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Silencio, sector en reconstrucción

Paco Soto.

Julia Belda/Diego Aitor San José/ David Silvestre

Paco Soto muestra orgulloso el cartel de su última película. El director ilicitano recibió 14 prenominaciones a los Goya por Operasiones Espesiales, una película que es fiel reflejo de la situación actual del cine valenciano: precariedad, bajos costes y la búsqueda de muchas alternativas.

El film es una comedia policíaca que se desarrolla en el sur de la Comunidad Valenciana, un humor que se distancia bastante de los datos del sector cinematográfico de la región. De hecho, si en Operasiones Espesiales era un monumento íbero el que era robado y trasladado hacia Madrid, en la actualidad es la industria del cine la que se concentra en la capital con 92 empresas dedicadas a la producción cinematográfica por las 17 que ostenta la Comunidad Valenciana, según datos del Intituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales dependiente del Ministerio de Cultura. Además, estos datos muestran que la Comunidad Valenciana representa un 6% de la actividad nacional y ocupa el quinto lugar del ranquin comunitario tras Madrid, Cataluña con 76, Andalucía con 20 y Galicia con 18. Esta centralización del sector hacia Madrid y Cataluña provoca que en Alicante, Valencia y Castellón tengan que ser los cineastas autóctonos sin casi experiencia los que tiren del carro del cine valenciano, algo no del todo sencillo como explica el director de Operasiones Espesiales: “es mucho más difícil hacer cine de 'provincias', es decir, lejos de Madrid y Barcelona porque allí tienen toda la industria, los medios, los productores, los mejores técnicos... mientras que la Comunidad Valenciana está escasa en estos medios”.

Enrique Bordería, crítico de cine en la cartelera del Levante EMV desde 1996 y hasta 2013 y colaborador con diferentes productoras de cine valenciano, asegura que nuestro sector cinematográfico ha vivido años de bonanza, sin embargo fue la empresa Cifesa quien más nombre pudo darle a la Comunidad en este ámbito. Cifesa nació en el año 1932 y se encargó de dar grandes largometrajes, pero finalmente acabó mudándose a Madrid por la falta de financiación e infrestructuras de nuestra Comunidad.

El fiasco de Ciudad de la Luz

Un intento de dotar de estos medios técnicos fue la construcción de la Ciudad de la Luz en Alicante con la idea de que se convirtiera en el mayor complejo audiovisual de Europa. Este cometido nunca llegó a cumplirse ya que en sus 11.000 metros cuadrados de plató solamente se grabó una gran producción: Lo imposible, de Juan Antonio Bayona. Actualmente el recinto se encuentra cerrado desde 2012 por una orden del Tribunal Europeo con una deuda que supera los 190 millones de euros y se prevé que será vendida próximamente a inversores privados.

“La Ciudad de la Luz ha sido un ejemplo de la política del Partido Popular, únicamente buscaba traer grandes producciones para hacerse la foto con caras conocidas y luego no apoyar al cine desde abajo a los pequeños guionistas o directores” nos asegura Enrique Bordería. Por otro lado, Samuel Sebastián, productor valenciano, director de cine y premio Octubre de Teatro en 2008, coincide y comenta que la Ciudad de la Luz se vendió con la intención de formar a jóvenes profesionales en el mundo del cine pero que de los cuatro cursos que se ofertaban, solamente se lograron poner en marcha dos. Uno de los jóvenes que sí ha logrado estudiar en la Ciudad de la Luz fue Iván Fernández de Córdoba. A sus 25 años ha dirigido y producido, entre otras cosas, el cortometraje El escondrijo con el que ganó el festival Cortocomenius y el largometraje Cruzando el sentido. Samuel Sebastián afirma que “si la escuela de la Ciudad de la Luz hubiese funcionado bien sería una buena escuela de cine, pero no solo funciona mal por la corrupción que hay detrás de ella sino que nunca se ha querido hacer una escuela de prestigio, nunca se ha querido traer a profesores que dieran un prestigio internacional a la escuela. Se ha echado mano de profesores que son amigos de los mismos que están salpicados de corrupción.”

Como alternativa a esta formación, Sebastián explica que en cada ciudad se intentan hacer cursos menos profesionalizados pero que traten de dar un cierto conocimiento a los jóvenes para que puedan iniciar su camino, algo que él mismo ha impulsado en la Escuela del Cabañal a través de cursos de cine. En estas clases se motiva a los alumnos a llevar a cabo sus trabajos, ya sea un guión, un documental o una escena de interpretación. Precisamente en estos cursos de cine, uno de los valores en los que más se incide es la búsqueda de una forma de conseguir financiación sin tener que hipotecarse.

Paco Soto aprendió qué era el crowdfunding en un seminario sobre cine independiente en Alicante. Este término inglés que podría traducirse como 'micromecenazgo' le permitió lanzarse con Operasiones Espesiales, ya que esta película fue financiada en un 70% a partir de este método, pese a que su intención era que esta financiación cubriera el 100%. El crowdfunding consigue cubrir una necesidad de liquidez pero fuerza a aquellos que quieren hacer la película a depender de las donaciones de terceros y sobre todo, a decantarse por proyectos de bajo coste que no acaban siendo en muchas ocasiones lo que el propio director habría imaginado. Además de no llegar a cumplir las expectativas que los propios creadores se habían hecho sobre el largometraje, el rodaje de este se suele alargar a la espera de que sigan llegando las microdonaciones o a la espera de poder reunir el dinero inicial con el que poder comenzar a grabar. Este nuevo método para captar fondos no cuenta con la confianza de todos, Enrique Bordería afirma que todas las experiencias de crowdfounding no han acabado bien, pone como ejemplo el caso del largometraje El cosmonauta, una producción española que logró una gran financiación a través de una labor de marketing “impresionante”, con creación de blogs, páginas webs, un seguimiento diario de las grabaciones, numerosas entrevistas en medios de comunicación y finalmente acabó fracasando en taquilla. Pero crowdfunding simplemente sería una palabra inglesa muy difícil de pronunciar si no fuera por la herramienta fundamental por la que se desarrollan las principales alternativas para los directores noveles: internet.

A partir de la red se puede lanzar la petición de recolecta de dinero y es también a partir de la red por dónde se reúne este dinero; pero no solo para el 'micromecenazgo' resulta clave internet. Las redes sociales se han convertido en las plazas del siglo XXI, lugares donde la información fluye y donde es posible dar a conocer una película. Tener un perfil en las redes sociales y llegar al público resulta fundamental para cualquier equipo de producción que quiera que su película llegue a ser conocida. Además, internet permite no depender de los caminos convencionales del mundo del cine donde el film debe ser comprado por una productora o una distribuidora de importante alcance para que este tenga algún tipo de repercusión; ahora a partir de una página web y una buena campaña en internet se pueden conseguir importantes hitos sin necesidad de buscar una distribuidora, algo que demuestra el joven director valenciano Iván Fernández de Córdoba con el largometraje Cruzando el sentido, película distribuida exclusivamente a través de internet, una vía que, según el director, ayuda a la “deslocalización del cine y a la mayor independencia de los directores” que no se han de amoldar a los pasos tradicionales.

Pero volviendo al crowdfunding, este está siendo la vía de financiación más socorrida por los cineastas que comienzan a producir sus largometrajes. Uno de los motivos del aumento de esta vía se debe a la dificultad de financiación que tienen hoy los productores y los directores con una crisis importantes en las entidades financieras que no quieren arriesgar su dinero y con un descenso de las empresas que están dispuestas a poner dinero para patrocinar proyectos culturales. Por otra parte, las ayudas tampoco han paliado toda la demanda para aquellos que quieren realizar su propia película, aunque sí que es cierto que las subvenciones se han visto en claro crecimiento en los últimos tres años, ya que en 2012 las ayudas que concedía el Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía (IVAC) eran de algo más de 400.000 euros y este año se han presupuestado casi cinco millones de euros.

Canal 9 dejó de emitir el 29 de noviembre de 2013, un fin de emisión que colocó al sector audiovisual valenciano en “una situación dramática” como reconoce Samuel Sebastián. Radiotelevisión valenciana era quien más cine valenciano compraba, además de ser muchos los productores que se dedicaban exclusivamente a dar servicios a la televisión por lo que con el cierre de la cadena autonómica, en palabras del cineasta.

Opinan igual Enrique Bordería y César Lechiguero, actor de doblaje y director de Alboraia Art Studio, pues a pesar de que RTVV ejercía una política de “apariencias” y concedía ayudas de forma deficiente estas ayudaban a mantener una serie de productoras que actualmente se encuentran en quiebra o en suspensión de pagos. César Lechiguero ha visto como el sector del doblaje valenciano estuvo a punto de morir tras el cierre de RTVV, fueron muchos los estudios que se vieron obligados a cerrar debido a ayudas que se concedieron y nunca llegaron o la reducción drástica del volumen de trabajo. Sin embargo, él asegura que, a pesar del cierto desánimo que existe, son el esfuerzo, el voluntarismo y el empeño de los particulares los que están remontando el doblaje de la Comunidad, en particular, y el sector audiovisual en conjunto.

Uno de estos focos abiertos son los festivales de cine. Los festivales de cine, al fin y al cabo, son una forma de mostrarse ante los expertos, es como podría ser para un aspirante a futbolista profesional un entrenamiento con un equipo de Primera División, un torneo importante donde sabe que va a ser visto o como para un cantante o un grupo musical una actuación ante posibles compradores de su producto. Estos festivales, de diferente categoría y alcance, siempre son un lugar de ebullición de cine donde se pueden encontrar a personas dedicadas a la industria del cine que al final acaban decidiendo qué se compra y qué se emite, por eso mismo, los festivales tienen tanta importancia y reciben ayudas económicas tanto desde la Administración, de hecho, el IVAC en su ejercicio de 2014 promovió 20.000 euros de subvención para la organización de festivales, presupuesto que había borrado en 2013. A un mayor nivel están los premios como los Goya, certámenes de gran calidad donde los pesos pesados de la industria española del cine dan su valoración de las películas que han podido participar. Paco Soto y su Operasiones Espesiales fue una de ellas, y como él mismo cuenta, que la película la haya pasado ante los ojos de Álex de la Iglesia, Santiago Segura o Pedro Almodóvar es “todo un éxito”.

Pero si en los festivales de cine se consigue que la película llegue a productores, directores, actores, medios de comunicación y demás personas que rodean el mundo del cine, los cines itinerantes son una manera de acercar las películas de directores noveles, posiblemente desconocidas para el gran público, a estos espectadores. En estos cines itinerantes se suele buscar establecer una relación de proximidad con aquellos que deciden acudir a la sala donde se proyecta la película. Hasta allí acuden los actores y todos aquellos que han producido la película para patrocinarla y establecer a posteriori un cine fórum. Normalmente, estas proyecciones suelen celebrarse en verano y al aire libre para llamar más la atención del público, además de buscar preferiblemente pueblos de la zona de aquellos que han participado en la película para crear todavía un ambiente mayor de proximidad y de fomento de la región. Curiosamente, mientras los cines itinerantes buscan esta proximidad del público, muchos directores y productores noveles ven en el extranjero una de las mejoras vías de salida para poder financiar sus proyectos y llevar a cabo la película que tenían en mente.

Creatividad, ingenio y “pensar globalmente”

Samuel Sebastián es una buena muestra de ello. Él, a partir de su productora Gaman Films, ha conseguido realizar, producir y exhibir documentales, cortometrajes y largometrajes en países tan lejanos como Japón o India o ser premiado en el concurso de guiones del Festival Internacional de Rhode Island por Sandwoman. Sebastián considera “clave” la idea de “pensar globalmente” a la hora de emprender un proyecto, es decir, “tiene que ser entendido en todo el mundo, porque no se sabe quién lo puede querer comprar ni dónde se va a exponer”. La productora de Sebastián se basa en las coproducciones internacionales. “Elaboramos los proyectos y los dejamos completamente listos para luego desarrollarlos en el sitio que sea” explica el cineasta. Actualmente desarrolla estos proyectos en Panamá, EE.UU, Francia y en la India, ya que, como el mismo declara “la financiación en España es muy complicada, por eso la buscamos fuera.” El hecho de producir y coproducir en el exterior le permite conocer las distintas formas de trabajar en el mundo, los mercados internacionales y le permite abrir nuevos horizontes para los futuros proyectos que se lleve a cabo, algo muy enriquecedor para Samuel Sebastián.

Pero estos directores y productores noveles y no tan noveles siguen deseando que las alternativas solo sean eso, una alternativa, una forma de dar el primer paso y no una constante con la que lidiar a la hora de ponerse en marcha con un nuevo proyecto. Por esto, el sector en su conjunto intenta resurgir de sus propias cenizas y muestra señales de recuperación. Son los jóvenes los que le dan una nueva vuelta de tuerca a las ideas que les preceden a partir de creatividad e ingenio, una vuelta de tuerca que ha de venir acompañada de unas nuevas bases sólidas donde poder fijar los pies, al fin y al cabo, es en tiempos de crisis cuando las estructuras arcaicas se caen y otras se reconstruyen en su lugar.

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