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Un cómico viaje por la Francia rural en el nuevo libro de Mathias Enard

Un cómico viaje por la Francia rural en el nuevo libro de Mathias Enard
París —

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París, 22 oct (EFE).- Después de haber llevado a sus lectores por medio mundo, el escritor francés Mathias Enard, ganador del Goncourt en 2015, vuelve a las librerías con un homenaje a su Niort natal y a las historias rurales en “El banquete anual de la cofradía de sepultureros”.

Es, según el autor, su novela más divertida hasta la fecha, y el inicio sirve de ejemplo: David Mazon, un recién licenciado parisino, llega a un pequeño pueblo del interior de Francia de 600 habitantes para analizar la vida rural en nuestros tiempos, pero sus juegos de Tetris y sus escarceos amorosos le ocupan más tiempo que la investigación.

Llena de guiños a las preocupaciones sobre la ecología y el medioambiente pero también el regreso a una vida más tranquila, la novela, que Literatura Random House publica ahora en español semanas después de su salida en Francia, empezó a formarse en 2009.

“Mis libros toman muchos años porque la documentación y la ambientación es un proceso bastante largo. En 2009, cuando me formulé estas preguntas sobre el mundo rural, era muy original, solo los ecologistas hablaban de ello, pero en diez años ha cambiado mucho y ahora es uno de los temas más candentes, incluso en literatura”, dice Enard en una rueda de prensa virtual.

Desde su casa, a unos 30 kilómetros de Niort (oeste de Francia), no lejos del escenario en el que sitúa su acción, Enard describe sus esfuerzos por tratar de unir el mundo rural y los ejemplos más pequeños de humanidad con un mundo cada vez más global.

Por sus estudios de árabe y persa, Enard (Niort, 1972) ha estado viajando desde sus veinte años por Oriente Próximo y vive desde el año 2000 entre Niort y Barcelona, donde ha sido profesor de árabe.

Sorprende así que esta ambiciosa novela, donde trata una multiplicidad de complejos temas de actualidad y fondo, pero con un punto de humor, haya vuelto a sus 48 años a las historias orales de su infancia y al campo donde creció.

“Para mí lo global es una suma de miles y miles de pequeñas cosas difíciles de ver y entender. No es que vivir en Irán y Niort sea lo mismo, es muy distinto, pero si vuelves con ese sentimiento de que la vida que llevas aquí está vinculada a la que lleva la gente en Irán ves que el vínculo sí existe”, dice.

En ese afán humanista y universalista, asegura que sus libros y sus propias vivencias sirven de ejemplo, pero también la de personajes históricos que iniciaron sus aventuras en el seno de familias humildes o pueblos desconocidos y que aportaron su granito de arena a la Historia, con mayúsculas.

REENCARNARSE EN UNA CHINCHE

El protagonista de su libro no será el único en contar las vivencias del pequeño pueblo inventado que le sirve de escenario y excusa para hablar de lo que supone hoy vivir en el campo.

Una serie de personajes que se reencarnan eternamente en otros hombres, plantas o animales desvelará los entresijos de una aldea un tanto particular en torno a la celebración anual del banquete de la cofradía de sepultureros.

Un principio budista, este de la reencarnación, en el que él mismo no está muy seguro de creer pero que le permite unir en una misma novela el paso de Napoleón por Niort antes del exilio, la conversión de un cura en un jabalí que pasa su tiempo persiguiendo a jabalinas o la dramática historia de una pareja durante la Segunda Guerra Mundial.

“En los pueblos pequeños hay mucho miedo. Cuando vives en un sitio en el que en teoría nunca pasa nada y te llegan muchas noticias de lo que está pasando tratas de relacionarlo con tu vida cotidiana”, opina.

Una forma de funcionar que no ha cambiado en los últimos siglos, asegura el escritor de “Brújula” y “Calle de Ladrones”.

“Me documenté sobre los horribles crímenes del campo que tuvieron lugar en el siglo XVIII y XIX, cuando no había medios de comunicación tan rápidos como hoy, pero por cancioncillas, poemas y los forasteros que venían; lo que llevaban era historias de crímenes horribles y desgracias, como llegan hoy desde el telediario”, asegura.

María D. Valderrama

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