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El Casal Popular ocupa una casa en Castellón como protesta contra la especulación inmobiliaria

Inauguración de la ocupación en la vivienda situada en la ronda Magdalena.

Roger Lorgeoux

Castellón —

“Somos un grupo de personas que pretende crear alternativas culturales y asociativas en este espacio abandonado que dotamos de vida al barrio y a la ciudad”. De esta forma se presenta el Casal Popular ante los vecinos del distrito La Guinea de Castellón. Una hoja sujeta con celo en la puerta de la vivienda número 91 de la ronda Magdalena delata la ocupación. Desde el pasado sábado el inmueble ha recuperado su vida. Hasta ese momento, permanecía cerrado y oscuro. Sólo una lona de la Sareb, como propietario, adornaba la fachada anunciando la venta. Ahora son dos. Sin embargo, el cartel del colectivo, bajo el lema ‘Recuperem espais abandonats. El que el poble contrueix al poble pertany’, da esplendor a la vetusta casa.

El Casal Popular se ha instalado para quedarse. Lo hace como protesta contra la especulación inmobiliaria “y para remarcar la contradicción capitalista que suponen nuestros bajos salarios y el elevado precio del alquiler”, según precisa el portavoz, Toni. El primer objetivo del establecimiento en la vivienda en su rehabilitación. Completada esa fase, se procederá a la creación de un centro social autogestionado con actividades culturales, infantiles y de ocio.

“Queremos dar vida a uno de los barrios más castigados por la crisis en Castellón”, asegura Toni. Y no va mal desencaminado. La Guinea tiene el metro cuadrado más barato por capitales de provincia en España. El precio apenas alcanza los 363 euros. Es decir, un inmueble de 100 m2 cuesta 36.000 euros. Así lo acredita el último informe de Tecnitasa (Técnicos en Tasación SA).

La restauración de la casa se prolongará hasta septiembre, según los cálculos de la plataforma, que esta misma semana ha celebrado una asamblea para establecer grupos de trabajos. La repentina actividad ha despertado el interés de los vecinos de la zona, que se acercan curiosos a inspeccionar y, una vez descubren de qué se trata, solicitan información. Se les entrega un tríptico en los cuatro idiomas más hablados en la ciudad de acuerdo a la población existente: castellano, valenciano, rumano y árabe.

“Nuestra idea es desarrollar huertos comunitarios, realizar charlas, talleres y conciertos, y abrir un comedor social y una biblioteca”, comenta Toni. Para ello, necesitan la implicación de la gente. El Casal Popular se nutre de la solidaridad y las aportaciones de sus 100 socios, quedando totalmente prohibido todo tipo de vinculación con las administraciones en forma de subvención. “Somos un espacio al margen de las instituciones”, recuerda su portavoz, quien invita a la ciudadanía a colaborar en el proyecto. “Cualquier persona pueda participar compartiendo sus sugerencias y manifestando libremente sus opiniones”, concluye.

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