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Jaime Paulino: “No sé si València en Comú ha sido un instrumento electoral válido”

Jaime Paulino, secretario general de Podemos en Valencia, durante un mitin

Laura Martínez

Licenciado en Filosofía, Jaime Paulino es el secretario general de Podemos en Valencia. Como número uno de la formación, ha tenido que lidiar con los problemas orgánicos de la ciudad, desde la crisis de València en Comú, marca con la que tiene tres representantes en el Ayuntamiento, hasta la baja militancia en los círculos.

El líder se muestra bastante crítico con el PSPV y Compromís, sus socios de legislatura en les Corts y con los que gobierna en el Ayuntamiento de Valencia. Con el ecuador de la legislatura superado, comienzan a evidenciarse las rencillas entre las tres formaciones y cada una plantea su modelo de ciudad. Para Paulino, limitar los alquileres turísticos y evitar la marcha de vecinos de los barrios céntricos, los más afectados por la presión alcista del alquiler, es fundamental.

Para empezar, quería pedirte una valoración de los casi 3 años en el Ayuntamiento de Valencia

Pues… te seré sincero. Creo que hay uno de los problemas que aparecen que tienen que ver directamente con la gestión y con como desde la posición de la militancia y el activismo político, el problema de la gestión nunca había aparecido. Marca un antes y un después. Ayuda a reconocer las limitaciones a nivel institucional, también a conocer bien la funcionalidad de la herramienta de cómo funcionan las instituciones. Genera contradicciones entre las expectativas que uno se plantea cuando quiere estar en el Ayuntamiento con un programa de Gobierno que es ambicioso en remunicipalizaciones. Luego te das cuenta de que para remunicipalizar servicios hacen falta suficientes recursos que no es que el Ayuntamiento no tenga, sino que no depende del Ayuntamiento que puedas hacer un uso de ellos efectivo en función de tu programa, que es lo que tiene que ver con la Ley de Sostenibilidad. Nos hemos dado cuenta de que estamos mucho más atados de pies y manos de lo que pensábamos y eso genera frustración.

Por otro lado, creo que hay una buena cantidad de buenas noticias sobre la gestión del ayuntamiento. Es la primera vez desde que hay un Gobierno que no es el del PP que hay superávit presupuestario, que se amplía el parque de viviendas para alquiler social, que hay becas de comedor, se ha remunicipalizado la gestión de servicios públicos… Pero hay que reconocer que la gestión es algo diferente al activismo.

¿Crees que el activismo no estaba preparado para saltar a la gestión?

No creo que se trate de eso. Creo que son temas distintos, que el activismo tiene la función de estar estirando a la gestión para llevarla a posiciones que no le son cómodas. Son mundos escindidos y uno tira del otro, es una relación tensional. Ahí aparece una conciencia de límite… Si no tenemos acceso al Gobierno central, al BOE, a leyes que son limitantes para la Administración local… Podemos hacer muchas reivindicaciones, pero si esta está intervenida de facto por el Ministerio de Hacienda… implica unas peleas.

Para el año que queda de mandato ¿Cuáles son las prioridades?

Poder culminar el proceso de remunicipalización de las escuelas infantiles, ver cuáles son los éxitos de las ayudas al alquiler para paliar al máximo que haya desahucios por impago de alquiler, el retorno a la gestión directa de la sala del Espai Mutant de Las Naves, para que sea gestionada por funcionarios… Ahí creo que vamos a desarrollar una experiencia interesante al respecto de lo que significa devolver competencias a la gestión pública, además de los retos vinculados a participación.

Pero, a parte de eso, tenemos un reto importante: la turistificación. A partir de ahí se va a decidir buena parte del modelo de ciudad para los próximos años.

¿Tenéis alguna idea en mente?

Hemos ido hablando con distintas asociaciones. Hemos visto como el precio del alquiler ha subido un 15% en los últimos 12 meses. Los vecinos de los barrios céntricos se han tenido que marchar de sus casas por la presión de los precios por Airbnb y los demás… Tenemos ideas, pero requieren de colaboración con la administración autonómica. Que Compromís y PSPV se hayan mostrado reticentes a implantar una tasa turística es algo que nos genera dudas sobre qué quieren hacer respecto a eso.

¿Habéis barajado alguna medida como limitar el alquiler?

El propio concepto de alojamiento turístico debe tener delimitación por temporalidad. Ahora hay un registro abierto en el que cualquiera puede poner su piso sin límites. Deberían declararse zonas turísticamente saturadas, como Ciutat Vella, que es un caso obvio de barrio que está perdiendo residentes y población activa. La especulación es inaceptable. Los vecinos quieren que el barrio tenga vida propia, no que sea un parque temático. Limitaciones, sí, pero habría que pensar en declarar las zonas turísticamente saturadas para que no puedan plantearse nuevos apartamentos.

¿Estás medidas irán en el programa electoral?

Partíamos de escenarios distintos en 2015 y en 2019. Veníamos de 24 años del Partido Popular, de corrupción sistémica en la Administración local que seguirá saliendo… Era una relación de enfrentamiento visceral y se expresaba en un movimiento social de reivindicación. En el nuevo proceso electoral se debe plantear otro modelo de ciudad, el que queramos para las próximas décadas.

Después de 24 años del PP, ¿Ha sido capaz Podemos de conectar con la sociedad civil?

Creo que conectar con la gente son dos cosas distintas. Es comunicar y gestionar en función de intereses racionales y que se vinculen a lo que la mayoría quiere. Conectar con la ciudadanía es ser capaz de ofrecerles lo que deberían tener y no han tenido nunca, que se acerquen, que hagan propuestas y que la gente se vincule a un espacio. Creo que eso pasa.

Los críticos aseguran que los círculos han tenido poca participación, que la voz de Podemos a nivel local apenas se escucha…

Bueno, son cosas distintas. Los círculos son mecanismos de participación interna de Podemos. Ahí tendremos un debate muy interesante. Son un espacio de apertura, el movimiento social de Podemos. Creo que cometimos un error de perspectiva al pensar que podían estar movilizados constantemente. La gente milita en sus espacios cotidianos, en el club de lectura, en la asociación de su trabajo… No puedes pedirle a alguien que esté en exaltación constante y reivindicación indefinida. En términos de militancia activa, las 300 personas que concentran están bien, pero tienen que dar el paso para transformarse en asociaciones y vincularse con otros movimientos vecinales.

¿El papel de los círculos para el futuro próximo debe ser diluirse con otros movimientos?

Diluirse no, pero tienen que estar integrados con otros movimientos vecinales. Si nos tomamos en serio lo que significa el municipalismo, les corresponde trabajar con los colectivos que tienen reivindicaciones concretas. Es algo que se aprendió mucho de la PAH, que no se cambia la ley hipotecaria de la noche a la mañana, pero se consiguen éxitos notables a partir de pequeñas cosas. Creo que los círculos han hecho un trabajo magnífico.

València en Comú ha atravesado varias crisis que han forzado cambios en la organización y la dimisión del cabeza de cartel, Jordi Peris. ¿Sigue siendo un instrumento electoral válido?

No sé si lo era después de las elecciones de 2015. Como instrumento electoral, quiero decir. Obtuvo un resultado sensiblemente menor del que obtuvo Podemos en esas mismas elecciones en Valencia -las autonómicas-. Eso significa que València en Comú estaba mayoritariamente participada por Podemos y hubo gente que buscaba la papeleta de Podemos en las urnas. Hubo un porcentaje, el 20%, que no la encontró. De ahí la diferencia de casi 10.000 votos en la ciudad de València entre Podemos en las autonómicas y València en Comú en las municipales ese mismo día, a diferencia de otras experiencias municipalistas como Ahora Madrid o Barcelona en Comú, que superaron a la marca autonómica. El futuro electoral de València En Comú hay que medirlo por el resultado electoral que obtuvo en su momento. Eso no significa que haya gente con quien no tengamos voluntad de seguir trabajando.

¿València En Comú ha sido un éxito o un fracaso?

Obviamente fue un resultado decepcionante. Pero entraba dentro de los cálculos que habíamos hecho. Compromís había construido una marca sólida y potente, Podemos no se había presentado como Podemos a las elecciones, València había carecido de figuras de representación social al estilo de Ada Colau que le diera ese impulso a la candidatura… Desde un análisis meramente electoral, sin ser un fracaso, es algo relativamente previsible. El éxito de las elecciones de 2015 fue obtener una mayoría suficiente como para que el PP no volviera a gobernar y que se hiciese desde una posición a la izquierda del PSOE.

¿Podemos debería tener más presencia en caso de una alianza electoral con otras asociaciones o partidos?

Podemos debería tener todo el protagonismo a la hora de sacar adelante ese tipo de proyectos. No por fetichización, sino porque podemos reconocer que la experiencia política de Podemos permite un espacio más integrador y abierto que otros partidos. Podemos es garantía de mayor pluralidad siempre, en clave de integración de otras opciones. A la hora de pensar una alianza electoral, lo importante es que sume.

¿Verías bien ir con Compromís juntos a las elecciones?

Habría que evaluarlo. Creo que hay dos itinerarios posibles: la gran confluencia que puede multiplicar o que cada uno tiene un perfil definido y hay gente que no se sienta motivada a votar.

Y, a Jaime Paulino, ¿Cuál le gustaría?

Bueno, eso se ve en el momento de las elecciones. Sí que es cierto que cualquier proceso de confluencia tiene que ser desde abajo, no puede ser una lista de integración negociada en un despacho a correprisa.

¿Vas a presentar candidatura para liderar Podemos en València?

Todavía no se ha abierto el plazo. Cuando presentamos nuestro proyecto en 2015 lo hicimos a apenas unos meses de las elecciones y con la vocación de darle sentido al partido. No sería raro que apostáramos por seguir trabajando en la línea que lo hemos estado haciendo y, si viéramos la demanda de la gente de hacerlo, estaría dispuesto.

¿Qué propuestas tendría que ofrecer Podemos para diferenciarse de Compromís?

Si lo miramos desde la perspectiva autonómica, Compromís se ha mostrado reacio a implementar una tasa turística. Eso tiene efectos en el modelo de ciudad que se desarrolla. En les Corts estamos discutiendo la subida de sueldo a los altos cargos. Que con los índices de pobreza y de precariedad de la sociedad valenciana un alto cargo cobre 60.000 euros al año nos parece indecente.

En València hemos tenido diferencias notables. No vimos bien cuando la concejalía de Urbanismo, con Sarrià a la cabeza, optó por negociar con los solares del Cabanyal para la Universidad Europea con una permuta de terrenos... El suelo público es para uso público. Una universidad privada no parece que se adapte mucho a las propuestas para el barrio... También tuvimos divergencias con el incidente del desalojo de la Casa Camerún, que no se quiso admitir si quiera la duda sobre la actuación policial. Ahora mismo, con la V-21, también tenemos divergencias. Creo que hay diferencias importantes sobre cómo podemos concebir el modelo de ciudad, que no impiden que podamos gobernar juntos. Creo que a Podemos en Valencia lo define un trabajo más a pie de calle y menos de despachos y moqueta.

¿Cuáles son las relaciones con el Podemos autonómico y el estatal?

Buenas. Siempre lo han sido. Con el consejo ciudadano autonómico trabajamos bastante bien, colaboramos en todos los ámbitos posibles. Somos un mismo equipo.

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