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El videoarte de Bill Viola irradia su humanismo en espacios de toda Cataluña

La Fundación Catalunya La Pedrera ha presentado este jueves la exposición monográfica "Bill Viola: Espejos de lo invisible", que trae por primera vez a Barcelona una cuarentena de obras de este artista pionero en el desarrollo del videoarte y que se expondrán en la Casa Milá y otras instituciones culturales de la ciudad.

EFE

Barcelona —

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El norteamericano Bill Viola, artista pionero en el desarrollo del videoarte, irradiará a partir de mañana su humanismo en varias ciudades catalanas, entre ellas Barcelona, gracias al proyecto expositivo “Espejos de lo invisible”, que incluye una cuarentena de sus poéticas y conmovedoras obras.

Una veintena de ellas, desde la inicial “The Reflecting Pool” al autorretrato, “Submerged”, de 2013, se podrán ver hasta el próximo 5 de enero en el edificio modernista de La Pedrera, un lugar que el creador conoció en 2009, cuando recibió el Premio Internacional Cataluña, y que le dejó “deslumbrado”.

El resto de las piezas deberán visitarse en Bòlit, Centro de Arte Contemporáneo de Girona; el Museo de Montserrat; PLANTA, de la Fundación Sorigué de Lleida; el Museo Episcopal de Vic; el Gran Teatro del Liceu y el Palau de la Música, según han explicado este jueves en rueda de prensa los dos comisarios de la muestra, Kira Perov, pareja de Viola desde 1978, y Llucià Homs, que han contado con el asesoramiento de Víctor García de Gomar.

Perov ha recordado que, por su enfermedad, su marido no se ha podido desplazar hasta Barcelona, pero ha destacado “lo bien” que han encajado todas las piezas de la exposición, a pesar de las “dificultades” de no ubicarse en una única sede.

De todas maneras, Viola ya dijo hace treinta años que el lugar más importante “en que cobra vida mi obra no es en una galería de un museo, ni en una sala de proyección, ni en un televisor, ni tan siquiera en la pantalla de vídeo, sino en la mente del espectador que la ha visto. De hecho, solo puede existir aquí”.

Su esposa ha rememorado que desde los años ochenta han mantenido contacto con instituciones de la ciudad y ahora “es un honor poder estar en un edificio de Gaudí y compartir con él la creatividad”.

No ha escondido que el viaje artístico de Bill Viola a lo largo de más de cuarenta años -sus primeras piezas son de 1976- ha supuesto la búsqueda constante del significado del tiempo que nos rodea“, centrándose en cuestiones universales como el nacimiento, la muerte, el dolor, la redención o el paso del tiempo.

Con ellas, ha buscado formular más preguntas que respuestas y “despertar” el alma de quien las observa, provocar “un abanico de emociones” en quien las mira.

Llucià Homs, que ha reivindicado que diez años después del Premio Internacional Cataluña era una “anomalía” que no se hubiera organizado una antológica en su honor, ha sostenido que Viola conecta de forma “inmediata” con el espectador, porque “nos habla directamente al corazón, trata sobre los grandes temas de la condición humana y nosotros nos vemos reflejados en ellos”.

En el caso de “Espejos de lo invisible”, ha subrayado que no se trata de una exposición “itinerante”, sino que se ha pensado “para Barcelona desde Barcelona” porque “queremos conectar la obra de Viola a lo largo de más de 40 años de trayectoria con la ciudad y el país”.

Ubicar una veintena de sus obras en La Pedrera permite “recuperar la emoción, los ideales del humanismo en el arte contemporáneo, profundizar en la condición humana, en la propia existencia”, ha insistido.

El público que quiera introducirse en las propuestas del americano se sumergirá en un espacio oscuro en el que las protagonistas únicas son las imágenes, desde la inquietante “Incrementation”, el busto de un hombre que respira, a la emblemática “The Quintet of the Astonished”, del año 2000.

Otras piezas destacadas de la muestra son las obras esculturales, “Heaven and Earth” y “The Sleepers”, unos bidones de acero inoxidable llenos de agua, cada uno de ellos con un pequeño monitor hundido, con una imagen fija incrustada.

Asimismo, hay obras de la serie “Pasiones”, otra de las serie “Transfiguraciones”, denominada “Three Women”, o las cuatro derivadas de una instalación que se expone de forma permanente en la catedral londinense de Saint Paul.

La última de las piezas expuestas es su autorretrato, “Submerged”, una imagen de Viola en el agua, uno de los fluidos que más aparece en sus trabajos.

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