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Un cómic revela la audaz vida de Saint-Exupéry, más allá de “El Principito”

Un cómic revela la audaz vida de Saint-Exupéry, más allá de "El Principito"
Barcelona —

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Barcelona, 12 oct (EFE).- Antoine de Saint-Exupéry, conocido mundialmente como autor de “El Principito”, fue un audaz piloto de una línea postal en los años 30 del pasado siglo que vivió innumerables aventuras sobre las que escribió varios libros que llegaron al cine, facetas desveladas en un cómic de Cédric Fernandez y P.-R. Saint-Dizier.

En “Saint-Exupéry” (Norma), los autores descubren aspectos apenas conocidos de su vida, como que vivió 18 meses en un fuerte español ubicado en el actual Marruecos, que participó en arriesgados rescates de aviadores perdidos, que su novela “Vol de nuit” fue llevada al cine con Clark Gable de protagonista e inspiró un perfume, o que hace 20 años se halló en el mar el avión que pilotaba cuando fue derribado por un caza alemán durante la II Guerra Mundial.

En una entrevista con Efe, el dibujante francés Cédric Fernandez comenta que el público conoce a Saint-Exupéry por “El Principito”, y que, junto al guionista de la obra, Pierre-Roland Saint-Dizier, quisieron “explicar hasta qué punto su vida fue increíble”, por lo que la biografía ilustrada alcanza las 156 páginas.

“Saint-Exupéry fue explorador con la compañía Aeropostale, arriesgó su vida volando sobre los desiertos, rescató a otros pilotos retenidos como rehenes por los tuaregs, atravesó océanos con aviones poco seguros, buscó a compañeros accidentados en los Andes, participó en la II Guerra Mundial...”, resume Fernandez, que espera que el lector aprecie el placer que supuso a los autores realizar la obra.

Sobre el arriesgado tipo de vida que llevaban Saint-Exupéry y sus compañeros, Fernandez señala que, por sus escritos, se desprende que era “el ansia de aventura lo que empujaba a los pilotos a hacer esas expediciones”, en las que “tenían una verdadera sensación de libertad y de soledad, lejos del tumulto de las ciudades que conocían en Francia”.

Cédric Fernandez indica que para este género “la documentación es esencial, la parte más ardua del trabajo”, pues significa consultar los escritos del autor, textos de referencia o fotos de archivos, lo que en su caso fue facilitado por la Fundación Saint-Exupéry, algo que les ha permitido “acercarnos al máximo a la realidad”.

El autor revela que “todos los personajes, objetos o vehículos que aparecen en el cómic son reales”, y que incluso dibujó tal como era el modelo de reloj que llevaba Saint-Exupéry.

En cuanto a los aviones, Fernandez precisa que tuvo mucho cuidado en ser fiel a los aparatos de la historia y en dibujar sus detalles, hasta el punto de que “los números de serie han sido validados por los historiadores”, un aspecto en el que le ayudó su experiencia, pues anteriormente había hecho varios álbumes relacionados con la aeronáutica.

Otro de los desafíos de la obra fue “alternar las escenas de grandes paisajes o de acción con otras de carácter más intimista”, y así, en las escenas de vuelo procuró abrir al máximo el encuadre de las imágenes para que el lector se sienta inmerso en ellas, mientras que, “cuando Saint-Exupéry escribe, me gusta meterlo en su despacho con la luz de una pequeña lámpara, creando una especie de intimidad dulce”.

El cómic incide en la gran relación del autor de “El Principito” con el mundo hispano, pues “atravesaba España regularmente cuando hacía la línea Toulouse-Cap Juby para la compañía Aeropostale y aprendió español para comunicarse con los soldados del fuerte en Cap Juby”.

Posteriormente, residió largo tiempo en América del Sur, donde conoció a su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín. Además, Saint-Exupéry estuvo dos veces en España en 1936 y 1937 para trabajar como periodista escribiendo sobre la Guerra Civil.

Por contra, asegura Fernandez, no llegó a aprender bien el inglés, pese a que al final de su vida se estableció en Nueva York, donde escribió “El Principito” y donde tenía que ayudarse de amigos para que le hicieran de intérprete y hacerse entender.

A su llegada a Nueva York, a finales de 1940, ya era un personaje célebre, pues había publicado varios libros con notable éxito, y esa notoriedad se multiplicó con la aparición de “El Principito”, “pero desgraciadamente ya no se encontraba allí para experimentarla”, se lamenta Fernandez.

Pese a superar el límite de edad, en 1943 Saint-Exupéry se enroló en la Fuerza Aérea francesa y murió en una misión de reconocimiento el 31 de julio de 1944, cuando su avión fue derribado en el mar, cerca de Marsella, por un piloto alemán, abriendo muchas especulaciones sobre cómo transcurrió el hecho y el paradero de su cuerpo.

“Hacia el final de su vida, Saint-Exupéry sufría depresión. Muchos han dicho que se habría dejado abatir por el piloto alemán sin tratar de escapar, pese a que tenía un aparato más rápido; no sabremos qué pasó por su mente cuando vio el avión alemán lanzarse sobre él”, indica al respecto el dibujante.

“En nuestro álbum -apunta- hemos intentado transmitir la melancolía que sintió en sus últimos años, en oposición a la alegría de sus inicios como piloto, cuando tenía a muchos amigos a su lado”, y para ello intercalan escenas de los últimos instantes de Saint-Exupéry con frases con las que concluye “El Principito”.

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