros nos reiremos de ellos porque son todos iguales”.

El chico a quien criaron como perro (Capitán Swing)

Bruce Perry y Maia Szalavitz

Los siguientes testimonios son una prueba de fortaleza emocional para el lector. El psiquiatra infantil Bruce Perry ha escogido los casos más atroces de su trayectoria para demostrar la plasticidad de la mente de un niño.

La química cerebral puede verse dañada de forma irreparable por un trauma a una edad temprana. Perry ha tratado casos irreversibles en sus 25 años de profesión, pero los que aparecen en El chico a quien criaron como perro tienen final feliz.

Cualquiera de las historias ponen fácilmente la piel de gallina, pero lo duro, según el doctor, es ir rascando la superficie para descubrir la verdad. El libro derriba la extendida creencia de que los niños son capaces de sobreponerse a todo y el mito del “ya se le pasará”. Deja claro que el trabajo de los profesionales requiere de una paciencia innata y la convicción de que ningún caso se puede dar por perdido.

La muestra de esto último es Leon, un adolescente que ha violado y asesinado a dos chicas de su edad, y muestra una reacción muy lejana al arrepentimiento. Para descubrir la pieza ausente en su cabeza, Perry explica que usó el “tratamiento neurosecuencial” y llegó a la misma conclusión que con el resto de pacientes: una infancia dolorosa y falta de cariño es capaz de retorcer al chaval más inocente.

Hay menores violados, una anoréxica con cuatro años, otra que presenció el homicidio de su madre y su propio intento de asesinato, al que sus padres le encerraron en una jaula y críos que sufren las consecuencias de haber nacido en una secta satánica. Todos ellos sirven para ilustrar una realidad que escapa a lugares comunes y se da en los entornos más insospechados.

El chico a quien criaron como perro es una lectura difícil que no se sirve solo del morbo de estos horribles casos, sino que también propone medidas que se pueden tomar para aliviar su dolor, ayudándole a crecer como un adulto sano.

El curioso incidente del perro a medianoche (Editorial Salamandra)

Mark Haddon

Este libro se opone radicalmente a la fórmula narrativa del anterior, pero también propone un tema peliagudo. El protagonista, Christopher Boone, es un chaval de 15 años que se sabe todas las capitales del mundo y cada número primo hasta el 7.057, pero es incapaz de comprender las emociones humanas. En la novela no se cita de forma explícita, pero Christopher es un niño con síndrome de Asperger.

El escritor Mark Haddon proponer una trama detectivesca para acercarnos a este subtipo de autismo y a las dificultades para su integración social. Todo comienza cuando el protagonista descubre que el perro de su vecina ha sido asesinado. Debido a la gran empatía que siente hacia los animales, Christopher decide rastrear por su cuenta a quien atravesó al pobre can con un horcón.

Lo fantástico del relato es que, al ser contado en primera persona, nos presenta situaciones tortuosas percibidas con total indiferencia por el chico. Es un punto de vista arriesgado y al que no estamos acostumbrados, pero su precisión ha sido aplaudida en todo el mundo.

Grandes tótems de la literatura, como Ian McEwan y Oliver Sacks, elogiaron al joven autor y compararon a su héroe con Oliver Twist y Holden Caulfield. Otra forma efectiva de derribar los mitos entorno al Asperger y comprender un síndrome que es castigado por su desconocimiento de los límites sociales y los métodos naturales de comunicación.

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