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Un desguace regentado por tres hermanas, “el negocio de mujeres” de Redován hundido por la DANA que lucha por salir a flote

María José, Julia y Rosa regentan 'Desguaces Miguel'

Emilio J. Salazar

Alicante —

María José Gómez define Desguaces Miguel como “un negocio de mujeres en un mundo difícil, de hombres”. Ella y sus dos hermanas Julia y Rosa son las administradoras mancomunadas de una pequeña empresa situada en Redován, en plena zona cero de la gota fría que golpeó con fuerza la Vega Baja del 12 al 15 de septiembre.

“Fue horrible, el agua se acumuló y llegó a rebasar el techo de los coches”, rememora ahora justo cuando acaban de hacer recuento de los vehículos en stock afectados: unos 600, “más del 70% del negocio se nos ha ido a pique”, incluyendo los motores -que atesoran más valor- y cajas de cambio que guardaban en el almacén para su reparación y venta. En total, “mucho más de 300.000 euros” en pérdidas a la espera del veredicto del perito del Consorcio.

El nombre del desguace, o como se conocen técnicamente, centro autorizado de descontaminación de coches al final de su vida útil, responde a su hermano que, como su padre Julián, ya han fallecido. Desde hace diez años, Julia, Rosa y Maria José están al frente de la empresa que su padre fundó hace más de 30, cuando los desguaces se llamaban rastros. En la anterior riada de 1987 esta mercantil situada en la avenida de Orihuela también se vio afectada, generando pérdidas por valor de un millón de pesetas, “aunque esta ha sido mucho más grave”, puntualiza la mayor de las hermanas.

Tan grave que tres semanas después todavía no han podido levantar la valla que acota el recinto de 2.000 metros cuadrados cubierto aún por el barro, lo que las ha llevado a contratar un guardia de seguridad “carísimo” -30.000 euros al mes, aseguran- para evitar robos como se han registrado en otras empresas y para curarse en salud y no tener que responder por responsabilidad civil en caso de que los ladrones se lesionen en sus incursiones.

De momento, el resto de empleados, dos chóferes y tres mecánicos, han podido cobrar su nómina de este mes, pero María José cree que o reciben el dinero de los préstamos a coste cero que han solicitado “o no podremos hacer frente al próximo pago”, advierte.

“Confío en que las ayudas anunciadas estén pronto en marcha, nos han dado muchas esperanzas”, confiesa esta responsable del área comercial y de relaciones públicas. “No quiero salir en este reportaje como una víctima, porque vamos a salir de esta como lo hemos hecho nosotras tres de anteriores situaciones complicadas”, confía.  

Comercial Donate

José Donate, en cambio, lamenta no ser tan optimista en estos momentos. “He visto cómo compañeros de otras empresas han cerrado la persiana para siempre entre lloros”, esgrime. “Y en mi caso, que he perdido el trabajo de media vida, tendré que cerrar para siempre si no llegan las ayudas anunciadas”, añade este director de Comercial Donate, dedicada desde 2001 a la venta de productos de limpieza y hostelería.

“De momento no han salido las ayudas y el banco me da dinero con intereses, por lo que necesito invertir 200.000 euros en furgonetas, elevadoras, género nuevo y no sé qué hacer”, insiste este responsable de cuatro empleados más que vieron cómo el agua entró e inundó la nave en la noche del jueves 12 de septiembre de la que tuvieron que ser rescatados por los bomberos junto con otras 200 personas.

“Estoy harto de decirlo, el polígono en el que estamos está construido en zona inundable; ya le dije a Ximo Puig cuando vino aquí que debían arreglar la rambla de Abanilla, que por ahí entró el agua y no por el desbordamiento del río y que esto se podría haber evitado y lo que es peor, esto volverá a pasar sino se hace nada”, denuncia.

“Al final solo te voy a pedir que pongas una cosa y es con lo que me quedo de todo esto como es la solidaridad de la gente”, comenta. “Desde las lluvias tengo claro que sí, que la vida te puede cambiar en un segundo, pero también que el ser humano aparece cuando crees que lo has perdido todo”, dice emocionado. “En las semanas duras he hecho verdaderos hermanos de compañeros de otras empresas del polígono que antes solo nos decíamos ‘hola y adiós’, ayudándonos en todo como una familia y eso es bonito”, concluye.

Grupo Marcos

Francisco Marcos Bañuls también destaca la solidaridad que hubo durante la riada como el único aspecto positivo de la crisis. En sus oficinas del concesionario situado en Orihuela dieron cobijo a varios clientes en la noche de ese jueves entre clientes y conductores atrapados, incluido un joven conductor marroquí.

“Es lo mínimo que podíamos hacer”, relata este director de uno de los holding de automoción más importante de la Comunidad Valenciana, que provee a 46 concesionarios entre Alicante y Murcia y que da trabajo a 1.200 empleados.

Esa cifra, 1.200, ha quedado grabada a fuego para este empresario porque es también el número de coches que estiman que han perdido arrastrados por la riada, cuya imagen en redes sociales y servicios de mensajería se viralizó hasta el punto de lograr que varios particulares les ayudasen a remolcar los vehículos que habían sido arrastrados por el agua.

En total, 25 millones de euros en pérdidas a la espera del dictamen de los peritos que van revisando los vehículos uno a uno. “Pero no me puedo quejar, gracias a Dios hemos podido continuar la prioridad de venta y atender a nuestros clientes de Murcia y Elche donde la gota fría ha sido menos grave”, explica. “Y también he de contar que las marcas que representamos se han volcado en seguida y nos han mandado más coches, así que bien”, responde.

“Lo importante de esta experiencia es que no hemos tenido que lamentar daños personales”, prosigue, “decidimos rápido el jueves que todos los empleados se tenían que ir a casa y salvo algunos que se empeñaron en quedarse y al final tuvieron que dormir esa noche en un albergue, todos estuvieron bien”, explica.

“Pero usted casi no lo cuenta”, le inquirimos. “Sí, otros compañeros y yo nos quedamos más tiempo y cuando nos fuimos quisimos salir por una zona de la montaña de Orihuela que aún no estaba cortada”, recuerda. “Salí el primero y detrás iban con sus coches otros trabajadores con la mala suerte de que parte de la montaña se desprendió en la carretera con mucha violencia delante nuestra y la verdad es que si hubiéramos salido un minuto antes… en fin, no era nuestro día y aquí seguimos”.   

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