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Vecinos de Russafa piden amparo al Síndic de Greuges por el exceso de ruido

Una terraza del barrio de Ruzafa

Carlos Navarro Castelló

La asociación de vecinos Russafa Descansa ha informado este jueves que ha reunido 600 firmas con el objetivo de solicitar amparo al Síndic de Greuges para que requiera al Ayuntamiento de València a que aplique medidas correctivas de alcance y a corto plazo para revertir la saturación acústica del barrio, incluida la declaración administrativa de Russafa como Zona Acústicamente Saturada (ZAS), de acuerdo con la normativa autonómica y la ordenanza municipal de protección contra la contaminación acústica.

La entidad ha denunciado la situación de indefensión material e inseguridad jurídica en la que se encuentra y ha advertido que se plantea seriamente reclamar responsabilidad patrimonial ante la inactividad del actual Gobierno municipal en el barrio de Russafa.

Según la asociación, el pasado sábado 27 de mayo se recogieron las últimas firmas para solicitar amparo al Síndic de Greuges y protección de los derechos más básicos vulnerados por la contaminación acústica del barrio de Russafa.

Además, han alertado de que muchos vecinos ya han abandonado el barrio y no han tenido más remedio que renunciar contra su voluntad a sus proyectos de vida en Russafa no sólo por saturación sino por desamparo por parte de sus administraciones públicas: “En la actualidad hay unos 350 establecimientos hosteleros y unos de 250 locales disponen de terrazas en los espacios públicos de Ruzafa, sin contar las que afectan a las fincas colindantes”, aseguran.

Los vecinos han denunciado que en estos momentos, a los graves problemas de ruido que padecen y soportan, derivados de las actividades hosteleras en las calles, chaflanes y plazas de Ruzafa, así como de los propios establecimientos por ruidos y vibraciones, se suma la vertiginosa proliferación de apartamentos turisticos ilegales en este barrio, y las molestias asociadas a la continua rotación del alojamiento turístico de corta estancia en fincas residenciales.

Así, han comentado que en una de cada tres fincas residenciales del barrio de ya opera esta actividad y negocio inmobiliario de bajo coste para el turista de paso pero de elevado impacto ambiental y social en los barrios donde se concentra: “Los problemas asociados a la inseguridad ciudadana están por venir, cuando las llaves de las propias comunidades de vecinos pasan de mano en mano, cada tres o cuatro días, entre desconocidos a diferencia de los habituales residentes”.

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