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Una vida en primera línea de vanguardia... literaria

El poeta y crítico literario Guillermo de Torre en una foto de los años veinte, época en la que publicó su libro "Literaturas Europeas de Vanguardia", embrión del que sería el principal estudio sobre las vanguardias literarias.

EFE

Sevilla —

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Poeta ultraísta, diseñador de la colección Austral, cuñado de Borges, cofundador de la editorial Losada, y autor de “Literaturas europeas de vanguardia”, Guillermo de Torre estuvo en primera línea de las vanguardias como uno de sus impulsores en España, como él mismo cuenta en “Tan pronto ayer”.

“Tan pronto ayer” es el título que Guillermo de Torre pensó para encabezar unas memorias que nunca llegó a escribir y para las que igualmente ideó un exhaustivo índice que ahora ha empleado el profesor Pablo Rojas, quien ya le dedicó su tesis doctoral, para armar unas “memorias entreveradas”, en expresión escrita del propio De Torre, quien aludía así al matiz autobiográfico de muchos de sus ensayos.

La mayor parte de los textos empleados en esta edición memorialística de casi seiscientas páginas que ahora publica la editorial Renacimiento proceden de inéditos conservados en su archivo, que forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional, aunque otros han sido seleccionados de obras suyas ya publicadas, en su mayoría ensayos y reflexiones críticas pero que poseen tintes autobiográficos.

Lorca, Picasso, Dalí, Buñuel, Juan Ramón Jiménez, Ortega, Azorín, Baroja, Gabriela Mistral y Alfonso Reyes se contaron entre los amigos o escritores que Guillermo de Torre trató y sobre cuya obra escribió, y cuyas semblanzas forman parte de estas “memorias” junto a perfiles de Miguel Hernández, Rafael Cansinos Assens y Vicente Huidobro, entre otros.

Cofundador de revistas como “La Estafeta Literaria” y “Sur”, Guillermo de Torre se consideró el crítico mejor informado de su época y durante su exilio tras la Guerra Civil se empeñó en construir puentes de diálogo entre España y América, una actividad que distinguió buena parte del itinerario vital de uno de los intelectuales más brillantes del siglo XX, que nació en Madrid en 1900 y murió en Buenos Aires en 1971.

En 1945, tras leer “Vida en claro”, De Torre escribió a su amigo José Moreno Villa para decirle: “La única forma de dar un sentido a nuestras vidas pretéritas es contarlas”, un sentido que se amplía en alguien que tuvo mucho que ver con que Picasso hiciera su primera exposición antológica en España, que contó la llegada del cubismo a España de la mano de Vicente Huidobro o que alentó la primera edición de la Obra Completa de García Lorca antes de terminada la Guerra Civil.

Pablo Rojas afirma en la presentación de estas páginas que estos textos autobiográficos, entre los que hay una “Carta abierta a Pablo Neruda” en la que reprocha al chileno la ligereza con que tilda de “fascista” a Ernesto Giménez Caballero, son “un festín para el lector”.

Forma parte de ese “festín” el capítulo titulado “Evocación literaria de la primera posguerra”, que supone un retrato colectivo de los miembros de la Generación del 27.

Otros capítulos con títulos como “La generación sacrificada”, “La patética adolescencia” o “El peregrino en su patria” forman parte de los inéditos conservados en la Biblioteca Nacional y coinciden con el índice que Guillermo de Torre diseño como esqueleto de las memorias que finalmente no llegó a escribir, mientras que otros de los capítulos, de modo íntegro, fueron publicados de forma dispersa en revistas u otras ediciones.

Además de como “festín”, Carlos Rojas califica “Tan pronto ayer” de “fuente inagotable de información” para los estudios sobre literatura y arte del siglo XX por la información de primera mano que da de artistas y escritores.

También señala de estas “memorias entreveradas” un aspecto que Guillermo de Torre “agradecía en sus libros”, su carácter misceláneo y fragmentario, ya que en muchas ocasiones construyó sus libros “por acumulación de elementos heteróclitos, previamente diseminados por publicaciones diversas”.

Madrid y Buenos Aires están muy presentes en estas páginas que también integran, en palabras de su editor, “evocaciones personales,”, “fotografías a pie de terreno”, “desahogos de conciencia”, “reflexiones sobre la guerra civil” y hasta una entrevista en la que el autor revela cuál es su sistema crítico.

Alfredo Valenzuela

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