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Barberá se enfrenta a Fabra por su apoyo a la venta del Valencia Club de Fútbol

Rita Barberá y Alberto Fabra junto a Bernie Ecclestone

Voro Maroto

Nuevo episodio del desencuentro entre la alcaldesa de Valencia y el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, cuya relación es, según fuentes del PP, entre fría y gélida. Rita Barberá ha mostrado su oposición radical a que Bankia venda el club, tal como han acordado el banco y el gobierno valenciano.

La venta del Valencia “no es una buena solución”, “hay que sentarse y esperar más tiempo”, ha dicho la alcaldesa. Bárbera se ha situado “inmediatamente y con toda claridad al lado de que no se venda, al menos de que no se venda por parte de Bankia así como así” y sin saber “adónde puede llegar” el club.

En este caso, los intereses de Barberá y Fabra son distintos. La primera no quiere ver la institución deportiva más importante de la ciudad en manos de inversores desconocidos que puedan abocar al Valencia a la desaparición o, como mínimo, al desprestigio ya total.

El presidente de la Generalitat, por el contrario, tiene una obsesión: evitar a toda costa que el club sea nacionalizado, lo que sucedería si Bankia ejecuta el aval con el que la Fundación del Valencia, la actual propietaria del club, se hizo en 2009 con la mayoría de las acciones.

“La Generalitat no está para avalar a equipos de fútbol ni pagar intereses”, ha dicho reiteradamente Fabra, el equipo de cuya ciudad –el Club Deportivo Castellón- pasa por una situación crítica y sin apenas haber recibido ayuda de la Generalitat. Además del Valencia, Hércules, Elche o Levante han recibido ayudas de la administración autonómica, que ha enterrado 350 millones en sus clubs.

Otra herencia de Camps

La Fundación –un ente sin patrimonio ni ingresos controlado por la Generalitat- se convirtió en dueña del Valencia en 2009, cuando, ante la crítica situación de la entidad, se ejecutó una ampliación de capital con un préstamo de Bancaja avalado por el Instituto Valenciano de Finanzas, el banco público del gobierno valenciano.

La operación fue urdida por el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y su compañero del PP José Luis Olivas, en ese momento presidente de Bancaja. La maniobra, que perseguía evitar el colapso del Valencia, tenía pies de barro: la Fundación, hasta 2013, ni siquiera pudo pagar los intereses del préstamo de 72 millones. La Generalitat incluso tuvo que abonar este año 4.5 millones de una parte del préstamo no devuelto.

Ahora, Bankia, harta de los impagos, ha puesto en venta al Valencia para garantizar la viabilidad del «proyecto deportivo, social y económico», lo que implica, por el momento, que la Generalitat elude un escenario terrorífico: ser la propietaria de una entidad privada quebrada en un momento en el que apenas puede atender sus compromisos económicos básicos y acaba de cerrar todo un símbolo como RTVV.

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